viernes, 22 de marzo de 2013

Eres mas de lo que piensas...

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Todos hemos observado la dualidad de nuestro mundo: existe algo que llamamos “blando” porque lo comparamos con lo que es “duro”; así como llamamos “suave” a lo que es contrario a lo “áspero”. Decimos: “esta persona es buena” porque tenemos el concepto de lo que es una mala persona y, así, podemos dar muchos ejemplos…

A pesar de esta tendencia a calificar todo desde los dos colores extremos de la vida, blanco y negro, somos conscientes de que hay matices: nada es totalmente blanco, nada es totalmente negro; todo está en permanente cambio. Tal vez la representación más acabada de esta verdad sea aquel símbolo milenario chino, por todos conocido, que representa el yin y el yang, imagen universal de esta dualidad relativa.

Sin embargo, muchos de nosotros, ante ciertos acontecimientos de nuestra vida, nos hemos encontrado diciendo: “En realidad yo no sirvo para eso, es imposible para mí”; “No cuentes con esa persona, nunca hace nada bien…” Todas ellas, afirmaciones extremas: blanco o negro. Sólo vemos un lado de la vida, sin recordar que este mundo está lleno de matices. Considerar los matices no es lo mismo que admitir la mediocridad. No se refiere a esa actitud de quien dice: “bueno, todo el mundo tiene sus debilidades y sus defectos, no me pidas más”, para excusar su falta de carácter. No, una cosa es la mediocridad – que en realidad es tendencia a la inercia y al estancamiento - y otra es la relatividad de este mundo que está en permanente cambio.

Milenarias y sabias culturas como la egipcia, la china y la hindú coinciden en señalar que “todo vibra, todo cambia, todo está en movimiento”, y por eso todo en el universo marcha por un camino metafísico: el camino de la evolución. Si investigas un poco, encontrarás que, por ejemplo, el carbón en su estado natural, después de cientos de años sometidos a presión y a las temperaturas extremas de la tierra, se transforma en diamante; que el plomo, ese metal tan común y barato, tras cientos de años de evolución llega a convertirse en oro; así como un aparente gusano, se convierte en mariposa.

Entonces ¿No sería lógico pensar que el destino del hombre también está en relación con el cambio y la evolución? Ciertamente hay que admitir que no somos perfectos pues no hemos conquistado aún la cúspide de nuestras capacidades, pero somos perfectibles, capaces de ser y de hacer las cosas cada vez mejor. Por eso, si aún no somos lo que ansiamos ser, si aún no hemos alcanzado la meta que soñamos, si aún no hemos usado al máximo nuestras fuerzas, no digamos: “¡esto es imposible!”.

Si tenemos un Ideal de perfección, tendremos una estrella alta hacia la cual elevarnos, un motor para impulsarnos a seguir conquistando nuevos escalones, en el entusiasta ejercicio de crecer por dentro.

Pero ¿cómo serían el hombre y la mujer ideal? ¿Quiénes somos y quiénes podríamos llegar a ser? La Filosofía nos introduce en el fascinante camino de conocernos a nosotros mismos, de comprender las leyes que rigen la naturaleza y el destino de los hombres. Numerosos sabios de diversas culturas han dejado enseñanzas que nos permiten conocer la verdadera esencia del ser humano y comprender que en ella residen la Voluntad, la Sabiduría, el Amor y la capacidad de construirnos a nosotros mismos. La Escuela de Filosofía de Nueva Acrópolis te invita a comprobarlo, a través del curso Filosofía para la vida y de su programa de actividades de este mes.


domingo, 10 de marzo de 2013

¿Podemos ser mejores? Lección del diamante

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El diamante es la gema más preciada del mundo. Su dureza, transparencia y brillo resplandeciente, no tienen igual. Su nombre deriva de la palabra griega “adamas” que significa “invencible”. Es muy difícil romper un diamante: hacen falta 4.000 grados centígrados para fundirlo -dos veces y media más de lo que se necesita para fundir el acero-. Su composición, sin embargo, es muy simple: moléculas de carbono.

Su dureza se debe a su estructura interna, ordenada en forma piramidal: si ponemos cualquiera de sus lados como base, podremos contar los átomos de carbono por capas, teniendo la primera uno, la segunda cuatro, la tercera nueve y la cuarta dieciséis, lo que hace una sucesión de cuadrados 12, 22, 32 y 42.

Hace millones de años, dos grandes fuerzas, el calor y la presión, fueron transformando el carbón en diamante dentro de las calderas de magma hirviendo que se encuentran a grandes profundidades bajo tierra. Luego, los cambios geológicos traerían esas canteras de diamante a la superficie.

Recojamos las lecciones que encontramos en la naturaleza.

Carbón y diamante tienen la misma composición pero se diferencian en el orden interior de sus moléculas de carbono. En el primer caso, estas moléculas se encuentran desordenadas y caóticas, produciendo la opacidad del carbón y su frágil consistencia. En cambio, en el diamante vemos un orden inteligente que da paso a la claridad y a la luz.

De igual manera, un hombre sin orden en sus pensamientos, sentimientos y actos, es frágil y oscuro. Pero el hombre que pone orden en estos aspectos, es internamente fuerte, brillante, resistente y valeroso.

