miércoles, 31 de agosto de 2011

El bien y el mal residen en todas las cosas creadas

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El niño príncipe viajaba por el espacio, pero tal vez más rápido que su nave; sus pensamientos iban y venían, recordando todos los detalles de sus últimas experiencias. Primero había aprendido que todo lo creado había sido hecho por un gran ser que únicamente deseaba la felicidad para todos sus hijos; había aprendido que cada cosa creada tenía una razón de ser en el universo; que aun cuando se le denominara de diferentes formas, era un solo ser, y deseaba que sus hijos aprendieran a convivir armónicamente y ayudarse unos a otros.

Después, aprendió que todo lo creado tenía una vida y que, aunque fuera diferente a la suya, en realidad estaba cumpliendo con algún designio divino; de aquí en adelante, debería respetar todas las cosas, puesto que todos habían sido creados con un propósito y manifestaban algún tipo de vida. Cada estrella que pasaba, cada cometa que se cruzaba en su camino, le recordaban estos dos principios y, mentalmente, los saludaba.

Su viaje lo fue llevando hacia una extraña región del universo; él seguía en su búsqueda y pensaba que todos los secretos del universo tenían que cruzarse en su camino, tal como había pasado en los últimos dos que recién había descubierto. Sin darse cuenta siquiera, su pequeño rayo de sol lo llevaba, lentamente, al encuentro de un gran planeta. El planeta se observaba con manchas oscuras y brillantes; esto llamó la atención al niño, que empezó a observarlo, sin intentar siquiera cambiar el rumbo de su nave. Poco a poco, la nave fue penetrando en la atmósfera de ese planeta y, cuando logró detenerla, se encontró en los patios de un gran castillo.

Rápidamente descendió de su nave y decidió explorar. Lo que encontró lo llenó de asombro; eran paredes muy altas en donde únicamente había una puerta; en la puerta se podía observar un letrero que decía: Esta es la puerta del bien, el que pase por aquí obtendrá todo lo bueno del universo. Decidió pues, entrar, y la puerta inmediatamente se cerró. Cuando volvió a ver la puerta que se había cerrado detrás de él, había un letrero que decía: Esta es la puerta del mal y todo el que cruce por aquí obtendrá todo lo malo que hay en el universo.

Se sintió entonces, desconcertado; era la misma puerta y, sin embargo, en un lado de ella decía ser la puerta del bien y en el lado contrario la puerta del mal. Acostumbrado, como estaba, a encontrar sorpresas, siguió caminando en la sala a la que había entrado. Dentro encontró muchos espejos, todas las paredes estaban cubiertas con espejos de diferentes tamaños y enfocados en forma diferente. Al acercarse y observar más cuidadosamente los espejos, se dio cuenta de algo extraño; las imágenes que él proyectaba en los espejos eran distintas en cada uno de ellos. Un letrero en la pared decía: Aviso a todos los viajeros: cada uno de estos espejos refleja un aspecto de su persona, no todos son verdaderos, pero, el que encuentre su verdadero reflejo habrá alcanzado la gloria eterna.

El niño siguió caminando observándose en los espejos y en uno de ellos vio su piel de color negro; la curiosidad le ganó y se acercó, extrañado, por la imagen que estaba reflejando el espejo. Una vez que hubo observado todos los detalles pasó al siguiente y ahí encontró que el espejo reflejaba la imagen de un niño más pequeño que él, tal vez un niño recién nacido; trató de encontrar una explicación pero no podía.
Pasó al siguiente y observó a un joven príncipe, orgulloso de sus dominios y sus posesiones, con la mirada déspota y observaba hacia el horizonte, tal vez, pensando en que sus dominios eran los más grandes de todo su planeta. En el siguiente observó a un anciano y en el otro a un hombre enfermo. Cada vez que se reflejaba en un espejo encontraba nuevas imágenes.

