domingo, 18 de marzo de 2012

No te angusties, aprovéchalo

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Primero debemos ser conscientes de que lo único que importa es lo que uno puede llegar a hacer. Angustiarse por lo que los demás pueden o no hacer resulta vano puesto que no tenemos eso bajo nuestro control. El vivir a la espera de algo sinceramente le quita el color a las experiencias y a la vida en general porque cuando llega algo que se esperaba, pierde su valor y cuando no llega, uno se siente defraudado. Las cosas vienen tal como vinieron y tenemos que aprender a aceptarlas. No se trata de conformismo, sino de simplemente saber diferenciar entre lo que tenemos y no bajo nuestro control.

"La felicidad y la libertad comienzan con la clara comprensión de un principio: algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Sólo tras haber hecho frente a esta regla fundamental y haber aprendido a distinguir entre lo que podemos controlar y lo que no, serán posibles la tranquilidad interior y la eficacia exterior."
Epicteto

Es muy importante comprender que lo único que tenemos bajo nuestro control son nuestras propias acciones. Uno nunca sabe lo que los demás hacen, así se vean ciertas acciones, no sabemos la intensidad de su actitud, ni por qué lo hicieron, ni el que pensaban mientras lo hacían. Si no conocemos a los demás no sabemos si lo hicieron con todo su esfuerzo o si simplemente fue al paso y esto por más "grandioso" o "insignificante" que haya sido lo que hayan hecho.

"Presta atención únicamente a tus verdaderas preocupaciones y da por sentado que lo que pertenece a los demás es asunto suyo y no tuyo. Si obras así, serás impermeable a la coacción y nadie te podrá retener. Serás auténticamente libre y eficaz, pues darás buen uso a tus esfuerzos en lugar de malgastarlos criticando u oponiéndote a los demás."
Epicteto

Esperar u ordenar a alguien que haga algo resulta una mentira y por ende sea el resultado que haya no es real. Si realmente queremos un cambio ese debe venir de nosotros mismos, si realmente queremos que se haga algo ese trabajo debemos hacerlo nosotros mismo, si realmente queremos que ocurra algo, no debemos esperar a que alguien lo haga por nosotros.

Una vez superado el vano ejercicio de esperar algo debemos entender que por más justo y controlado que parezcan nuestras acciones no significa que nunca sentiremos dolor. El dolor es algo muy natural, es algo necesario puesto que nos indica que algo está sucediendo mal, hay algo que debe mejorar o puede que hayamos o no hecho algo.

Las situaciones complicadas y el entorno en sí no definen al hombre, sino lo descubren. El dolor y los obstáculos son buenas herramientas para poder descubrir hasta donde somos capaces de llegar y que tanto comprendemos la vida. Entonces por más sacudidas y golpes que nos da la vida no significa que sea injusta, sino que desea despertarnos porque con nuestras actitudes estamos perdiendo oportunidades o simplemente haciendo las cosas más complicadas.

"El progreso espiritual pasa por hacer frente a la muerte y a las calamidades. En lugar de apartar la vista de los acontecimientos dolorosos de la vida, míralos de frente y piensa en ellos a menudo. Al hacer frente a las realidades de la muerte, la enfermedad, la pérdida y la decepción, te liberas de falsas ilusiones y esperanzas, al tiempo que evitas pensamientos desdichados y envidiosos."
Epícteto

Tal vez el dolor sea inevitable, pero el sufrimiento es opcional. Cambiando nuestras actitudes cambiamos las causas, cambiando las causas cambiamos los efectos. Si queremos resultados diferentes no debemos hacer siempre lo mismo y el hacer incluye el no hacer. Si sufrimos es porque nos gusta el dolor. Si algo quema o causa daño continuamente, vale alejarse inmediatamente, pero no sin antes entender el porque lo hace, puede que no sea necesario alejarse. Las cosas vienen y se van, pero la voluntad no.

"Todo lo viviente es obediente. (...) Se le dan órdenes al que no sabe obedecerse a sí mismo. Tal es la condicion natural de lo vivo. (...) Mandar es más dificil que obedecer. Porque el que manda lleva el peso de todos los que obedecen, y ese peso fácilmente le aplasta. Mandar me parece un probar y un riesgo. Y siempre, cuando manda, se arriesga lo vivo. Y cuando se manda a sí mismo, tiene también que expiar su autoridad: tiene que ser juez, vengador y víctima de su propia ley."
Friedrich Neitzsche

Por caminos secretos se desliza el más debil a la fortaleza. La vida misma siempre busca superarze a sí misma...

domingo, 11 de marzo de 2012

¿Aprovechamos bien el tiempo?

