miércoles, 26 de octubre de 2011

Versos para adiestrar la Mente

Temas relacionados:

El gueshe tibetano Langri Tangpa (1054-1123), el discípulo principal de Atisha, compuso estos versos que son un resumen de las enseñanzas conocidas como loyong en el Tíbet pero cuya historia viene de las grandes universidades budistas del norte de la India.

Son de gran importancia para la budismo tibetano en general, pero especialmente para la escuela kadampa. Son esencialmente reflexiones y ejercicios espirituales relacionado con la práctica de Bodhicitta, tan importante en la tradición Mahayana.

La palabra Bodhicitta es la combinación de las palabras sánscritas bodhi y citta. Bodhi significa despertar o iluminación. Citta puede traducirse como mente o espíritu. Bodhicitta puede ser traduciendo entonces como Mente de Iluminación o Espíritu de Despertar. Bodhicitta es el deseo de obtener la iluminación para servir de beneficio a todos los seres sintientes que están atrapados en la existencia cíclica del samsara y no han alcanzado la Iluminación. Aquel que obtiene la Bodhicitta como motivación principal en todas sus actividades y hechos se llama Bodhisattva.


Pensando en que todos los seres sentientes
son aún más valiosos que la joya que colma los deseos,
con el fin de alcanzar el supremo propósito,
pueda yo siempre considerarles preciosos.

Dondequiera que vaya, con quienquiera que esté,
pueda yo ser humilde para con los demás y,
desde lo más hondo de mi corazón,
considerarles a todos sumamente preciosos.

Que sea yo capaz de examinar mi mente en todas las acciones,
y en el momento en que aparezca un estado negativo,
ya que nos pone en peligro a mí mismo y a los demás,
pueda yo hacerle frente y apartarlo.

Cuando vea a seres de disposición negativa
o a los que están oprimidos por la negatividad o el dolor,
pueda yo considerarlos tan preciosos como un tesoro hallado,
pues son difíciles de encontrar.

Cuando otros, impulsados por los celos,
me injurian y tratan de otros modos injustos,
pueda yo aceptar la derrota sobre mí,
y ofrecer la victoria a los demás.

Cuando una persona a quien he ayudado,
o en quien he depositado todas mis esperanzas
me daña muy injustamente,
pueda yo verla como a un amigo sagrado.

En resumen, que pueda yo ofrecer, directa e indirectamente,
toda alegría y beneficio a todos los seres y que sea capaz de tomar
secretamente sobre mí todo su dolor y sufrimiento.

Que no se vean mancillados por los conceptos
de los ocho intereses mundanos
y, conscientes de que todas las cosas son ilusorias,
que puedan ellos, sin aferramiento, verse libres de las ataduras.


Debido a que nuestro aferramiento hacia nosotros mismos y hacia nuestro cuerpo es mayor que hacia otros objetos, debemos comenzar contemplando la vacuidad de estos dos fenómenos. La vacuidad no es la nada, sino la carencia de existencia inherente. La mente de autoaferramiento proyecta de manera errónea una existencia inherente a los fenómenos. 

Shuniata o vacuidad significa que no hay nada que posea una esencia individual y, por tanto, que todo está vacío, sin una realidad independiente. Todo lo que existe está relacionado y es interdependiente, y la aparente pluralidad de individualidades es un carácter ilusorio de nuestra existencia. Cabe destacar que el concepto de shuniata nunca implica que la realidad no exista, no equivale al cero (aunque en la India la idea del cero parte de la idea de la shunia) o a una ausencia total. No es sinónimo de nihilismo

Contrariamente sugiere una realidad última, que no puede clasificarse en las categorías de la lógica. Es una pieza central de toda la filosofía budista, de manera que toda enseñanza sobre la naturaleza de la realidad se desarrollará a fin de ayudar a comprender qué es esa vacuidad.

viernes, 14 de octubre de 2011

Fortaleza, Amor y Justicia

Temas relacionados:

¿Qué puede haber en el universo que represente un peligro para otra criatura, si todas somos hijas del mismo Dios? Lo más seguro es que la gran mayoría crea encontrar más de una respuesta a esta pregunta, no solo porque los que más necesitan son los que menos tienen, la deforestación y la destrucción continua de hábitats naturales pareciera no importarle a muchos, sino porque en nuestra propia historia notamos que desde la aparición de las primeras criaturas y el nacimiento de las primeras civilizaciones han habidos conflictos.

“El hombre se cree libre por ignorancia de las leyes naturales.”
Spinoza

Las civilizaciones se expandían, invadían y luchaban. Entre hermanos se asesinaban sin entender que todos somos iguales, que nos rigen las mismas leyes y que nuestro destino como humanidad está en el mismo lugar. Era un mundo donde no se respetaban ni a las mujeres ni a los niños en las encarnizadas guerras, donde la venganza y el ojo por ojo eran algo del día a día. Un mundo donde el mío y el tuyo, el egoísmo y el interés, la propiedad privada y la envidia se desarrollaban.

“La propiedad es la fuente de la violencia.”
Rousseau

Tenemos que entender que la humanidad está en formación y que cada cosa que ocurre es necesaria para aprender. Con el tiempo notemos que aunque muchas civilizaciones buscaban expandirse bajo la dirección del ego animal y la avaricia, nacieron algunas pequeñas civilizaciones que buscaban hacer la paz o iban por un sendero más humano como los Esenios. En un mundo donde rige la ley de la polaridad, para comprender el frio necesitamos del calor, así entre la paz y la guerra, entre la alegría y la tristeza, entre la sabiduría y la necedad, entre el algo y la nada.

“No esperes cambiar el curso de los acontecimientos, porque las plantas toman un tiempo para crecer y dar fruto y las humanidades lo hacen también.”
Kwan Yin

Pese a los grandes esfuerzos de estas civilizaciones, de las hermosas enseñanzas de los grandes maestros y de los enriquecedores diálogos de los verdaderos filósofos que hemos tenido a lo largo de la historia pareciera que las cosas continúan igual. Tenemos que aprender que no hay que ser agricultor para saber que una buena cosecha requiere de buena semilla, buen abono y riego constante. También es obvio que quien cultiva la tierra no se para impaciente frente a la semilla sembrada y grita con todas sus fuerzas: ¡Crece, apúrate ya, crece!

Hay algo muy curioso que sucede con el bambú japonés y que lo transforma en no apto para impacientes: Siembras la semilla, la abonas, y te ocupas de regarla constantemente. Durante los primeros meses no sucede nada apreciable. En realidad no pasa nada con la semilla durante los primeros siete años, a tal punto, que un cultivador inexperto estaría convencido de haber comprado semillas infértiles. 

Sin embargo, durante el séptimo año, en un período de sólo seis semanas la planta de bambú crece ¡más de 30 metros! ¿Tardó sólo seis semanas en crecer? No, la verdad es que se tomó siete años y seis semanas en desarrollarse. Durante los primeros siete años de aparente inactividad, este bambú estaba generando un complejo sistema de raíces que le permitirían sostener el crecimiento que iba a tener después de siete años.

Sin embargo, en la vida cotidiana, muchas personas tratamos de encontrar soluciones rápidas, triunfos apresurados sin entender que el éxito es simplemente resultado del crecimiento interno y que éste requiere tiempo. Quizás por la misma impaciencia, muchos de aquellos que aspiramos a resultados en corto plazo, abandonamos todo súbitamente justo cuando ya estábamos a punto de conquistar la meta. Es tarea difícil convencer al impaciente que solo llegan al éxito aquellos que luchan en forma perseverante y saben esperar el momento adecuado. De igual manera es necesario entender que en muchas ocasiones estaremos frente a situaciones en las que creemos que nada está sucediendo. 

En el paso de los siglos y de las edades, las palabras de los maestros y los sabios fueron tergiversadas muchas veces, las verdades sublimes se fueron degradando; la historia cambia el curso de los acontecimientos. Sin embargo hay algo muy posible que nos hayan querido dar todos a entender: Todo en el universo se mueve bajo el influjo de dos grandes fuerzas, el Amor, que todo lo une, que todo lo funde, que no es sino armonía; y la Justicia, la fuerza que equilibra el amor.

La justicia es la fuerza que mantiene a los astros girando unos alrededor de otros, que mantiene a los átomos en perfecto equilibrio, vibrando, uno, alrededor de otro. La justicia es la fuerza que mantiene a cada creación dentro de su línea de acción sin violar los derechos de los demás. Si por amor los seres se unen, por justicia, lo hacen en equilibrio y en armonía. Si por amor un ser se entrega a otro, por justicia, lo hace en perfecto equilibrio y respeto. Si por amor Dios ha creado a todo el universo, por justicia, le permite que su evolución sea gobernada por leyes. Son el amor y la justicia, las dos grandes fuerzas que regulan la armonía del universo. Todo lo que ocurre es necesario.


“El hombre no puede hacerse sin sufrimiento, porque es a la vez el mármol y el escultor.”
Giordano Bruno

Ahora.. ¿Qué puede haber en el universo que represente un peligro para otra criatura, si todas somos hijas del mismo Dios?

miércoles, 12 de octubre de 2011

El anhleo de triunfar

Temas relacionados:

En todos los tiempos el éxito ha sido una meta, aunque no siempre se ha considerado al éxito de igual manera. Lo que señalaba el triunfo hace un siglo o unas décadas atrás, hoy bien puede ser un anhelo desenfocado y pasado de moda, mientras que otras ambiciones han ocupado el lugar de las anteriores.

Últimamente el triunfo está delimitado por el prestigio social y el poder económico. No es de extrañar que los jóvenes sobre todo, dirijan sus aspiraciones hacia esas fórmulas de éxito si quieren integrarse en las sociedades en las que viven. Hoy una carrera suele elegirse en función al prestigio y la riqueza que otorgan. Aumenta la lista de carreras que ofrecen un éxito rápido y abundante, una posición social entendida como sólida y duradera.