Empezaba ya a cansarse de los espejos cuando decidió pasar al siguiente salón. Cuando quiso encontrar la puerta observó, extrañado, que no existía ninguna; trató de recordar dónde se localizaba la puerta por donde había entrado y sólo encontró espejos y más espejos. En la parte superior del salón se encontraba un calendario marcando una fecha extraña e indicando los días y las horas; el niño empezó a sentirse un poco raro; pasaban las horas en el reloj, pasaban los días, y el niño no podía encontrar la salida. Los espejos entonces empezaron a reflejar imágenes de angustia, algunos de ellos empezaban a llorar, mientras que otros se enojaban y las imágenes reflejaban una desesperación que rayaba en el coraje; tal parecía como si los espejos estuviesen leyendo lo que estaba pasando interiormente en el niño.

Mientras ese reloj y el calendario daban vuelta interminablemente, el niño empezó a desesperarse y en sus pensamientos se decía a sí mismo: no sé qué está pasando, no sé cuánto tiempo llevo aquí, el calendario indica que han pasado muchos días, el reloj sigue su curso, empiezo a pensar que he dejado de ser niño, no sé en realidad cuánto tiempo llevo en este lugar y no puedo encontrar la clave del misterio que encierran los espejos. Trató de serenarse y se dirigió al espejo que le mostraba a un ser de color negro; levantó su mano derecha y la imagen levantó su mano izquierda; hizo él un movimiento hacia su izquierda y la imagen respondió con un movimiento a su derecha, y empezó a pensar: ¿Por qué los espejos reflejan la imagen al revés?, ¿por qué mi derecha es la izquierda de ellos? y ¿por qué todo es exactamente al lado opuesto?

Se dirigió a otro espejo en donde se encontraba un anciano; observó sus ojos y el anciano le respondió haciendo lo mismo; quiso ver una luz que saliera de esa mirada que lo estaba observando, pero el anciano respondió haciendo exactamente lo mismo; por un momento pensó que esa imagen correspondería a la que él tendría en el futuro, pero luego se preguntó: ¿Cuál es la imagen verdadera, la del niño o la de este anciano?, ¿cuánto tiempo llevaré aquí encerrado?, ¿quién soy realmente?, ¿cómo soy realmente? ¿Cómo puedo saber el tiempo en que estoy si todo lo que observo me da pistas falsas?, ¿estaré condenado a pasar aquí el resto de mis días?

Mi padre me dijo que cuando yo lo necesitara lo encontraría dentro de mí. Se alejó de los espejos y se colocó en el centro del salón, se sentó y cerró sus ojos y empezó a llamar a su padre. Padre, hoy te necesito, necesito sentirte dentro de mí, no sé qué me pasa, este cuarto me ha llenado de confusión; no sé quién soy ni cuánto tiempo llevo aquí; los días pasan y se convierten en años; el calendario cambia las fechas, en ocasiones rápidamente y en otras muy lentamente; el reloj sigue dando vueltas y más vueltas, ya no sé si soy niño o soy joven, o he llegado a la ancianidad, necesito tu ayuda.

El niño esperó la respuesta pero no obtenía ninguna, abrió los ojos y observó algo curioso en los espejos; algunos reflejaban la imagen de su padre, mientras que otros reflejaban las imágenes a las que ya estaba acostumbrado, pero como si lucharan contra esa otra que reconocían como extraña. El niño se dirigió hacia los espejos que reflejaban la imagen de su padre, pero, en el momento de acercarse, la imagen desaparecía y aparecían las tradicionales imágenes de niños negros, ancianos y príncipes déspotas; volteó hacia atrás y vio que los espejos a su espalda estaban reflejando a su padre, corrió hacia donde estaba la imagen y nuevamente ésta desapareció.