El estilo de vida de las ciudades distorsiona notablemente el valor del tiempo. Los días parecen más cortos de lo que son, el agobio psicológico o “stress” ataca a todos en mayor o menor medida y solemos tener la sensación de no llegar a cumplir con todo lo que nos hemos propuesto. Actuamos tan deprisa, que casi corremos.

Pero correr… ¿hacia dónde? ¿Sabemos qué es lo que buscamos alcanzar al final de esta carrera? La gran mayoría de personas ha perdido de vista este fin, ¿por qué?

La falta de claridad sobre nuestros objetivos, la rutina, la falta de determinación y de orden, la poca comunicación, son algunos de los motivos por los cuales no se aprovecha adecuadamente el tiempo. Su manejo es uno de los factores más importantes en nuestras vidas y sin embargo, es uno de los problemas más notorios de nuestra época.

La mayoría de la gente se queja porque la vida es breve y porque el tiempo parece correr velozmente, principalmente para aquellos que se acuerdan tarde de vivirla. Séneca decía que no es que la vida sea corta sino que más bien somos nosotros que perdemos el tiempo. Según él, tenemos el tiempo justo para realizar lo que es importante, de modo que la duración de la vida depende del uso que hagamos de ella. Cuando la vida se ha dilapidado en cosas inútiles, en el momento de abandonarla sentiremos que se nos ha escurrido de las manos. ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar a resolver este problema?

Partamos de que el tiempo es Vida, es una energía vital, un recurso tan valioso que ningún otro podría reemplazarlo. Cuando hablamos de utilizar bien nuestro tiempo, nos referimos a cómo aprovecharlo en beneficio de nuestra finalidad; de lo contrario, ni todas las técnicas del mundo nos servirán para nada.

Para definir cuál es nuestra finalidad, hay que empezar por tener claridad sobre aquello que anhelamos alcanzar en nuestra vida, aquello que soñamos. Todos tenemos sueños, pero ¿qué estamos haciendo hoy para plasmarlos? ¿Cuánto aportan nuestras actividades cotidianas al logro de este objetivo final? No se trata de acumular pendientes para un mañana lejano, sino de encaminar cada acto presente hacia el objetivo final. Algunas personas, al estar abrumadas por un día a día que aporta poco o nada a sus sueños, llegan a tomar una decisión no siempre acertada: renunciar a vivir sus sueños para proseguir al menos con las exigencias básicas de la vida.

La vida ofrece muchas oportunidades a quienes la aprovechan y saben vivir en forma recta, porque la naturaleza es sabia no mezquina.
Muchos viven dominados por la avaricia, otros haciendo cosas inútiles o atontados por la bebida; hay quienes se dejan llevar por la inercia y también están los que arriesgan sus vidas en la guerra peleando por intereses ajenos.

Algunos eligen ser esclavos de quienes los dominan, otros pierden la vida por ser envidiosos o por odiarse a si mismos y también están los que no disfrutan de los placeres de la vida. Pero la mayoría no saben qué hacer con su vida.

Cuando la vida se ha dilapidado en cosas inútiles, en el momento de abandonarla sentiremos que se nos ha escurrido de las manos. El peligro de no tener clara nuestra finalidad en la vida es que podemos llegar al final de nuestros días preguntándonos "¿Qué hice de mi vida?"

El hombre tiene muchos miedos porque es mortal pero también tiene ambiciones de inmortales. No se puede dejar para la vejez la vida virtuosa o decidirse a vivir plenamente recién cuando se es viejo porque ninguno tiene garantía de ser longevo. La tranquilidad y la paz interior son los bienes más preciados.

Tener una finalidad es darle un sentido a nuestra existencia. Y para ello, debemos conocer quiénes somos, quiénes queremos llegar a ser y saber cómo actuar cada día para lograr ese propósito. El camino de la filosofía o el conocimiento de sí mismo y de la vida, ha sido siempre una extraordinaria ayuda para los hombres que buscan respuestas claras y profundas a estas inquietudes.

"Primero cerciórate de quién quieres ser; luego, haz lo que debas hacer."
Epícteto

Adaptado de:
 "Boletin Filosófico Cultural Nro. 193" - Nueva Acrópolis
“Séneca – Vida, pensamiento y obra” - Colección Grandes Pensadores