Si éstas fueran verdaderamente fórmulas para triunfar en la vida, debería haber muchos más seres felices de los que encontramos.  A menos que aceptemos que una cosa es el triunfo y otra la felicidad.

¿Debemos, tal vez, plantearnos otros estilos de triunfo que, si bien no se ajustan a las modalidades aceptadas, pueden llegar a ser más efectivos?.

Proponemos unas sencillas claves para lograr un triunfo más humano, más estable, más acorde con nuestros sueños y aspiraciones.

"Si quieres que tus sueños se hagan realidad, despierta"
  • No basta con soñar para convertirse en un triunfador. Hay que desarrollar la voluntad de acción.

  • "Solo a través del conocimiento propio puede el hombre participar en la comunidad moral y cumplir con su función en el gran diseño del universo."

  • Conocerse a sí mismo. Mal podemos enfocar un trabajo provechoso si no sabemos quiénes somos, cuáles son nuestras habilidades y posibilidades.

  • "Compórtate siempre, en todos los asuntos, grandes y públicos o pequeños y privados, de acuerdo con las leyes de la naturaleza. Cuando lleves a cabo una tarea, como darte un baño, hazlo tan bien como puedas, en armonía con la naturaleza. Cuando comas, hazlo tan bien como puedas, en armonía con la naturaleza, y así sucesivamente."

  • Poner luz y entusiasmo en todos los sitios –externos e internos- en los que estamos.

  • Hacer bien todos los trabajos que emprendemos, no por el premio que podamos recibir sino por la satisfacción de comprobar nuestra propia eficacia.

  • "Lleva a cabo un trabajo útil manteniéndote indiferente al honor y a la admiración que tus esfuerzos puedan suscitar en los demás."

  • Recordar los pequeños triunfos. Esto reforzará nuestra seguridad en nosotros mismos. “Si pude ayer, podré mañana”.

  • "Las pruebas que soportamos pueden y deben darnos a conocer nuestra fuerza."

  • Concebir las dificultades no como problemas, sino como pruebas para nuestra inteligencia y nuestra voluntad.

  • "La gente prudente mira más allá del incidente e intenta crearse el hábito de sacarle provecho."

  • Estar atentos para aprovechar todas las oportunidades.

  • "Lleva a cabo todos tus impulsos generosos. No los cuestiones, especialmente si un amigo te necesita; actúa en su nombre. ¡No dudes!."

  • Esforzarse en comprender y en ayudar generosamente a los otros pues es la mejor forma de sentirse a gusto con uno mismo.

  • Buscar el sentido de la vida y tratar de encontrar el de la nuestra. Nada sucede al azar...

Quien pueda alcanzar estos logros es realmente un triunfador.  Y aunque nadie lo confiese porque la moda no lo permite, a todos les gustaría alcanzar este estilo de éxito.

La Organización Internacional Filosófica Nueva Acrópolis te invita a obtener un triunfo fundamental: el del conocimiento de ti mismo y de tus poderes interiores. El Curso de Filosofía y Metafísica te enseña a reflexionar para que puedas decidir siempre lo mejor para tu vida y tu entorno. Nos basamos en las enseñanzas prácticas de los hombres más sabios de la historia.

jueves, 29 de septiembre de 2011

La esencia es la misma para todos

Temas relacionados:

Después de la experiencia que había pasado en aquel mundo extraño y el enfrentamiento que tuvo con el ser de la piedra, el joven príncipe sentía deseos de estar solo, sentía que había muchas lecciones que aún no podía asimilar; sus pensamientos iban y venían tratando de recordar cada instante, cada palabra, cada imagen, de lo que había experimentado. Recordaba la extraña sensación que tuvo cuando vio que podía respirar bajo el agua. Recordó, igualmente, cuando lo sacaron del agua y sintió que se ahogaba y cómo aquel ser lo lanzó al espacio y empezó a volar y volvió a experimentar la dicha inefable de sentirse libre y remontarse por los espacios. Recordó su encuentro con la tormenta y cómo ésta lo precipitó hacia el fondo de un remolino. Trataba de recordar, paso a paso, la conversación que tuvo con aquel ser extraño de la piedra. Yo soy Dios, le había dicho, y no me interesa si tú te alejas o te acercas; si encuentras los 10 principios o si no los encuentras, siempre estarás dentro de mí, siempre serás parte de mí.

Mientras su mente recordaba las imágenes que había visto, una voz resonó en su interior: “Hijo mío, hasta ahora has caminado por el mundo de los sentidos; el universo que nosotros habitamos está compuesto de dos partes, una de ellas la puedes ver, tocar, sentir, la otra, mora en tu interior. Los principios que hasta ahora has descubierto son aquellos que el universo ha reservado para el mundo de los sentidos; los otros principios no podrás encontrarlos a través de los sentidos, tendrás qué buscar dentro de ti, tendrás que aprender a descubrir ese mundo interior desde donde yo te estoy hablando. Ten presente mis palabras porque tu camino empezará a llevarte por terrenos aún más sorprendentes”. Las palabras callaron, el silencio se hizo en la mente del joven príncipe mientras él trataba de seguir escuchando más, dado que lo que le habían dicho carecía de significado, todavía, para él.

Su viaje siguió sin saber a dónde ir, sin tener algún punto fijo, sin tener prisa, sin estar perdido. De pronto, en su mente, aparecieron nuevamente las palabras que aquel ser le dijera: “No voy a ningún lado, ¿acaso tengo que tener un destino para viajar?”. Recordó que esas palabras le intrigaron y que ahora, ante lo que había escuchado internamente, tomaban un nuevo significado. Si los otros cinco principios se encontraban dentro de él, ¿qué importaba hacia dónde enfilara su nave?, ¿qué importaba si viajaba en una dirección o en otra, si iba hacia delante o hacia atrás?, su camino ahora empezaba a ser interior. El príncipe se dijo a sí mismo: "Si lo que falta encontrar está dentro de mí, pues, entonces, buscaré en cada rincón de mi cuerpo, en cada rincón de mi mente, hasta encontrarlos, porque una nueva esperanza se ha despertado en mí; siento que he avanzado en el camino y siento que de aquí en adelante el resto deberá ser más sencillo."

Una luz iluminó su nave. Buscando, el príncipe, encontró que su recorrido lo había llevado hasta entrar en contacto con uno de los grandes anillos que rodeaban a un inmenso planeta. La nave se había iluminado con un color ligeramente naranja; encontró entonces, que todas las cosas que veía habían tomado el color naranja, su nave parecía extraña, él mismo se percibía extraño, todo era de color naranja. Poco a poco, el color fue cambiando al seguir la nave su recorrido y una luz azulada iluminó todo el interior de su nave; ahora todo se volvía azul, un azul tenue pero de agradable aspecto a sus ojos. Más adelante todo se tornó verde y, así, fueron transcurriendo color tras color y la mente del príncipe se despertó diciendo: "Yo sé que estos colores que hoy percibo en mi nave no son los reales, yo sé que estos colores están siendo influidos por la luz que proviene del exterior; ahora, debo preguntarme: ¿Cuál será el color real de las cosas que siempre he visto, éste que hoy estoy viendo a través de los anillos de este planeta, o el que siempre he visto y que es probable que también se encuentre influenciado por la luz que percibimos? ¿Cuál es la verdad?, ¿cuál es la verdad de todas las cosas?" Y su nave atravesó los anillos y siguió viajando por el espacio, pero, en la mente del príncipe, había una pregunta sin respuesta. 

Las cosas tal vez no sean como yo las he visto siempre, tal vez una luz de un especial color haya iluminado siempre las cosas haciéndome creer que son del color del que siempre las he visto, pero, cuando esa luz cambia, todo cambia y las cosas permanecen tan desconocidas y misteriosas como antes de haberlas visto. ¿Será así todo en el universo?, ¿será que lo que pasa con los colores de las cosas, también pasa con los olores, y también pasa con las sensaciones que se perciben al tocarlas? ¿Será que nuestros sentidos nos engañan todo el tiempo y las cosas no son como parecen ser? Y, entonces, en sus meditaciones, el príncipe cayó en sueños y, en su sueño, él veía que una extraña criatura se paraba frente a él y le decía: _“Vas a ser pequeño, muy pequeño, tu tamaño se reducirá infinitamente y, entonces, empezarás a conocer las cosas”_ y veía cómo el extraño ser alzaba su mano y él empezaba a reducir su tamaño, sentía que su cuerpo se encogía y se encogía de una manera increíblemente rápida y, de pronto, las cosas que antes percibía como pequeñas resultaban gigantescas ante sus ojos y su tamaño siguió encogiéndose y encogiéndose y vio que las cosas estaban formadas por pequeñas partículas, siempre girando o siempre vibrando; las formas que antes percibía desaparecieron y ante sus ojos se abrió un mundo maravilloso de planetas en movimiento.

Internamente, él sabía que esas partículas formaban el cuerpo de las cosas que él antes podía ver y tocar, pero, ahora, era tan pequeño, que era capaz de percibir a esas partículas, y su tamaño se seguía reduciendo, y las partículas que antes veía vibrar y moverse ahora resultaban tan grandes, que parecían soles y planetas. De pronto se vio parado en uno de ellos, era inmenso como un planeta y veía lunas girar en todas direcciones.

Empezó a observar que ese planeta no estaba deshabitado, que había seres parecidos a él y que, en cierta forma, todo le resultaba familiar y él pensó: "Podría haber estado aquí y pensar que era mi planeta, sin embargo, sé que éste es uno de los pequeños corpúsculos que forman las cosas que en mi mundo normal son pequeñas; si no recordara que me he hecho pequeño, podría pensar que es mi mundo". En ese momento, el proceso de empequeñimiento se detuvo y empezó a hacerse grande y más grande y más grande nuevamente; el mundo se encogió, las partículas se hicieron cada vez más pequeñas y de pronto vio al ser que lo había hecho pequeño, siguió creciendo hasta tomar su tamaño normal y el extraño ser le dijo: "Medita ahora en lo que has visto y piensa cómo transcurre el tiempo para esos seres”. Despertó de su sueño, muy extrañado, y el príncipe se vio en el espejo y vio su cara muy madura, parecía haber envejecido y un chispazo se abrió ante su mente. 

