domingo, 13 de marzo de 2011

Sobre la realidad y la muerte

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"El progreso espiritual pasa por hacer frente a la muerte y a las calamidades. En lugar de apartar la vista de los acontecimientos dolorosos de la vida, míralos de frente y piensa en ellos a menudo. Al hacer frente a las realidades de la muerte, la enfermedad, la pérdida y la decepción, te liberas de falsas ilusiones y esperanzas, al tiempo que evitas pensamientos desdichados y envidiosos."
Epícteto

Los acontecimientos no nos hacen daño, pero nuestra visión de los mismos nos lo puede hacer

Las cosas, por sí mismas, no nos hacen daño ni nos ponen trabas. Tampoco las demás personas. La forma en que veamos las cosas es otro asunto. Son nuestras actitudes y reacciones las que nos causan problemas. Por consiguiente, ni siquiera la muerte tiene gran importancia por sí misma. Es nuestro concepto de la muerte, nuestra idea, lo que es terrible, lo que nos aterroriza. Hay formas muy distintas de pensar sobre la muerte. Examina a fondo tus conceptos sobre la muerte y sobre todo lo demás. ¿Son realmente ciertos? ¿Te hacen algún bien? No temas a la muerte y al dolor; teme al temor a la muerte y al dolor. No podemos elegir nuestras circunstancias externas, pero siempre podemos elegir la forma de reaccionar ante ellas.

Veamos las cosas tal como son en verdad

Las circunstancias no se presentan para satisfacer nuestras expectativas. Las cosas suceden por sí mismas. La gente se comporta tal como es. Aprovecha lo que realmente obtienes.

Abre los ojos: tienes que ver las cosas tal como son y así te ahorrarás el dolor de los falsos vínculos y de la decepción evitable. Piensa en lo que te deleita, las herramientas con las que cuentas, las personas a quienes quieres. Pero recuerda que tienen su propio carácter específico, el cual poco o nada tiene que ver con la forma que tenemos de verlo.

A modo de ejercicio, piensa en la cosa más insignificante a la que te sientas vinculado. Pongamos, por ejemplo, que tienes una copa favorita. Al fin y al cabo, no es más que una copa, de ahí que si se rompe puedas soportarlo. A continuación toma una cosa o una persona para con quien tus sentimientos y pensamientos de apego sean más intensos.

Recuerda, por ejemplo, cuando abraces a tu hijo, a tu marido, a tu esposa, que estás abrazando a un mortal. Así, si uno de ellos muriera, podrías soportarlo con entereza. Cuando algo acontece, lo único que está en tu mano es la actitud que tomas al respecto; tanto puedes aceptarlo como tomarlo a mal. Lo que en verdad nos espanta y desalienta no son los acontecimientos exteriores por sí mismos, sino la manera en que pensamos acerca de ellos. No son las cosas lo que nos trastorna, sino nuestra interpretación de su significado.

¡Deja de asustarte a ti mismo con ideas impetuosas, con tus impresiones sobre el modo en que las cosas son! Las cosas y las personas no son lo que deseamos que sean ni lo que parecen ser. Son lo que son.


Conforma tus deseos y expectativas a la realidad

Para bien o para mal, la vida y la naturaleza se rigen por leyes que no podemos cambiar. Cuanto antes lo aceptemos, más tranquilos estaremos. Te harias mucho daño si aun sabiendo esto te haces el loco y desearias que tus hijos o tu esposa vivieran para siempre.

Son mortales, igual que tú, y la ley de la mortalidad está completamente fuera de tu alcance. De modo semejante, es vano desear que un patrono, un pariente o un amigo no tengan tacha. Ello supondría controlar cosas que en verdad no podemos controlar. Bajo nuestro control está que no nos decepcione el deseo si nos ocupamos del mismo de acuerdo con los hechos, en lugar de dejarnos llevar por él. En el fondo estamos controlados por aquello que otorga o suprime lo que buscamos o evitamos. Si lo que buscas es la libertad, no desees ni rehuyas nada que dependa de los demás, o siempre serás un esclavo desvalido.

Comprende en qué consiste realmente la libertad y cómo se alcanza. La libertad no es el derecho o la capacidad de hacer lo que te venga en gana. La libertad viene de comprender los límites de tu propio poder y los límites naturales establecidos por la divina providencia. Al aceptar las limitaciones y las inevitabilidades de la vida y trabajar con ellas en lugar de combatirlas, nos hacemos libres. Si, por el contrario, sucumbimos ante el deseo pasajero por cosas que escapan a nuestro control, perdemos la libertad.

Haz tuya la voluntad de la naturaleza

Descubre la voluntad de la naturaleza. Estúdiala, préstale atención y hazla tuya. La voluntad de la naturaleza nos es revelada mediante experiencias comunes a todos. Por ejemplo, si el hijo de un vecino rompe un tazón o algo por el estilo, decimos de buen grado: «Estas cosas pasan». Cuando el tazón que se rompa sea el tuyo, deberías responder de la misma forma en que lo haces cuando se rompe un tazón ajeno.

Traslada esta premisa a asuntos de mayor importancia emocional y material. ¿Que muere el hijo, la esposa u otro ser querido de otra persona? En tales circunstancias, cualquiera puede decir: «Es el ciclo de la vida. La muerte tarde o temprano llega. Hay cosas inevitables».

Pero cuando quien muere es nuestro hijo o nuestro amor, tendemos a exclamar: «¡Ay de mí! ¡Qué desgraciado soy!» mismo a otra persona. Transfiere ese sentimiento a tus circunstancias actuales. Aprende a aceptar los acontecimientos, incluso la muerte, con inteligencia.

Ocúpate de lo que tienes, no hay nada que perder

En verdad nada nos puede ser arrebatado. No hay nada que perder. La paz interior comienza cuando dejamos de decir, a propósito de las cosas, «lo he perdido», y en su lugar decimos «ha regresado al lugar de donde vino». ¿Ha muerto tu hijo? Él o ella ha regresado al lugar de donde vino. ¿Tu marido o tu esposa han muerto? Él o ella ha regresado al lugar de donde vino. ¿Te han arrebatado posesiones y propiedades? Éstas también han regresado al lugar del que vinieron.

Tal vez estás enfadado porque una mala persona ha robado tus pertenencias. ¿Pero por qué debería preocuparte quién devuelve tus cosas al mundo que te las dio? Lo importante es ser muy cuidadoso con las cosas que tienes mientras el mundo te permite tenerlas, tal como un viajero cuida de su habitación en una posada.



1 comentario:

  1. Has nombrado a mi pensamiento en algunas pocas líneas, gracias por mostrar al mundo lo que en realidad es el mundo...

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