Desconsolado el niño, no acertaba a explicarse lo que estaba pasando y gritó: padre, ¿por qué huyes de mí?, y algunas imágenes empezaron a reír a carcajadas, mientras que otras intentaban dar respuesta a su pregunta. Todo era una gran confusión, las risas apagaban el sonido de aquellas que trataban de explicar las cosas, alcanzando a escuchar la voz de una de las imágenes diciéndole: Tienes que aprender que el bien y el mal residen dentro de ti y que el mal desea tu destrucción y que el bien desea tu glorificación, palabras que no tenían ningún significado para el príncipe.

Las carcajadas seguían oyéndose y el reflejo de su padre, entristecido, se iba desvaneciendo en los pocos espejos que aún podían reflejarlo y el niño, angustiado, observaba que ya eran muy pocos los que reflejaban la imagen de su padre. Los labios de la imagen se movían, pero cada vez que él corría para acercarse y tratar de escuchar lo que decía, la imagen de su padre era desplazada hacia otro lugar de la habitación.

En un momento de desesperación, el niño cayó de rodillas y, cerrando sus ojos, se dijo a sí mismo: “Tal vez he fracasado, pero sólo quiero que sepas padre, que siempre te amé y siempre quise encontrar la sabiduría, tal vez no supe buscarla, pero desde dondequiera que estés, yo te envío mi bendición y mi gratitud.”

En ese momento, todos los espejos empezaron a reflejar la imagen de su padre; el niño no podía verlas porque tenía los ojos cerrados, pero, entonces, la voz de su padre se escuchó gloriosa dentro y fuera de él: “Hijo mío, aquí estoy y siempre estaré dentro de ti, no importa lo que pase. Hoy has encontrado el siguiente principio:

“El bien y el mal residen en todas las cosas creadas”.

Mantente siempre alerta, porque, aun dentro de ti, existe la semilla de la maldad; procura que tu corazón vibre siempre en armonía y en permanente comunión con todos los seres del universo; has observado que cada espejo reflejaba una parte diferente de ti, ¿cuál es la verdadera?, nadie te lo podrá decir nunca, porque la única imagen verdadera es la que tú percibes de ti, esa que tú sientes que eres en lo más interno de ti. Todo lo que percibas del mundo puede engañarte, sólo aquello que encuentres dentro de ti te dará la clave para saber cómo guiar tus pasos por el sendero correcto. Abre los ojos y asómate a tu realidad”.

Cuando el niño abrió los ojos los espejos habían desaparecido y una gran puerta se abría en frente de él; se acercó a la puerta y encontró un letrero que decía: “Viajero del espacio, cada espejo es como otro ser humano, la imagen que tú percibiste reflejada en cada uno de ellos, es un ser humano diferente que te enseña que todos son reflejos de un mismo Dios.”

El niño cruzó la puerta no deseando volver a ella, subió a su nave y partió hacia el espacio. Sin embargo, no podía dejar de pensar en ese último letrero de la puerta: "Todos los espejos son como personas, reflejan a un mismo Dios". No podía entender lo que ese principio trataba de explicarle, cuando una voz interior habló diciéndole así: “Todas las imágenes que viste fueron tuyas, y cada vez que veas a un hermano tuyo, piensa que puede ser un espejo de Dios que te está revelando algo que no conoces de ti mismo. Más adelante, en tu camino, entenderás mejor lo que quiero decirte.”

Y el niño partió en busca del cuarto principio.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

sábado, 27 de agosto de 2011

Todo lo que existe tiene vida

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Y el niño pensaba: acabo de descubrir el primer principio. Existe un ser que creó todo lo existente, tiene muchos nombres y todos pueden percibir su existencia aunque lo llamen de diferentes formas; El es justo y bueno y todo lo que existe, existe por El. Me gustaría aprender más de Él. Y ahora, ¿dónde podré buscar el siguiente principio?