"Es probable que este mundo, esta nave, este espacio por el que voy viajando, en realidad, sea tan sólo una parte de un mundo infinitamente mayor, ¿cómo saber ahora cuál es mi verdadero mundo, si éste en el que me muevo, el otro en el que acabo de soñar o uno infinitamente grande en donde normalmente vivo y que por algún extraño fenómeno me he encogido hasta vivir en éste? ¿Cuál es la verdad? He aprendido que las cosas tal vez no sean del color que siempre las he visto y ahora entiendo que las cosas tal vez no tengan el tamaño que yo siempre había creído que tenían". Su confusión fue creciendo y creciendo, su mente parecía darle vueltas, se sentía profundamente turbado, detuvo la marcha de su nave y dejó que ésta vagara solitaria en el espacio, tomó una posición de meditación y empezó a llamar a su Padre.

Si las cosas no son como parecen ser, si el universo no es como yo creía que era, entonces, ¿quién soy yo? Esos corpúsculos que vi en mi sueño seguramente también pueden estar dentro de mí, tal vez yo soy un conglomerado de corpúsculos en donde habitan otros seres, soy inmensamente grande e importante para ellos y, sin embargo, tal vez yo también sea tan sólo una parte de otro ser infinitamente mayor. ¿Quién soy? ¿Quién eres tú, Padre?, atiende mi llamado, mi mente se encuentra confundida; esta nave, los seres a los que he conocido, las experiencias por las que he pasado, son reales o ¿han sido tan solo producto de mi imaginación?, ¿qué significa todo esto? Pero, su Padre, no respondió.

Extendió su mano el príncipe y clavó su mirada en ella, preguntándose si dentro de su mano no vivirían humanidades enteras. ¿Hasta dónde llegaría esa interminable cadena de creaciones más pequeñas? y, ¿hasta dónde llegaría el tamaño del universo, si se pudiera ver con los ojos de un ser gigantesco? ¿Dónde estoy?, ¿quién soy?

Sintió que sus ojos se empezaban a nublar de lágrimas, sintió una profunda tristeza, se sintió solo en medio del universo, sintió la importancia que para esos corpúsculos que formaban su cuerpo, para esas humanidades que vivían dentro de él, tenían sus decisiones. Por primera vez sintió, que, tal vez, su inmadurez, su falta de preparación, había afectado la vida de todos esos pequeños seres; sintió una profunda compasión por ellos, pues él no sabía cómo ser Dios para ellos, él no sabía dirigir sus vidas, pues ni él mismo había podido encontrar los 10 principios del universo. Un profundo amor surgió dentro de él hacia su cuerpo, hacia todo ese universo que él mismo llevaba dentro. Una gran energía de amor hacia él mismo y lo que representaba para esas criaturas que vivían dentro de él, surgió de su corazón y empezó a bañar cada rincón de su cuerpo y, entonces, una voz en su interior resonó solemnemente:

“Hijo mío, has encontrado el siguiente principio, tú eres un Dios para ellos, lo que tú decides afecta inevitablemente a tus criaturas. Cada célula de tu cuerpo y cada átomo que forman esas células son criatura tuyas por las que tendrás qué velar y cuidarlas porque ellas dependen enteramente de ti. Recuerda las luces que viste, recuerda el sueño que tuviste y recuerda que, más allá de esos cuatro principios que aprendiste en tu experiencia anterior, se encuentra un quinto:

"Más allá de lo sólido, más allá de lo líquido, más allá de lo gaseoso, más allá de lo ígneo, está la esencia de las cosas y esa esencia es la misma para todos".

Esos corpúsculos que hoy viste forman lo sólido, lo líquido, lo gaseoso y lo ígneo, son las criaturas básicas que forman a todo el universo, recuérdalo siempre, recuerda que estás transportando a un universo dentro de ti, entiéndelo y sé consciente de ello, porque hoy, la luz se ha hecho en ti”.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

viernes, 23 de septiembre de 2011

Tú escoges lo que quieres ser

Temas relacionados:

El joven príncipe viajando nuevamente por el espacio, reflexionaba en el cuarto principio recién descubierto: "El Equilibrio". Si bien había aprendido que existían fuerzas contrarias en el universo, el bien y el mal, que según le habían explicado moraban en todos los seres, ahora, acababa de descubrir que estas fuerzas permanecían siempre en equilibrio, permanecían siempre armonizadas. El pensaba para sus adentros: los seres malos no son totalmente malos; los seres buenos no son totalmente buenos, el bien y el mal moran en todas las cosas pero se mantienen en equilibrio; seguramente, cada uno de nosotros buscamos mantener ese equilibrio, algunos lo logran siendo malos, mientras que otros lo hacen siendo buenos. Mientras eso pensaba, su viaje lo fue acercando hasta una gran nube; él la observaba sin prestarle mayor atención. Me estoy acercando a una nebulosa, pensó para sus adentros, pero cuando hubo atravesado las primeras capas de nubes se encontró que existía un planeta en el centro de ellas. Decidió bajar y explorar.

Una vez que empezó a caminar sobre la superficie observó que existían dos lunas, una blanca y otra negra. Extrañado, empezó a preguntarse cómo era posible que ese planeta tuviera una luna negra y otra blanca; una giraba en una dirección, mientras que la otra lo hacía perpendicularmente a la primera, y dijo: ¡vaya que es extraño este planeta! Caminando se fue acercando hasta la orilla de lo que parecía ser un gran lago o un mar y, pronto, unas pequeñas criaturas salieron del mar y empezaron a rodearlo; parecían peces, pero tenían extremidades que les permitían caminar también sobre la tierra. El joven príncipe los miró extrañado y preguntó:
_ ¿Quiénes son ustedes?, ¿cómo se llama este planeta?
El pez que parecía encabezar al grupo contestó:
_Estás en el planeta de las dualidades, aquí todo es dual, tienes que aprender que en nuestra tierra todo lo que veas tendrá siempre dos lados. Si nos acompañas te mostraremos el lugar donde vivimos.
_Lo siento mucho, contestó el príncipe, pero yo no puedo andar dentro del agua.
_No importa contestó el pez, de todas maneras nos acompañarás, y diciendo esto, las extrañas criaturas sujetaron al príncipe y lo empezaron a arrastrar hacia dentro de las aguas.
La acción fue tan rápida que el príncipe no tuvo tiempo de responder, el miedo lo invadió mientras su cuerpo iba siendo cubierto por las aguas. Cuando todo fue cubierto y sus ojos se abrieron, observó que podía, no sólo caminar, sino también respirar bajo el agua. Antes de que pudiera explicarse cómo era eso posible, fue encaminado hacia una gran cueva en cuyo centro se encontraba un gran trono y, majestuosamente sentado en el centro, se encontraba quien, seguramente, era el rey de todas las criaturas.
_Bienvenido a nuestra tierra, le dijo el pez rey. El muchacho contestó:
_ ¿Cómo es que yo puedo respirar aquí? y, ¿por qué dices tierra si esto es más bien agua?
_Hay muchas cosas todavía que no entiendes, para eso has venido aquí, contestó el rey pez.
_ ¿Cómo es que tú sabes a lo que he venido?, ¿cómo es que sabes que yo necesito aprender algo?
_Muy sencillo, te vi por los espejos.
_ ¿Tú también te encontrabas en los espejos, en las imágenes de los espejos? le preguntó el príncipe.
_Claro que sí, todos en el universo estábamos en los espejos, todos te vimos, tu imagen fue proyectada hacia todos los puntos del universo y por eso tu nave viajó hasta aquí, porque creemos que tenemos algo que podemos enseñarte.
_Espera, dijo el muchacho. Empiezo a pensar que todo lo que he estado viviendo es como un juego y que todos se han puesto de acuerdo para que yo camine por ciertos rumbos, ¿tú conoces a mi Padre?
_Todos conocemos a tu Padre, eso no es nada extraño en este universo, pero, si lo que quieres preguntar es que si tu Padre habló conmigo, la respuesta es no.
_Entonces, ¿quieres decir, que tú y mi Padre no están puestos de acuerdo para que me enseñes algo?
_No.
_Y, ¿también sabes por todas las aventuras por las que he tenido que pasar?
_Sí.
_ ¿Cómo es, entonces, que sabías que iba yo a llegar aquí?
_Porque el universo me lo indicó.
_Pero, ¿cómo es que hablas con el universo?, ¿cómo es que el universo puede decirte cosas?
_Porque el universo habla con todos los seres.
_Y, ¿Por qué yo no puedo escuchar lo que el universo dice?
_Porque no has encontrado los 10 principios.
_ ¿Quieres decir que cuando los encuentre, el universo me va a decir cosas y las voy a entender?
_Exactamente.
_Y, ¿todo el universo sabe que ahora estoy aquí contigo, hablando?
_Exactamente.
_Bueno, pues, enséñame entonces el siguiente principio.
_No puedo.
_Pero ¿No dijiste que tenías algo que era para mí y que sería importante que yo conociera?
_Sí, sí lo dije.
_Y, ¿no es el siguiente principio el que vas a enseñarme?
_No.
_Entonces, ¿qué es lo que vas a mostrarme?
_Vamos para que lo comprendas.
Y, diciendo esto, el rey pez fue nadando frente al príncipe para encaminarlo hasta una gran cámara.
_Verás, le explicaba: dentro de esta cámara a la que tú entrarás solo, observarás algunas cosas que te harán reflexionar. Lo que verás dentro tiene que ver con todo el universo, son los ingredientes con los que fueron conformadas todas las cosas de este universo. Entra y aprende.