Para poder ordenar, necesitamos la luz del Conocimiento, aquella que disipa la ignorancia y nos permite cambiar las dudas por convicciones, la fragilidad por la fortaleza, el temor por la seguridad, la existencia sin sentido por una vida dirigida hacia un ideal de perfección. El conocimiento es como ese fuego a altas temperaturas que el carbón necesita para transmutarse en diamante. Cuando este conocimiento es puesto en acción con el poder de nuestra Voluntad, empezamos a organizarnos por dentro, nos acercamos a la sabiduría y, como el diamante, podemos irradiar luz a nuestro alrededor.

Pero el carbón se forjó también con altas presiones, hasta convertirse en diamante. Igualmente, el hombre atraviesa en su vida numerosas dificultades, que en realidad son oportunidades para aprender y crecer. Según sea su actitud ante la adversidad, o “se quiebra” o se fortalece. La lucha con la adversidad nos hace fuertes y nos concede confianza en nosotros mismos. Si lucha la semilla para abrirse y elevarse como árbol, si lucha la oruga hasta salir de su crisálida y convertirse en mariposa, si lucha el carbón hasta convertirse en diamante ¿por qué el hombre no libraría una batalla interna para realizarse plenamente?.

Entre el carbón y el diamante hay un largo camino de perfeccionamiento. Es este el camino metafísico que todos los seres transitamos, seamos conscientes de ello o no. Tenemos un punto de partida y un destino al cual llegar. Pero ¿cómo encontrar ese camino y transitar por él sin extraviarnos? Guiándonos con la luz del Conocimiento, la luz de la sabiduría de aquellos hombres sabios que marchan por delante de nosotros. Despertemos al filósofo o “amante de la sabiduría”, que todos llevamos dentro.

domingo, 3 de marzo de 2013

Amor y desilución

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Un error común entre hombres y mujeres es la incapacidad de reconocer que la ilusión es pasajera y que es muy diferente al amor. En una relación todos empezamos muy ilusionados, pero cuando acaba la ilusión , cuando las cosas se "enfrían" no significa que acabo el amor, todo lo contrario es cuando recién empieza, porque el amor participa de la conciencia, el conocimiento, la inteligencia y la voluntad.

La ilusión es algo emocional, mas el amor es algo sentimental. Si nunca te has preguntado si quieres realmente a tu pareja probablemente sigues viviendo una ilusión y no amor, porque el amor es una decisión, no un impulso o una sensación.

Si eres una persona que busca emociones en una relación, probablemente demoraras mucho en amar y peor aun, es probable que hagas daño a quien te quiere de verdad ya que aquel que muchas emociones tiene por lo general toma decisiones estando molesto y hace promesas demás estando feliz.

Las relaciones sentimentales tienen etapas y toda relación larga suele pasar por la mayoría de ellas. La desilusión probablemente es la etapa que la mayoría no considera, algunos porque no la perciben, otros por ignorancia y otros por miedo, aquella fuerza paralizante que nos impide avanzar o tomar decisiones.

La desilusión es la etapa en la que empiezas a ser más consciente, ya que no solo ves las virtudes (o fantaseas que tiene alguna), sino también los defectos y empieza a morir esa idealización sobre tu pareja que al principio hizo sentir ese cosquilleo, esa sensación de que el corazón se desenfrena a la hora de verlo(a).

El verdadero amor es una decisión y una decisión no se puede tomar sin el conocimiento de los pros y contras que se obtiene a conciencia. Simplemente no puedes amar o querer "como nunca antes" a alguien que no conoces así como no se debería a alguien que te coquetea desde que te ve. Cualquier parecido es solo confusión, instintos, pasiones, miedos u otra emoción enfermiza.

Es normal ya no estar ilusionado, la ilusión es pasajera, ahora esta en uno querer asumir la responsabilidad de amar o no, lo valioso no es fácil y se tiene que hacer mucho para alcanzarlo. El amor no se resume en un peluche, una rosa, un piropo o inclusive la intimidad, sino en una decisión totalmente despojada de las "hormonas del amor". El ser fiel o "amar" mientras se esta enamorado(a) no es precisamente Fidelidad o Amor, no hay virtud cuando se esta sujeto a un proceso hormonal que precisamente parte de lo que hace es hacerte ver a una sola persona. Cuando acaba la ilusión ya empiezas a ver a otras personas, es algo completamente normal y es precisamente en ese momento donde ya puedes participar de la Fidelidad como virtud.

Creer que el amor es ciego o que se da a primera vista es el más grande auto engaño. Simplemente no puedes ir vendado(a), muchas personas en su ignorancia junto con los medios de comunicación también nos engañan, nos hacen creer que deseamos amores como los de las películas o novelas pero sin mencionar que las películas acaban.

Tu amor no tiene porque acabar, el amor no acaba sin embargo tu decides si amar o no y si estas en la posición de que no puedes decidir es muy probable que no sea amor. Alguien que te ama no es aquel o aquella que solo te hace desenfrenar y no pensar, sino es aquel que te mantiene fuerte, que te ayuda a consolidar tus ideales, que te inspira, que te dice en que estas fallando mas no por crítica, sino porque le importas verdaderamente y posiblemente quiere compartir un futuro contigo.

En el amor no hay emociones desenfrenadas, sino todo lo contrario, hay un equilibrio el cual no es fácil alcanzar, pero por eso mismo vale demasiado.