Sus pensamientos lo llevaban de una región a otra; tan sumergido se encontraba en sí mismo, que no observó que su camino lo llevaba directamente hacia la trayectoria de un gran cometa; cuando quiso reaccionar, el choque era inevitable y se vio de pronto arrastrado por la cola del cometa de una manera vertiginosa. Sus pensamientos fueron repentinamente interrumpidos y su única preocupación fue no perder el equilibrio y tratar de escapar cuanto antes de la fuerza tan poderosa que lo arrastraba. Sin embargo, el cometa ejercía tal arrastre sobre él, que, por más esfuerzos que hacía, no podía liberarse de su magnetismo, el cometa seguía una órbita elíptica alrededor de un gran sol.

El príncipe pensaba si era su destino terminar su vida atrapado en la cauda de un cometa, o bien si sería capaz de liberarse de él. Mientras hacía esfuerzos por liberarse, observó que el magnetismo del cometa lo atraía hacia el centro de él, vio que era más fácil caminar hacia el centro, que buscar alejarse de ese astro que lo arrastraba. El se decía a sí mismo, que no podía ser que a principio de su camino, tuviera que pasar por un peligro de tal magnitud. Empezaba a desesperarse y a lamentar el no tener a sus padres ni a nadie que le ayudara, cuando, entonces, decidió caminar hacia el centro del cometa buscando llegar a tocar su superficie. Avanzando lentamente por la cauda, observó que lo que parecía ser la superficie, en realidad no era sino un cúmulo de gases. Siguió hacia el centro hasta llegar a una extraña región que no era posible ser observada desde el exterior; sumergida entre nubes se encontraba una tierra misteriosa.

Una vez dentro, un extraño ser se le acercó y le increpó diciendo:
_Lamento decirte, pequeño niño, que vas a ser la siguiente víctima en honor a nuestro Dios-. El niño no podía dar crédito a lo que estaba escuchando y preguntó su explicación, a lo que el ser respondió:
_Este cometa viaja por el universo atrapando a seres para ser sacrificados en honor a nuestro Dios, y el niño respondió:
_ ¿Cómo es posible, que siendo Dios un ser justo, que no desea sino la felicidad y el gozo de todas sus criaturas, ustedes puedan hacer sacrificios a ese Dios?
_ ¿De qué otra manera podemos dar gracias a ese Dios que nos ha protegido por tanto tiempo?_, contestó el ser. Y el niño continuó su diálogo.
_ ¿Cómo saben que ese Dios les agradece a ustedes sus sacrificios?
_Porque nos sigue protegiendo, dijeron.
_Aun así, puede ser que Él los proteja aun sin dedicarle sacrificios.
_Tal vez, pero no podemos arriesgarnos, lo mejor es continuar con las tradiciones que nuestros ancestros nos dejaron, tú tendrás que morir en honor a nuestro Dios y esa es la última palabra.
Dicho esto, aparecieron otros seres que tomaron al niño por los brazos y lo condujeron hasta una celda. El niño se encontraba abatido; su camino apenas empezaba y la amenaza de morir a manos de desconocidos parecía ser inminente.