El joven abrió la puerta de la cámara y vio que todo estaba obscuro; se detuvo un poco, vacilante, pero la puerta se cerró detrás de él. En esos momentos, el príncipe sintió que un escalofrío recorría por su columna vertebral. Empezó a caminar sin saber exactamente dónde estaba y, a cada paso que daba, sentía que su cuerpo se hacía más y más pesado, sentía que no podía ya caminar. Pronto, sintió que su cuerpo se estaba apoyando sobre el suelo, no sabía si se había caído o si era algo que se aproximaba a su cuerpo. Empezó a sentir a su cuerpo en forma extraña, empezó a sentir un impulso irresistible de ondularse, de moverse en ondas y así lo hizo y, para su sorpresa, su caminar se tornó más rápido, pero ya no caminaba, más bien nadaba.

Pocos momentos después, descubrió que su cuerpo era, en realidad, de un pez. No pudo mover sus brazos por la simple razón de que se habían convertido en aletas; su cuerpo había sufrido una transformación increíble, ahora nadaba y una extraña sensación impregnaba todo su cuerpo. Empezó a moverse lentamente, primero, y después más rápidamente. Empezó a ver lo que significaba vivir en un mundo de agua. Empezó a nadar y a nadar hasta que observó una luz a lo lejos. Rápidamente se dirigió hacia ella y fue tanta la rapidez con que nadó hacia la luz, que cuando llegó hasta ella se dio cuenta, sin poderse detener, que había dado un salto hacia la superficie de una playa. Quedó tirado en la arena con su cuerpo de pez sin poder moverse; por más que se estremecía, su cuerpo no alcanzaba el agua. Empezó a sentir que el agua le faltaba, porque, en realidad, era el aire lo que lo estaba asfixiando. Se movía desesperadamente, mientras las olas del mar humedecían únicamente su cuerpo sin llegar a cubrirlo. Poco a poco las fuerzas lo fueron abandonando, se sintió sofocarse, sintió que el agua le faltaba, supo lo importante que era el agua para los peces, y recordaba, cuando había sido hombre, lo que el aire significaba para él.

Cuando estaba a punto de perder la conciencia, sintió que era alzado por encima de la arena; un ser extraño lo había tomado entre sus manos, lo miraba extrañado y con un movimiento brusco lo lanzó hacia el aire. Sintió que se alejaba más y más del agua y de la tierra, sintió que su cuerpo empezaba nuevamente a transformarse, sintió que ya podía mover sus manos y empezó a moverlas con fuerza y, para su sorpresa, su caída empezó a detenerse; empezó a observar que mientras más rápido agitaba sus manos, su caída se aminoraba más y más. En esa caída vertiginosa observó, como un parpadeo, al ser que lo había empujado hacia el cielo y vio que se reía; lo buscó nuevamente con la mirada y observó que en sus ojos había un brillo extraño. Tan concentrado se encontraba en la figura de ese ser que lo había lanzado a los aires, que no se dio cuenta de que ya no estaba cayendo, que se encontraba volando, y, hasta entonces, se percató que su cuerpo, en realidad, ahora, era de un ave, un ave de blanco plumaje.

Su deseo era acercarse a ese ser, por lo que voló hacia él y se posó nuevamente en la tierra. Quiso hablarle al extraño y su voz se oyó como graznidos. El ser lo miraba y sonreía cada vez más, mientras el príncipe deseaba hablar y de su boca no salían más que agudos graznidos. El ser reía cada vez más fuerte y su voz retumbaba en los oídos del príncipe. Desesperado, el príncipe se le acercó y quiso tocarlo y observó que sus alas eran enormes y que, en realidad, lo que estaba haciendo era ocasionándole más risa a ese extraño que tenía en frente. Desesperado, el príncipe alzó el vuelo y trató de posarse a la altura de los ojos del ser, le lanzó una mirada y pensó fuertemente: Si de verdad todo el universo está conectado, tú ya sabes lo que quiero preguntarte, contéstame y deja de reírte. En esos momentos el ser dejó de reír, le extendió la mano para que posara su cuerpo sobre ella y se dirigió hacia una roca, ahí lo depositó suavemente, mientras él se sentaba frente a él.

_Escúchame bien, príncipe, que aunque tú no puedas hablarme, sé perfectamente cuáles son tus preguntas.

Toda tu vida la has vivido en la tierra, ahora ya viste lo que significa el agua para los peces y debes aprender lo que significa el aire para las aves y más tarde aprenderás otra lección de la cual nada puedo decirte. La enseñanza que se encuentra detrás de tus experiencias, sólo tú podrás descifrarla; tanto tus amigos los peces como yo, aquí en la tierra, no somos sino auxiliares del universo en la tarea de mostrarte los 10 principios, así pues, ya te he dicho todo lo que podía decirte, alza el vuelo y aprende lo que es el aire. Yo tengo que irme, hay muchas cosas importantes en mi vida como para seguir platicando contigo, además, tú no puedes decirme nada, parece que has perdido la voz y, sonriendo, se alejó.

El príncipe, sumido en sus reflexiones, alzó el vuelo sin saber qué rumbo tomar; al menos esta vez no había angustia en su mente, sabía que, en cierta forma, su Padre lo estaba siguiendo, sabía que todo lo que le pasara estaba dentro del plan que el universo tenía para todos los seres y, mientras volaba, observó que grandes nubes empezaban a obscurecer el panorama. Aunque no podía ver de dónde provenía la luz, pues no observaba a ningún sol, las nubes empezaron a cubrir todo el cielo y de las nubes pasaron los relámpagos y los rayos y empezó a caer una lluvia como nunca antes había experimentado. El agua golpeaba fuertemente sus alas, el aire silbaba y entorpecía su camino; decidió entonces bajar a tierra a esperar que la tormenta cesara, pero, bajo él, sólo se extendía una capa inmensa de agua. Trató de recordar en qué dirección se encontraba la tierra para dirigirse hacia ella, pero no pudo observar, se encontraba totalmente perdido en medio de una tormenta y abajo no había sino el inmenso mar.

Desesperado, buscaba un lugar donde posarse, pero no podía ver sino agua en todas direcciones; trató de bajar a la superficie del mar buscando descansar, pero se encontró que el oleaje estaba sumamente agitado, si se posaba sobre la superficie, inmediatamente sería cubierto por las olas, inmediatamente se vería sumergido dentro del mar. Sentía su cuerpo húmedo y cansado, sentía que no podía ya más volar, empezó a planear, dejó sus alas extendidas y empezó a dejarse llevar por las corrientes de aire que, junto con el agua, formaban la tormenta. Exhausto, vio cómo iba perdiendo altura, no había manera de mantener el vuelo, sus alas ya no tenían fuerza para seguir moviéndose. En esos momentos, sintió que iba a ser estrellado contra la superficie del mar, el miedo lo invadió y en el momento preciso, justo en el lugar donde iba a caer, un gran remolino se formó y cayó, no sobre el mar, sino sobre el hoyo de ese gran remolino de agua que se había formado en el mar. Sintió su cuerpo dar vueltas y vueltas y sintió que caía en un pozo profundo.

Cuando tomó conciencia del lugar, todo estaba en calma, todo, a excepción de una pequeña piedra que se encontraba en el centro de toda esa obscuridad; no podía ver nada, no podía moverse, no sabía si era pez, o si era ave, o si era hombre, todo lo que podía ver era una extraña piedra magnética que despedía una luz tenue de color azulada y de la cual salían chispas como pequeños rayos de tormenta, parecían electrificadas. Imposibilitado de moverse, pensó:

_ ¿Qué significará todo esto?, ¿en dónde estoy?, ¿qué soy ahora? Y la piedra contestaba:
_Ahora no eres nada, sólo un chispazo de luz, sólo un chispazo de luz emanada de mí mismo.
Mientras hablaba, la piedra parecía incrementar su actividad eléctrica y se apagaba. Quiso moverse para acercarse a ella y no pudo. La piedra contestó nuevamente:
_No tienes cuerpo, yo soy el creador de todas las cosas, tú saliste de mí y ahora eres obscuridad; la única forma de que tomes nuevamente conciencia es que regreses a mí, pero no puedes moverte. El príncipe se extrañó aún más y preguntó ingenuamente:
_ ¿Cómo quieres que regrese a ti si no puedo moverme?, es ilógico lo que dices.  Y la piedra volvió a contestar: 
_La lógica del universo no es tu lógica, yo he creado todas las cosas del universo, tú eres una creación mía, pero, porque te has alejado de mí, ahora estás en la obscuridad, perteneces a ella, yo soy la luz, yo soy el fuego, tu eres la obscuridad, necesitas regresar a mí para que sepas quién eres.
_Yo sé quién soy y tú no puedes ser el creador del universo, porque el creador es Dios.
_Yo soy Dios, contestó la piedra.
El príncipe quedó, por unos instantes, desconcertado. ¿Cómo era posible que esa piedra que estaba observando pudiera ser Dios? La imagen que tenía de ese Dios creador de todas las cosas, era infinitamente mayor que esa piedra que se encontraba brillando en la obscuridad. El príncipe preguntó:
_Si tú eres Dios, entonces, tu deseo es que yo aprenda los 10 principios. Si tú deseas que me acerque a ti, ¿cómo entonces, me quitas el movimiento?, ¿cómo entonces, esperas que yo pueda seguir buscando si no puedo ni moverme?
_Joven príncipe, caminante del cielo, yo no tengo deseos ni espero nada, yo simplemente creo al universo, la obscuridad es parte de mí y la luz lo es también; la tierra de donde vienes, el agua por la que has pasado, el aire en el que has volado, todo se sintetiza dentro de mí que soy el fuego. ¿Por qué he de tener esperanzas de que tú hagas algo?, ¿por qué he de tener deseos de que tú hagas algo?, para mí todas las criaturas del universo son iguales, todas están dentro de mí.
_Un momento, _contestó el príncipe_, yo partí en un viaje en el cual mi Padre me encomendó aprender los 10 principios con los cuales fue creado el universo; eso significa que mi Padre me envió a conocerte a ti. Si hoy te he encontrado, quiere decir que todos los principios pueden ser revelados por ti para mí; quiere decir que he llegado al final de mi camino; quiere decir, entonces, que voy a poder volver a donde está mi Padre; quiere decir que estoy a punto de encontrar el resto de los principios que me faltan por descubrir.

Y mientras el príncipe reflexionaba en voz alta, hablando con la piedra, la piedra permanecía callada. El muchacho seguía pensando en voz alta. _Entonces, si he llegado hasta Dios, estoy en el corazón de toda la sabiduría del universo, aquí me puedes revelar todos los secretos, esto es lo que necesitaba, ahora sólo falta que tú me los digas._ Y, entonces, la piedra se rompió en mil pedazos y un enorme ser apareció en su lugar, un ser que echaba chispas por todo el cuerpo, una luz azulada electrificaba todo lo que tocaba; extendió su mano imponente, en esa región de la obscuridad en donde se encontraba el príncipe y lo tomó violentamente, lo levantó hasta la altura de sus ojos y le dijo:
_Torpe príncipe, has hecho caso de lo que te decía un extraño, desoíste el consejo de tu Padre, te dejaste engañar por lo que te decían afuera y olvidaste que sólo tú podrás encontrar los secretos; ahora has perdido tu oportunidad y quedarás eternamente sumergido en la obscuridad, no podrás ver nada ni sentir nada, no tienes cuerpo, sólo eres un punto de obscuridad, piérdete en ella. Alzó su mano y lo aventó hacia la obscuridad.

El príncipe se encontraba infinitamente asustado, no tenía cuerpo, no podía moverse, sólo pensaba; ya no podía ver la piedra ni al ser, ya no había nada a su alrededor, ni arriba, ni abajo, ni adelante, ni atrás, ni a su derecha, ni a su izquierda; reconocía que efectivamente se había dejado engañar por las palabras de la piedra. Quería llorar pero no tenía ojos, quería gritar pero no tenía boca, quería tocar su cabeza pero no tenía cabeza, ni manos, ni alas, ni aletas. ¿Qué es esto?, pensaba, nuevamente he fracasado, ¿qué significa todo esto?, de verdad ¿habré perdido el camino?, ¿habré perdido la oportunidad? Y su mente regresó a su lejana infancia y recordó el momento en que su Padre lo estaba despidiendo y le decía: No importa dónde te encuentres, Yo estaré siempre contigo.

Ahora se sentía solo y, sin embargo, esas palabras las recordaba una y otra vez, hasta que, en un chispazo de conciencia, se dijo: Si mi Padre no me mintió y hasta ahora nunca lo ha hecho, quiere decir que mi Padre se encuentra en algún lugar dentro de mí y dirigió sus pensamientos hacia su Padre, diciendo así:

_Padre mío, hoy te necesito más que nunca, he pasado por la tierra y supe lo que era vivir como hombre, pasé por el agua y supe lo que era vivir como pez, volé por los aires y supe lo que era la vida de una ave, me he encontrado con el fuego, con la electricidad y he sabido lo que es estar en contacto con el fuego y ahora estoy sumergido en medio de tinieblas, ¿dónde estás Padre, para que me ayudes?, y muy dentro de él se escuchó otra voz que decía lo siguiente:
_El universo entero está compuesto por la tierra, el agua, el aire y el fuego; lo sólido, lo líquido, lo gaseoso y lo etérico. Has visto la naturaleza de las cosas, has aprendido que el universo entero no es sino la combinación de 4 cosas y ahora la obscuridad te envuelve. ¿Qué es lo que separa la obscuridad de la luz? Piensa hijo mío, ¿qué es lo que separa la obscuridad de la luz?

El joven quería que su Padre siguiera hablando, pero su voz calló y, entonces, su mente se enfrascó tratando de resolver el enigma. ¿Qué separa la obscuridad de la luz? Empezó a recordar todo lo que había escuchado en su viaje. El bien y el mal residen en ti. Cada una de las imágenes de los espejos representa una parte tuya. Todo lo que te pasa es escuchado por el universo. Lo que tú experimentas lo experimenta el universo. Todas esas frases circulaban por su mente hasta que, de pronto, se hizo la luz en su mente y dijo:
_Lo que separa la luz de la obscuridad soy yo mismo, puesto que soy parte de todos y estoy en todos, de la misma manera como el universo está en mí. Yo soy la luz y soy la obscuridad y en estos momentos escojo ser la luz, y en ese instante, justo cuando el príncipe decretó esas palabras, "Yo soy la luz", "Yo soy la luz", nuevamente las palabras majestuosas se escucharon dentro de su ser:

“El universo entero ha sido creado siguiendo el orden de los 4 principios: Tierra, Agua, Aire y Fuego, (sólido, líquido, gaseoso y etérico); todo está en ti y tú escoges lo que quieres ser”.

Éste es el quinto principio. Y su nave se enfiló hacia nuevas aventuras.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

lunes, 12 de septiembre de 2011

Todo está en equilibrio, todo está en unidad

Temas relacionados:

Una vez que abandonó el salón de los espejos y siguió su camino, el príncipe había dejado de ser niño; su vida había transcurrido aceleradamente dentro de aquel salón, sus pensamientos habían madurado, había aprendido que dentro de él mismo había muchas personalidades y que mientras una parte de él se sentía príncipe, la otra se sentía como un ser sin importancia; mientras que tenía un aspecto bueno, había otros malos que residían dentro de él. Estos descubrimientos lo llevaron a reflexionar cuál sería la forma de poder eliminar todos aquellos aspectos de su ser interior que le parecían malos u horrorosos.

Sumergido en las profundidades de sus reflexiones, su camino lo llevó hasta cruzarse con otro de los múltiples viajeros del espacio. El príncipe le preguntó:
_ ¿Qué rumbo llevas mi hermano?
_No llevo ninguno, ¿por qué he de tener algún rumbo fijo? El príncipe le contestó:
_Bueno, me imagino que si vas viajando es porque te diriges hacia algún destino.
_Pues te equivocas muchacho, la dirección que sigue mi nave nada tiene que ver con mi destino, no importa a dónde me lleve, yo sé que alcanzaré siempre el destino que busco. El príncipe se extrañó de esta respuesta y siguió preguntando:

_ ¿Quieres decir que si vas para adelante o vas para atrás siempre llegarás a tu destino?
_Mira muchacho, mi destino no se encuentra en lo que puedes ver, el viaje que sigue mi nave es simplemente un instrumento que me permite caminar hacia mi interior, el destino que busco se encuentra dentro de mí y no afuera, así que la nave es circunstancial, puedo viajar en cualquier dirección y, sin embargo, la meta la voy a alcanzar porque se encuentra dentro de mí.
 
El príncipe se sintió atraído por esta respuesta y le preguntó:
_ ¿Me permitirías acompañarte en tu camino?
_Ya te lo he dicho, no voy a ningún lado, mi destino está dentro de mí.
_Sí, lo entiendo, en cierta forma yo ando siguiendo lo mismo, busco los 10 principios universales y en realidad no sé qué rumbo tomar, me da igual seguirte a ti que enfilar hacia otro rumbo.
_Si así lo deseas, entonces sígueme _, y el príncipe viajó junto con este ser.
Debo mencionar que ese ser se parecía bastante al príncipe, sólo que sus pensamientos, sus palabras y su forma de moverse, correspondían perfectamente a un anciano.
_ ¿Cuánto tiempo llevas viajando?, preguntó el príncipe.
_Mucho, le contestó su acompañante.
_Sí, pero, ¿cuántos años?
_El tiempo no tiene sentido cuando lo que buscas es la eternidad.
_Espera, dijo el príncipe, ¿tú no tienes que llegar a tu meta en un tiempo determinado?
_No, no tengo que hacerlo.
_Pues, al parecer, tu camino y el mío sí son diferentes, yo necesito de un cierto tiempo para alcanzar los 10 principios, pues de otra forma mi familia me abandonará.
_Mira muchacho, ¿a dónde podría ir tu familia que estuviera fuera de este universo?
_No lo sé, contestó el príncipe, esas fueron las palabras de mi Padre; regresa antes que sea demasiado tarde, pero hasta después de haber encontrado los 10 principios.
_Bueno, tal vez no entendiste lo que tu Padre te dijo.
_ ¿Cómo es eso, cómo podría entender esas palabras?, preguntó el príncipe.
_Quizás lo que quiso decir tu Padre fue que si llegas a tomar demasiado tiempo para encontrar los 10 principios, tal vez te alejes de tu infancia, tanto, que te impida entenderlos y percibirlos.
_No te entiendo, dijo el príncipe.
_Esos principios de que te habló tu Padre, en realidad los tenemos todos dentro de nosotros.
_Sí, efectivamente, eso fue lo que dijo mi Padre.
_Pues bien, a medida que creces, los principios los vas olvidando; si tomaras demasiado tiempo tal vez nunca puedas recordarlos.
_ ¿Quieres decir que esa es la lección que mi Padre me dio al despedirme?
_No, no quiero decir eso, recuerda que tu Padre te dijo que no confiaras en extraños.
_Es cierto, eso fue lo que me dijo mi Padre, pero, ¿cómo es que lo sabes tú?
_Mira muchacho, en el universo todo está conectado con todo, el Padre de tu Padre tal vez estuvo muy cerca del Padre de mi Padre y si caminamos hacia atrás, en el tiempo, todos tuvimos el mismo Padre; así pues, tu camino y el mío se parecen porque los caminos de todos los seres se parecen; las palabras que tu Padre te dijo al partir es muy probable que sean las mismas que las que dijo mi Padre cuando yo partí.
_ ¿Quieres decir que tú también andas en busca de los 10 principios? ¿Cuántos has encontrado?, preguntó el príncipe.
_De nada serviría que yo te los dijera, de nada serviría que yo te explicara mis experiencias, recuerda que no debes confiar en lo que los demás dicen, las enseñanzas deben ser tuyas exclusivamente.
_Pero, ¿no me puedes decir, al menos, si tu camino va terminando o vas empezando igual que yo?
_Lo que sí puedo decirte es que el tiempo deja de tener sentido cuando te llenas de la inmensidad del universo. ¿Sabes cuánto tiempo llevan estas estrellas que nos rodean, aquí, suspendidas en el espacio, girando unas alrededor de otras, siguiendo una marcha interminable? ¿Sabes que nosotros también somos parecidos a las estrellas?; vamos viajando en el espacio, pero nuestro cuerpo está formado por millones de pequeños seres, pequeñas células que viajan obligadamente a donde nosotros vamos. ¿Te has puesto a pensar que para ellas nosotros somos sus dioses porque las hemos creado? ¿Te has puesto a pensar que tus decisiones son leyes inmutables para esas células? Nosotros viajamos dentro de Dios, de la misma manera como las células viajan dentro de nosotros. ¿Tendrá alguna importancia el tiempo en este viaje infinito?
_Tus palabras realmente me hacen reflexionar; seguramente has viajado mucho más que yo, porque mis razonamientos no alcanzan a entender el significado de tus palabras. Realmente me siento afortunado porque me hayas aceptado acompañarte en este camino.
_Todos somos compañeros en este camino y todos vamos juntos hacia el mismo lugar. No importa que nuestros cuerpos puedan verse con los ojos, no importa que tú puedas verme y sentir que viajas junto a mí, he estado cerca de ti desde el momento en que te encontraste con aquella flor en el planeta solitario; también estuve cerca de ti cuando fuiste atrapado por aquellos extraños seres; fui también una de las imágenes en los espejos y ahora me encuentras dentro de mi nave. ¿No te das cuenta que hemos viajado juntos y que seguiremos viajando juntos hasta el final del camino?