Recordó las palabras de su padre: “todo lo que necesites lo encontrarás dentro” y entonces empezó a buscar el significado oculto de esas palabras. ¿Cómo era posible que dentro de él se encontrara la solución a este problema? Observando tras la reja, veía las actividades de esos extraños seres; iban y venían intentando impulsar a su pequeña nave espacial convertida en cometa, alrededor de un maravilloso sol y, entonces, se atrevió a preguntarles:
_ ¿Por qué se empeñan en tener a su nave dando vueltas sin fin a través de un sol?
_Mira niño, este sol que tú ves es quien nos ha dado la vida y por eso a él le debemos entregar víctimas, para agradecerle la vida que nos ha concedido-. Y el niño siguió preguntando.
_ ¿Acaso ustedes pagan con muertes la vida que Dios les ha dado? Y los seres preguntaron:
_ ¿Cómo es que siendo tú tan pequeño, hablas con ese lenguaje tan complicado?, ¿cómo es que tú puedes hablar de Dios, si nosotros sabemos que es un ser del que no podemos decir nada?
_Tal vez ustedes no lo sepan, pero existe un principio en el universo, el principio que dice que Dios ha creado a todos los seres de la creación, incluyendo a ese sol alrededor del cual ustedes dan vueltas. Ese Dios del que les hablo tiene muchos nombres y sólo espera que sus hijos aprendan y comprendan los principios bajo los cuales fue creado todo el universo. Yo voy en busca de esos principios y ya encontré el primero; tal vez ustedes no lo sepan, pero también andan en busca de los mismos principios.
Y mientras el niño hablaba, los seres empezaron a acercarse a la reja y empezaban a verlo extrañados. Uno de ellos le preguntó:
_ ¿Quieres decir, que todos nosotros nacemos para ser felices y que eso es lo que quiere Dios?
_Exactamente, eso es lo que yo he aprendido. En otros planetas he observado a los seres cantar y bailar dando gracias a Dios y ese Dios los seguía protegiendo por igual.
_ ¿Quieres decir que ellos no hacían sacrificios?
_Exactamente, y también me encontré a una flor que me dijo que ella era la esperanza, porque Dios había querido que ella no muriera en un planeta que estaba casi desierto; El le dijo que, algún día, los hombres reconocerían la importancia de tener a una flor con ellos y la cuidarían, y la superficie entera de su planeta se multiplicaría por millones y, entonces, todos volverían a ser felices, pero cuidando unos de otros, no haciendo sacrificios.
Y los seres extraños, seguían llegando para oír la forma como el niño les hablaba.
_Un momento-, le dijeron _ si todo eso que dices es verdad, ¿cómo es posible que nosotros, durante tantos miles de años, nos hayamos mantenido vagando, dando vueltas en círculos interminables alrededor de este sol y nunca nadie nos explicó nada?
_Tal vez muchos quisieron hacerlo y ustedes los mataron sin darles oportunidad de ello.
Los seres se miraron unos a otros y, extrañados, abrieron la puerta del niño, lo tomaron de las manos y lo llevaron hasta una cámara escondida cuya entrada se veía sombría. Cuando iban pasando, el niño observó cajas de cristal con cuerpos de seres venidos de otras partes del universo.
_Mira, le dijeron, todos ellos vinieron antes que tú y todos fueron sacrificados, ahí están sus cuerpos, los mantenemos ahí porque es un honor ser sacrificados para nuestro Dios.

El niño sintió tristeza al ver esos cuerpos porque pensó que, tal vez, ellos iban, igualmente, en busca de los 10 principios y no lograron terminar. Se acercó a una de las cajas y con lágrimas en los ojos tocó el cristal y, entonces, escuchó una voz dentro de él que decía: “No estoy muerto, la muerte no existe, es simplemente el paso de un nivel de existencia a otro”. El niño se asombró y volteó hacia las caras de los seres a ver si habían escuchado esa voz; parecía que nadie había percibido nada. Siguió hacia la siguiente cripta, tocó con sus manos el cristal y escuchó, esta vez, a otra voz que decía: “Todas las cosas viven en el universo, tienen una razón de existir; Dios nunca habría creado algo para tenerlo muerto, cada cosa tiene una razón de existencia”. El niño, emocionado, siguió hacia la siguiente cripta y la tocó esperando escuchar algún mensaje. Esta vez escuchó una voz femenina que decía: “Al igual que tú, anduve en búsqueda de los 10 principios, pero mi viaje me llevó hasta otra región de existencia; ahora que los he encontrado, deseo volver nuevamente a la existencia de tu plano, retírate de la caja porque he escogido este momento para despertar”. Y, entonces, el niño, entendiendo el mensaje, volteó hacia los seres y les dijo: 
_Pónganse de rodillas porque vamos a presenciar un acto que les demuestra que Dios únicamente quiere la vida para todos sus hijos.