El príncipe se encontraba totalmente sorprendido. ¿Quién era ese ser que había estado participando de todas sus experiencias? El príncipe le preguntó:
_Pero, ¿quién eres tú que conoce exactamente los lugares por los que he pasado?, ¿cómo es posible que hayas visto lo que yo he visto?
_Ya te lo he dicho, todo está unido en el universo, no existe nada separado y lo que tú has vivido lo ha vivido el universo entero, lo que tú has aprendido lo ha aprendido el universo entero; todas tus experiencias, todos tus recuerdos, los tengo grabados en mí mismo, porque tú los donaste al universo desde el primer momento en que los experimentaste.
_Mira, tus palabras son demasiado complicadas para mí, yo no puedo saber quién eres tú ni puedo saber por lo que tú has pasado; yo sólo sé por lo que he pasado, para mí todo esto es muy extraño, tal vez me falte caminar mucho para llegar a eso que tú dices; creo que lo mejor será separarnos, pues tus palabras empiezan a confundirme. Gracias por permitirme haberte acompañado y, gracias también, por las palabras que me dedicaste.
_Muchacho, antes de que te alejes, quiero recordarte algo: no confíes en lo que ves, no confíes en lo que oigas, sólo ten confianza en lo que tú descubras, recuérdalo.

Y el príncipe se alejó. Sus pensamientos iban y venían en todas direcciones. Decidió hacer un alto en un pequeño asteroide que se encontraba flotando en el espacio, aparentemente sin ninguna dirección, se sentó en una gran piedra y empezó a meditar.

Pasó mucho tiempo, pasaron muchos días, pasaron muchos años. Cuando nuevamente volvió en sí, encontró que a su alrededor el pasto había crecido, que él mismo empezaba a confundirse con el terreno, pues las hierbas lo tenían casi cubierto. Al incorporarse lentamente, observó una multitud de serpientes, sólo que cada serpiente se mordía la cola y caminaba, no arrastrándose por el suelo, sino rodando sobre su propio cuerpo como si fueran aros que habían sido empujados por el viento. Un extraño espectáculo se abría ante sus ojos, serpientes mordiéndose la cola y rodando en una procesión interminable en todas direcciones.

Una de las serpientes chocó contra él, se detuvo y se paró sobre su cola y, mirando fijamente al muchacho, le preguntó:
_ ¿Quién eres tú?, no te había visto por aquí.
_Soy un viajero en el espacio que me he detenido a meditar, pero ustedes no estaban cuando yo llegué.
_Te equivocas muchacho, nosotros hemos estado aquí desde el principio de este planeta, ¿cómo es posible que no te hayamos visto llegar?
Evidentemente la serpiente mentía, pensó para sus adentros el príncipe y le contestó:
_Yo acabo de llegar, no tengo mucho tiempo de haberme sentado a meditar, ustedes no estaban aquí.
Para estos momentos, muchas serpientes se habían congregado alrededor del príncipe e inmediatamente todas ellas empezaron a protestar:
_Tú eres un extraño, no sabemos de dónde has llegado, nosotros hemos habitado este planeta desde su creación y tú no estabas, ¿de dónde, pues, saliste?
A medida que decían estas palabras, todas empezaban a estrechar el círculo que formaban alrededor del muchacho. Por unos momentos, el príncipe pensó que se encontraba en peligro, por lo que las detuvo, diciendo:
_Alto ahí, yo soy el espíritu de este planeta, soy su dios, retírense si no quieren que con un pensamiento las destruya a todas.
Las serpientes se alejaron inmediatamente por el temor, pero todas las serpientes del planeta empezaban a juntarse alrededor del muchacho.
_Si tú eres nuestro dios, dinos entonces: ¿Por qué estamos todas aquí y por qué somos las únicas que habitamos este planeta?

Sin saber exactamente qué responder, el muchacho contestó:
_Están aquí para descubrir los 10 principios que moran en todas las cosas y cuando así lo hagan, su vida y su mundo se transformarán y empezarán a vivir una vida nueva y maravillosa en donde todo será paz, armonía y felicidad.
Las serpientes se miraron unas a otras y dijeron:
_Tus palabras no las entendemos, todo lo que deseamos nosotras es rodar y rodar, cada vez más rápido, para poder así conocer todo nuestro planeta y ser las más ágiles de todo el universo; no sabemos qué es eso de paz y felicidad, son palabras huecas; si tú eres en verdad el dios del planeta, debes poder mandarnos mensajes que podamos entender.
_Escúchenme bien: Ustedes son criaturas de este universo y todo el universo se encuentra unido, si existe algún ser en otra región de este universo que sepa lo que es la armonía, la paz y la felicidad, esas mismas enseñanzas estarán en ustedes, descúbranlas y vivirán con una mayor armonía.

Las serpientes empezaban a confundirse, lentamente, cada una mordió su cola y se alejó rodando. Todas se fueron a excepción de una, cuando estuvo sola le dijo:
_Muchacho, a mí no puedes engañarme, sé quién eres y por qué estás aquí, mi Padre me envió para decirte algo. En tus recuerdos encontrarás el secreto del siguiente principio.
El príncipe se sorprendió y le dijo:
_ ¿Quién es tu Padre?
_Mi Padre es el mismo Padre que el tuyo, y la serpiente se alejó, subió a su nave y partió.

Tal vez nunca encuentre el cuarto principio, tal vez nunca pueda encontrar los principios superiores, pero mi destino será buscar y buscar, porque ese es el camino de todos los seres del universo. En su interior, el príncipe tuvo nuevamente un chispazo de luz y una voz de habló así:

_Hijo mío, has aprendido algo en este viaje: Todas las criaturas del universo se encuentran unidas; no importa a dónde viajes yo estaré siempre contigo; no importa en qué lugar te encuentres, lo que tengas qué aprender estará siempre en frente de ti. Escucha bien este principio: Más allá del bien y del mal, más allá de las imágenes de los espejos, más allá de tus hermanos hombres y serpientes, más allá de todas las aparentes diferencias y contradicciones que puedas encontrar en tu vida, todo se encuentra en armonía, todo se encuentra en paz, todo se encuentra en unidad. Las contradicciones se disuelven, el bien y el mal se funden en un solo principio, "EL EQUILIBRIO". Tu compañero de viaje te enseñó lo que era el equilibrio, no existe derecha ni izquierda, arriba o abajo, en el universo, no existen los aciertos y los errores, todo eso se funde en el camino interior que te llevará hacia ti mismo. Detrás de cada lección, detrás de cada error, siempre encontrarás algo que aprender, no lo olvides:

“Todo está en equilibrio, todo está en unidad”.

Este es el cuarto principio.
Y el príncipe siguió viajando, esta vez sin rumbo fijo, sabiendo que de todas formas habría de llegar a su destino.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

miércoles, 31 de agosto de 2011

El bien y el mal residen en todas las cosas creadas

Temas relacionados:

El niño príncipe viajaba por el espacio, pero tal vez más rápido que su nave; sus pensamientos iban y venían, recordando todos los detalles de sus últimas experiencias. Primero había aprendido que todo lo creado había sido hecho por un gran ser que únicamente deseaba la felicidad para todos sus hijos; había aprendido que cada cosa creada tenía una razón de ser en el universo; que aun cuando se le denominara de diferentes formas, era un solo ser, y deseaba que sus hijos aprendieran a convivir armónicamente y ayudarse unos a otros.

Después, aprendió que todo lo creado tenía una vida y que, aunque fuera diferente a la suya, en realidad estaba cumpliendo con algún designio divino; de aquí en adelante, debería respetar todas las cosas, puesto que todos habían sido creados con un propósito y manifestaban algún tipo de vida. Cada estrella que pasaba, cada cometa que se cruzaba en su camino, le recordaban estos dos principios y, mentalmente, los saludaba.