Y los seres, asustados, se alejaron del niño y observaron, asombrados, cómo, el cuerpo de la criatura que se encontraba en la cripta, abría los ojos y se incorporaba y, entonces, el ser les dijo: “Ustedes sacrificaron mi vida hace ya mucho tiempo, hoy los perdono, pero deben aprender, que, en el universo, todo tiene vida, todas las cosas tienen la vida que Dios les ha concedido, nadie puede matar a nadie porque nadie tiene el derecho de hacerlo, sólo Dios quien ha concedido ese don a todas sus criaturas, es el único capaz de retirarlo. Enderecen sus vidas y entiendan que todo en la creación tiene una vida y que cuando aparece lo que ustedes llaman muerte, en realidad, no es sino el viaje que hace el ser desde este nivel en que ustedes se encuentran, a otro, tal vez más glorioso. Recuerden esto y nunca lo olviden”.

El ser femenino volteó hacia el niño y le dijo: “Gracias por darme la oportunidad de dar esta lección, entiéndela tú porque te la has ganado, es tu segundo principio. Tiempo es de alejarnos, tú seguirás tu camino y yo voy de retorno con los míos”. Tomando la mano del niño y haciendo un ademán, desaparecieron de la vista de los extraños seres. El niño se vio de pronto a sí mismo, nuevamente, en su rayo de sol en que viajaba y quedó pensando por unos momentos: He encontrado el segundo principio, pero lo he recibido de otra criatura; mi padre dijo que desconfiara de todo lo que escuchara, y mientras seguía recordando las palabras de su padre, una voz majestuosa habló dentro de él:
_El segundo principio es el que te enseña que...

“Todo lo que existe en la creación tiene vida, tal vez diferente de la tuya, pero todo tiene vida. Algún día llegará algo que tú reconocerás como la muerte, pero no será sino la entrada a otro mundo más maravilloso en donde tu aventura continuará”.

Y el niño siguió su camino, satisfecho de haber encontrado la segunda lección.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin

martes, 16 de agosto de 2011

Tiene muchos nombres, pero es el mismo

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El príncipe partió hacia el infinito, viajaba en un rayo de sol y anduvo en busca de su primera lección. Sus pensamientos estaban confundidos; ¿dónde tendría qué buscar, cuál sería esa primera lección, a quién podría preguntarle? Partió sin rumbo fijo, todo lo que sabía era que iba al encuentro de 10 principios que lo podrían llegar a convertir en el hombre más sabio del universo y en el más feliz de la creación, o bien, si fracasaba, podría llegar a perder a su familia.

Todo eso lo pensaba y lo repasaba una y otra vez, volteaba a su alrededor buscando alguna pista, buscando algún punto en donde empezar, pero todo era igual, estrellas, cometas, mundos que chocaban, mundos en formación, estrellas frías, solitarias, vagando por el espacio. ¿Dónde detenerse, cuál sería el primer punto donde podría él empezar su búsqueda?

En su recorrido vio pasar a otros seres que, como él, andaban buscando algo; recordó las palabras de su padre: tu camino es sólo tuyo aunque todos anden buscando lo mismo. Entonces, decidió detenerse en el primer planeta que viera; decidió, que si todos los planetas y estrellas eras iguales, lo mismo daba empezar su búsqueda en una estrella lejana o en un planeta cercano y descendió en el primer planeta que encontró. Una vez en su superficie, empezó a caminar hasta que encontró a un ser y le dijo: 
_Buen hombre, ¿podrías tú indicarme cuáles son los 10 principios que debo aprender para ser el hombre más sabio en el universo?, y el buen hombre le contestó:
_No puede haber hombres sabios en el universo, porque sólo Dios tiene la verdad absoluta y nosotros no podemos entender esa verdad.
_Pero, ¿quién es Dios?, preguntó el príncipe.
_Mira hijo, Dios es el principio que anima a todos nosotros, es como una chispa de luz que ilumina tus noches cuando te encuentras solitario y te guía dentro de tus pensamientos cuando andas en busca de algo. Mientras este diálogo se desarrollaba, pasó por allí otra persona.
_Disculpen que interrumpa su plática, pero no es a Dios a quien tienen qué buscar, sino a Alá.
_Y, ¿quién es Alá? preguntó el príncipe.
_Alá es el creador de todo lo existente, incluso, creó a ese Dios de quien te está hablando este hombre; Alá estuvo antes que todas las cosas en el universo y por El vivimos y para El vivimos.
_Esperen un momento, ¿quieren ustedes decirme que Dios y Alá son seres muy poderosos dentro de esta creación?, y el primer hombre contestó:
_Ese Dios tuyo que dices es Alá, en realidad no es sino un reflejo de mi Dios; Alá podrá ser tu guía, pero en cuanto a mí respecta, no tiene ningún poder ni sobre mi Dios ni sobre mí, porque Dios me protege. Pronto se oyó una tercera voz que se unió al grupo, diciendo así:
_Señores, dejen de discutir, pues todo lo que ustedes puedan ver, sentir y pensar, no es sino el sueño de Brahma. Brahma es ese gran ser de donde todo se deriva; vivimos como parte de ese sueño que Brahma creó en su mente por obra y gracia de su poder omnipotente; la imaginación de que existe un Dios o de que existe Alá, no es sino fruto de la voluntad de Brahma, el único que ha existido siempre, el único que existirá para siempre; aun nosotros, somos producto de su propio sueño.

El príncipe se fue alejando de esta conversación, pues lejos de aclarar sus dudas, empezaba a verse confundido, y mientras los 3 hombres seguían discutiendo acaloradamente, partió en su rayo de luz para abandonar ese planeta y siguió en busca de los 10 principios. Más adelante, decidió parar en una estrella cuyo brillo llamó su atención. Cuando llegó allí, observó a los jóvenes cantando y danzando y eso le pareció hermoso y decidió acercarse.

_¿Me permiten unirme a su celebración? les preguntó.
_Por supuesto que sí. En este lugar todos bailamos y adoramos a ese ser que nos ha creado; y el niño preguntó:
_¿Quién es el que los ha creado? 
_Mira niño, el que nos ha creado a nosotros también te ha creado a ti y ha creado todo lo que puedas observar hacia arriba y hacia abajo, hacia la derecha o hacia la izquierda; todo esto ha sido creado por alguien que nos ama y que desea vernos felices por siempre.
_Pero, ¿quién es Él? insistía el niño.
_No tiene nombre, algunos lo llaman Dios, otros lo llaman Alá, otros lo llaman Brahma, en fin, tiene muchos nombres, pero es el mismo.
El niño pensó haber encontrado una clave y siguió preguntando:
_Díganme más acerca de ese principio, de ese ser tan poderoso que ha logrado crear todas las cosas.
Y los jóvenes, en sus cantos, decían:
_Cómo quieres que te expliquemos la forma en cómo Él ha creado todo, si aún nosotros no somos capaces de entender cómo es que bailamos y cantamos.
_Entonces, ¿quieres decir que no puedes decirme nada acerca de ese ser tan poderoso?
_Bueno, nadie lo ha visto, pero todos sabemos que existe.
_Pero, ¿cómo es posible que si nadie lo ha visto todo el mundo cree en Él?
_Mira pequeño príncipe, tal vez tú no lo sientas, pero a nosotros nos basta con sentirlo dentro para saber que existe.
El niño subió nuevamente a su rayo de sol y partió más confundido que antes y sus pensamientos iban de un lado para otro diciendo: primero, ese ser tiene muchos nombres; después, me dicen que es el mismo; luego, me dicen que nadie lo ha visto y, sin embargo, todos creen en Él; ¿quién podrá explicarme todo esto? Y siguiendo su camino, su vista atrapó a un objeto que se veía sombrío, sin luz. Decidió investigar, puesto que su aspecto era tan extraño y cuando llegó a ese objeto descendió en su superficie y preguntó.
_¿Es ésta una estrella, o es acaso un sol? y el ser que se encontraba sentado en una roca le contestó:
_Esto solía ser una estrella, tal vez la más brillante de todo el universo, pero ahora ya no lo es.
_Pero, ¿qué fue lo que pasó, cómo es que perdió ese brillo?
_Fue la Voluntad de Dios la que hizo que esta estrella se apagara y llenara de tinieblas este lugar que antes era maravilloso.
_Un momento, dijo el niño; ¿quieres decirme que Dios es tan malvado que le robó su luz?
_Lo que quiero decir, es que si esto fue posible, fue porque Dios lo permitió.
_Pero, ¿no hubo ninguna razón especial?, ¿acaso Dios es capaz de quitar el brillo de cualquier estrella del universo sin tener alguna razón?
_Si tuvo alguna no la entendería, yo sólo sé que antes podía divertirme y pasar días y noches disfrutando de la belleza de este planeta, pero de pronto todo se ensombreció y ahora estoy condenado a vagar en esta oscuridad y, únicamente, de vez en cuando llega alguien como tú y les comento mi historia.