Su viaje lo fue llevando hacia una extraña región del universo; él seguía en su búsqueda y pensaba que todos los secretos del universo tenían que cruzarse en su camino, tal como había pasado en los últimos dos que recién había descubierto. Sin darse cuenta siquiera, su pequeño rayo de sol lo llevaba, lentamente, al encuentro de un gran planeta. El planeta se observaba con manchas oscuras y brillantes; esto llamó la atención al niño, que empezó a observarlo, sin intentar siquiera cambiar el rumbo de su nave. Poco a poco, la nave fue penetrando en la atmósfera de ese planeta y, cuando logró detenerla, se encontró en los patios de un gran castillo.

Rápidamente descendió de su nave y decidió explorar. Lo que encontró lo llenó de asombro; eran paredes muy altas en donde únicamente había una puerta; en la puerta se podía observar un letrero que decía: Esta es la puerta del bien, el que pase por aquí obtendrá todo lo bueno del universo. Decidió pues, entrar, y la puerta inmediatamente se cerró. Cuando volvió a ver la puerta que se había cerrado detrás de él, había un letrero que decía: Esta es la puerta del mal y todo el que cruce por aquí obtendrá todo lo malo que hay en el universo.

Se sintió entonces, desconcertado; era la misma puerta y, sin embargo, en un lado de ella decía ser la puerta del bien y en el lado contrario la puerta del mal. Acostumbrado, como estaba, a encontrar sorpresas, siguió caminando en la sala a la que había entrado. Dentro encontró muchos espejos, todas las paredes estaban cubiertas con espejos de diferentes tamaños y enfocados en forma diferente. Al acercarse y observar más cuidadosamente los espejos, se dio cuenta de algo extraño; las imágenes que él proyectaba en los espejos eran distintas en cada uno de ellos. Un letrero en la pared decía: Aviso a todos los viajeros: cada uno de estos espejos refleja un aspecto de su persona, no todos son verdaderos, pero, el que encuentre su verdadero reflejo habrá alcanzado la gloria eterna.

El niño siguió caminando observándose en los espejos y en uno de ellos vio su piel de color negro; la curiosidad le ganó y se acercó, extrañado, por la imagen que estaba reflejando el espejo. Una vez que hubo observado todos los detalles pasó al siguiente y ahí encontró que el espejo reflejaba la imagen de un niño más pequeño que él, tal vez un niño recién nacido; trató de encontrar una explicación pero no podía.
Pasó al siguiente y observó a un joven príncipe, orgulloso de sus dominios y sus posesiones, con la mirada déspota y observaba hacia el horizonte, tal vez, pensando en que sus dominios eran los más grandes de todo su planeta. En el siguiente observó a un anciano y en el otro a un hombre enfermo. Cada vez que se reflejaba en un espejo encontraba nuevas imágenes.

Empezaba ya a cansarse de los espejos cuando decidió pasar al siguiente salón. Cuando quiso encontrar la puerta observó, extrañado, que no existía ninguna; trató de recordar dónde se localizaba la puerta por donde había entrado y sólo encontró espejos y más espejos. En la parte superior del salón se encontraba un calendario marcando una fecha extraña e indicando los días y las horas; el niño empezó a sentirse un poco raro; pasaban las horas en el reloj, pasaban los días, y el niño no podía encontrar la salida. Los espejos entonces empezaron a reflejar imágenes de angustia, algunos de ellos empezaban a llorar, mientras que otros se enojaban y las imágenes reflejaban una desesperación que rayaba en el coraje; tal parecía como si los espejos estuviesen leyendo lo que estaba pasando interiormente en el niño.

Mientras ese reloj y el calendario daban vuelta interminablemente, el niño empezó a desesperarse y en sus pensamientos se decía a sí mismo: no sé qué está pasando, no sé cuánto tiempo llevo aquí, el calendario indica que han pasado muchos días, el reloj sigue su curso, empiezo a pensar que he dejado de ser niño, no sé en realidad cuánto tiempo llevo en este lugar y no puedo encontrar la clave del misterio que encierran los espejos. Trató de serenarse y se dirigió al espejo que le mostraba a un ser de color negro; levantó su mano derecha y la imagen levantó su mano izquierda; hizo él un movimiento hacia su izquierda y la imagen respondió con un movimiento a su derecha, y empezó a pensar: ¿Por qué los espejos reflejan la imagen al revés?, ¿por qué mi derecha es la izquierda de ellos? y ¿por qué todo es exactamente al lado opuesto?

Se dirigió a otro espejo en donde se encontraba un anciano; observó sus ojos y el anciano le respondió haciendo lo mismo; quiso ver una luz que saliera de esa mirada que lo estaba observando, pero el anciano respondió haciendo exactamente lo mismo; por un momento pensó que esa imagen correspondería a la que él tendría en el futuro, pero luego se preguntó: ¿Cuál es la imagen verdadera, la del niño o la de este anciano?, ¿cuánto tiempo llevaré aquí encerrado?, ¿quién soy realmente?, ¿cómo soy realmente? ¿Cómo puedo saber el tiempo en que estoy si todo lo que observo me da pistas falsas?, ¿estaré condenado a pasar aquí el resto de mis días?

Mi padre me dijo que cuando yo lo necesitara lo encontraría dentro de mí. Se alejó de los espejos y se colocó en el centro del salón, se sentó y cerró sus ojos y empezó a llamar a su padre. Padre, hoy te necesito, necesito sentirte dentro de mí, no sé qué me pasa, este cuarto me ha llenado de confusión; no sé quién soy ni cuánto tiempo llevo aquí; los días pasan y se convierten en años; el calendario cambia las fechas, en ocasiones rápidamente y en otras muy lentamente; el reloj sigue dando vueltas y más vueltas, ya no sé si soy niño o soy joven, o he llegado a la ancianidad, necesito tu ayuda.

El niño esperó la respuesta pero no obtenía ninguna, abrió los ojos y observó algo curioso en los espejos; algunos reflejaban la imagen de su padre, mientras que otros reflejaban las imágenes a las que ya estaba acostumbrado, pero como si lucharan contra esa otra que reconocían como extraña. El niño se dirigió hacia los espejos que reflejaban la imagen de su padre, pero, en el momento de acercarse, la imagen desaparecía y aparecían las tradicionales imágenes de niños negros, ancianos y príncipes déspotas; volteó hacia atrás y vio que los espejos a su espalda estaban reflejando a su padre, corrió hacia donde estaba la imagen y nuevamente ésta desapareció.

Desconsolado el niño, no acertaba a explicarse lo que estaba pasando y gritó: padre, ¿por qué huyes de mí?, y algunas imágenes empezaron a reír a carcajadas, mientras que otras intentaban dar respuesta a su pregunta. Todo era una gran confusión, las risas apagaban el sonido de aquellas que trataban de explicar las cosas, alcanzando a escuchar la voz de una de las imágenes diciéndole: Tienes que aprender que el bien y el mal residen dentro de ti y que el mal desea tu destrucción y que el bien desea tu glorificación, palabras que no tenían ningún significado para el príncipe.

Las carcajadas seguían oyéndose y el reflejo de su padre, entristecido, se iba desvaneciendo en los pocos espejos que aún podían reflejarlo y el niño, angustiado, observaba que ya eran muy pocos los que reflejaban la imagen de su padre. Los labios de la imagen se movían, pero cada vez que él corría para acercarse y tratar de escuchar lo que decía, la imagen de su padre era desplazada hacia otro lugar de la habitación.

En un momento de desesperación, el niño cayó de rodillas y, cerrando sus ojos, se dijo a sí mismo: “Tal vez he fracasado, pero sólo quiero que sepas padre, que siempre te amé y siempre quise encontrar la sabiduría, tal vez no supe buscarla, pero desde dondequiera que estés, yo te envío mi bendición y mi gratitud.”

En ese momento, todos los espejos empezaron a reflejar la imagen de su padre; el niño no podía verlas porque tenía los ojos cerrados, pero, entonces, la voz de su padre se escuchó gloriosa dentro y fuera de él: “Hijo mío, aquí estoy y siempre estaré dentro de ti, no importa lo que pase. Hoy has encontrado el siguiente principio:

“El bien y el mal residen en todas las cosas creadas”.

Mantente siempre alerta, porque, aun dentro de ti, existe la semilla de la maldad; procura que tu corazón vibre siempre en armonía y en permanente comunión con todos los seres del universo; has observado que cada espejo reflejaba una parte diferente de ti, ¿cuál es la verdadera?, nadie te lo podrá decir nunca, porque la única imagen verdadera es la que tú percibes de ti, esa que tú sientes que eres en lo más interno de ti. Todo lo que percibas del mundo puede engañarte, sólo aquello que encuentres dentro de ti te dará la clave para saber cómo guiar tus pasos por el sendero correcto. Abre los ojos y asómate a tu realidad”.

Cuando el niño abrió los ojos los espejos habían desaparecido y una gran puerta se abría en frente de él; se acercó a la puerta y encontró un letrero que decía: “Viajero del espacio, cada espejo es como otro ser humano, la imagen que tú percibiste reflejada en cada uno de ellos, es un ser humano diferente que te enseña que todos son reflejos de un mismo Dios.”

El niño cruzó la puerta no deseando volver a ella, subió a su nave y partió hacia el espacio. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ese último letrero de la puerta: "Todos los espejos son como personas, reflejan a un mismo Dios". No podía entender lo que ese principio trataba de explicarle, cuando una voz interior habló diciéndole así: “Todas las imágenes que viste fueron tuyas, y cada vez que veas a un hermano tuyo, piensa que puede ser un espejo de Dios que te está revelando algo que no conoces de ti mismo. Más adelante, en tu camino, entenderás mejor lo que quiero decirte.”

Y el niño partió en busca del cuarto principio.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

sábado, 27 de agosto de 2011

Todo lo que existe tiene vida

Temas relacionados:

Y el niño pensaba: acabo de descubrir el primer principio. Existe un ser que creó todo lo existente, tiene muchos nombres y todos pueden percibir su existencia aunque lo llamen de diferentes formas; El es justo y bueno y todo lo que existe, existe por El. Me gustaría aprender más de Él. Y ahora, ¿dónde podré buscar el siguiente principio?