"Parecía como si hubieran olvidado que todos en el
planeta éramos hermanos y que teníamos que cuidarnos
unos a otros"
El niño se levantó extrañado y siguió caminando por la superficie de ese frío y oscuro planeta. Más adelante encontró una flor, una maravillosa flor. Al verla, extrañado, se le acercó y le preguntó:
_¿Cómo es posible que en este frío y oscuro planeta puedas haber florecido con unos colores tan bellos?, y la flor le dijo: 
_Yo soy la esperanza; anteriormente en este planeta vivían millones de flores como yo, todo era luz y alegría, pero los seres que nos cuidaban se olvidaron de sus responsabilidades; dejaron de pensar en nosotros y se ocuparon únicamente de bailar y de cantar; se olvidaron que tenían una responsabilidad con todos nosotros. Poco a poco mis hermanos y hermanas fueron muriendo y los seres no dejaban de bailar y de cantar, parecía como si hubieran olvidado que todos en el planeta éramos hermanos y que teníamos que cuidarnos unos a otros, y entonces, después de un tiempo, todos fueron muriendo y sólo quedé yo. Un día vino un ángel del cielo y me dijo: tú no morirás porque representas a la esperanza; algún día, los hombres despertarán de su sueño y te verán y te querrán cuidar y querrán que haya muchas otras como tú y, en ese momento, mis hermanas volverán a aparecer y este planeta será nuevamente luz y alegría.
El niño se entristeció y preguntó:
_Entonces, ¿quieres decir que Dios no fue el que castigó a los hombres?
_Yo soy sólo una flor y no conozco los designios divinos, sólo puedo decirte que nosotros éramos antes una gran familia, hombres y plantas, animales y flores, todos formábamos una gran familia; creo que seguramente Dios se regocijaba en nosotros, pero un día, los hombres olvidaron su responsabilidad y fuimos muriendo; yo creo que Dios es justo porque no dejó que todo muriera, y ahora que estoy aquí, espero que, algún día, los hombres disfruten y podamos todos volver a ser lo que antes éramos.
El niño, profundamente conmocionado, acarició a la flor, subió en su rayo de sol y partió, y muy dentro, una voz de majestuosa presencia le dijo:
_Has encontrado la primera clave:

“Dios es el creador de todo lo que existe, tiene muchos nombres pero es el mismo; y Él cuida de toda su creación, pero deja que los seres humanos aprendan a cuidarla por ellos mismos.”

Y el niño siguió su camino en busca de la segunda lección.

Tomado de: "Los principios del iniciado" - Kwan Yin