Sus pensamientos lo llevaban de una región a otra; tan sumergido se encontraba en sí mismo, que no observó que su camino lo llevaba directamente hacia la trayectoria de un gran cometa; cuando quiso reaccionar, el choque era inevitable y se vio de pronto arrastrado por la cola del cometa de una manera vertiginosa. Sus pensamientos fueron repentinamente interrumpidos y su única preocupación fue no perder el equilibrio y tratar de escapar cuanto antes de la fuerza tan poderosa que lo arrastraba. Sin embargo, el cometa ejercía tal arrastre sobre él, que, por más esfuerzos que hacía, no podía liberarse de su magnetismo, el cometa seguía una órbita elíptica alrededor de un gran sol.

El príncipe pensaba si era su destino terminar su vida atrapado en la cauda de un cometa, o bien si sería capaz de liberarse de él. Mientras hacía esfuerzos por liberarse, observó que el magnetismo del cometa lo atraía hacia el centro de él, vio que era más fácil caminar hacia el centro, que buscar alejarse de ese astro que lo arrastraba. El se decía a sí mismo, que no podía ser que a principio de su camino, tuviera que pasar por un peligro de tal magnitud. Empezaba a desesperarse y a lamentar el no tener a sus padres ni a nadie que le ayudara, cuando, entonces, decidió caminar hacia el centro del cometa buscando llegar a tocar su superficie. Avanzando lentamente por la cauda, observó que lo que parecía ser la superficie, en realidad no era sino un cúmulo de gases. Siguió hacia el centro hasta llegar a una extraña región que no era posible ser observada desde el exterior; sumergida entre nubes se encontraba una tierra misteriosa.

Una vez dentro, un extraño ser se le acercó y le increpó diciendo:
_Lamento decirte, pequeño niño, que vas a ser la siguiente víctima en honor a nuestro Dios-. El niño no podía dar crédito a lo que estaba escuchando y preguntó su explicación, a lo que el ser respondió:
_Este cometa viaja por el universo atrapando a seres para ser sacrificados en honor a nuestro Dios, y el niño respondió:
_ ¿Cómo es posible, que siendo Dios un ser justo, que no desea sino la felicidad y el gozo de todas sus criaturas, ustedes puedan hacer sacrificios a ese Dios?
_ ¿De qué otra manera podemos dar gracias a ese Dios que nos ha protegido por tanto tiempo?_, contestó el ser. Y el niño continuó su diálogo.
_ ¿Cómo saben que ese Dios les agradece a ustedes sus sacrificios?
_Porque nos sigue protegiendo, dijeron.
_Aun así, puede ser que Él los proteja aun sin dedicarle sacrificios.
_Tal vez, pero no podemos arriesgarnos, lo mejor es continuar con las tradiciones que nuestros ancestros nos dejaron, tú tendrás que morir en honor a nuestro Dios y esa es la última palabra.
Dicho esto, aparecieron otros seres que tomaron al niño por los brazos y lo condujeron hasta una celda. El niño se encontraba abatido; su camino apenas empezaba y la amenaza de morir a manos de desconocidos parecía ser inminente.

Recordó las palabras de su padre: “todo lo que necesites lo encontrarás dentro” y entonces empezó a buscar el significado oculto de esas palabras. ¿Cómo era posible que dentro de él se encontrara la solución a este problema? Observando tras la reja, veía las actividades de esos extraños seres; iban y venían intentando impulsar a su pequeña nave espacial convertida en cometa, alrededor de un maravilloso sol y, entonces, se atrevió a preguntarles:
_ ¿Por qué se empeñan en tener a su nave dando vueltas sin fin a través de un sol?
_Mira niño, este sol que tú ves es quien nos ha dado la vida y por eso a él le debemos entregar víctimas, para agradecerle la vida que nos ha concedido-. Y el niño siguió preguntando.
_ ¿Acaso ustedes pagan con muertes la vida que Dios les ha dado? Y los seres preguntaron:
_ ¿Cómo es que siendo tú tan pequeño, hablas con ese lenguaje tan complicado?, ¿cómo es que tú puedes hablar de Dios, si nosotros sabemos que es un ser del que no podemos decir nada?
_Tal vez ustedes no lo sepan, pero existe un principio en el universo, el principio que dice que Dios ha creado a todos los seres de la creación, incluyendo a ese sol alrededor del cual ustedes dan vueltas. Ese Dios del que les hablo tiene muchos nombres y sólo espera que sus hijos aprendan y comprendan los principios bajo los cuales fue creado todo el universo. Yo voy en busca de esos principios y ya encontré el primero; tal vez ustedes no lo sepan, pero también andan en busca de los mismos principios.
Y mientras el niño hablaba, los seres empezaron a acercarse a la reja y empezaban a verlo extrañados. Uno de ellos le preguntó:
_ ¿Quieres decir, que todos nosotros nacemos para ser felices y que eso es lo que quiere Dios?
_Exactamente, eso es lo que yo he aprendido. En otros planetas he observado a los seres cantar y bailar dando gracias a Dios y ese Dios los seguía protegiendo por igual.
_ ¿Quieres decir que ellos no hacían sacrificios?
_Exactamente, y también me encontré a una flor que me dijo que ella era la esperanza, porque Dios había querido que ella no muriera en un planeta que estaba casi desierto; El le dijo que, algún día, los hombres reconocerían la importancia de tener a una flor con ellos y la cuidarían, y la superficie entera de su planeta se multiplicaría por millones y, entonces, todos volverían a ser felices, pero cuidando unos de otros, no haciendo sacrificios.
Y los seres extraños, seguían llegando para oír la forma como el niño les hablaba.
_Un momento-, le dijeron _ si todo eso que dices es verdad, ¿cómo es posible que nosotros, durante tantos miles de años, nos hayamos mantenido vagando, dando vueltas en círculos interminables alrededor de este sol y nunca nadie nos explicó nada?
_Tal vez muchos quisieron hacerlo y ustedes los mataron sin darles oportunidad de ello.
Los seres se miraron unos a otros y, extrañados, abrieron la puerta del niño, lo tomaron de las manos y lo llevaron hasta una cámara escondida cuya entrada se veía sombría. Cuando iban pasando, el niño observó cajas de cristal con cuerpos de seres venidos de otras partes del universo.
_Mira, le dijeron, todos ellos vinieron antes que tú y todos fueron sacrificados, ahí están sus cuerpos, los mantenemos ahí porque es un honor ser sacrificados para nuestro Dios.

El niño sintió tristeza al ver esos cuerpos porque pensó que, tal vez, ellos iban, igualmente, en busca de los 10 principios y no lograron terminar. Se acercó a una de las cajas y con lágrimas en los ojos tocó el cristal y, entonces, escuchó una voz dentro de él que decía: “No estoy muerto, la muerte no existe, es simplemente el paso de un nivel de existencia a otro”. El niño se asombró y volteó hacia las caras de los seres a ver si habían escuchado esa voz; parecía que nadie había percibido nada. Siguió hacia la siguiente cripta, tocó con sus manos el cristal y escuchó, esta vez, a otra voz que decía: “Todas las cosas viven en el universo, tienen una razón de existir; Dios nunca habría creado algo para tenerlo muerto, cada cosa tiene una razón de existencia”. El niño, emocionado, siguió hacia la siguiente cripta y la tocó esperando escuchar algún mensaje. Esta vez escuchó una voz femenina que decía: “Al igual que tú, anduve en búsqueda de los 10 principios, pero mi viaje me llevó hasta otra región de existencia; ahora que los he encontrado, deseo volver nuevamente a la existencia de tu plano, retírate de la caja porque he escogido este momento para despertar”. Y, entonces, el niño, entendiendo el mensaje, volteó hacia los seres y les dijo: 
_Pónganse de rodillas porque vamos a presenciar un acto que les demuestra que Dios únicamente quiere la vida para todos sus hijos.

Y los seres, asustados, se alejaron del niño y observaron, asombrados, cómo, el cuerpo de la criatura que se encontraba en la cripta, abría los ojos y se incorporaba y, entonces, el ser les dijo: “Ustedes sacrificaron mi vida hace ya mucho tiempo, hoy los perdono, pero deben aprender, que, en el universo, todo tiene vida, todas las cosas tienen la vida que Dios les ha concedido, nadie puede matar a nadie porque nadie tiene el derecho de hacerlo, sólo Dios quien ha concedido ese don a todas sus criaturas, es el único capaz de retirarlo. Enderecen sus vidas y entiendan que todo en la creación tiene una vida y que cuando aparece lo que ustedes llaman muerte, en realidad, no es sino el viaje que hace el ser desde este nivel en que ustedes se encuentran, a otro, tal vez más glorioso. Recuerden esto y nunca lo olviden”.

El ser femenino volteó hacia el niño y le dijo: “Gracias por darme la oportunidad de dar esta lección, entiéndela tú porque te la has ganado, es tu segundo principio. Tiempo es de alejarnos, tú seguirás tu camino y yo voy de retorno con los míos”. Tomando la mano del niño y haciendo un ademán, desaparecieron de la vista de los extraños seres. El niño se vio de pronto a sí mismo, nuevamente, en su rayo de sol en que viajaba y quedó pensando por unos momentos: He encontrado el segundo principio, pero lo he recibido de otra criatura; mi padre dijo que desconfiara de todo lo que escuchara, y mientras seguía recordando las palabras de su padre, una voz majestuosa habló dentro de él:
_El segundo principio es el que te enseña que...

“Todo lo que existe en la creación tiene vida, tal vez diferente de la tuya, pero todo tiene vida. Algún día llegará algo que tú reconocerás como la muerte, pero no será sino la entrada a otro mundo más maravilloso en donde tu aventura continuará”.

Y el niño siguió su camino, satisfecho de haber encontrado la segunda lección.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin