lunes, 22 de julio de 2013

¿Para qué hago esto? ¿Hacia dónde voy?

Nuestro mundo va cambiando constantemente, generando para todos nosotros diferentes beneficios. Sin embargo a pesar de todo ello, nos vemos sumergidos en muchas dudas. Y estas inseguridades nos causan muchisimo estrés, mucha confusión y nos hace sentir insatisfechos con lo estamos viviendo.

Pero muchos de estos conflictos no existirían si unos antes de realizar algo se preguntaran para qué lo realiza y hacia dónde debe ir para lograr lo propuesto. Pongamos un ejemplo muy simple, tenemos un estudiante, que se encuentra a punto de terminar la secundaria, él más que nadie siente muchas dudas con respecto a su existencia, y más aun viviendo en un mundo donde hoy se le exige muchísimo. Una de sus preguntas más frecuentes sera: ¿Y terminando el colegio que haré?, ¿Debo estudiar o trabajo?; Si estudio ¿Qué debo hacer para lograr conseguir una vacante en la universidad?. Todos los que hemos pasado por esta situación tendremos respuesta, diferentes tal vez, a estas preguntas.

Pero no solo hay dudas de esa índole. Alguno de nosotros, no me cabe duda, debe ya estar trabajando y, obviamente, ya tiene mayores responsabilidades, y puede preguntarse incluso: ¿Realmente me gusta esto que he decidido ejercer?.

Como ven cuanto más ha pasado el tiempo en nuestra vida, más complicadas son las situaciones que nos toque experimentar.

Mientras más temprano nos hagamos estas preguntas, más pronto lograremos ver que los resultados saldrán mucho mejor que si tal vez jamás nos las hubiésemos hecho, como al parecer le sucede a nuestro amigo que se encuentra ya trabajando. bueno estos son solo ejemplos, que se nos harian mas facil comprender, sin embargo  esto debemos aplicarlo para cualquier circunstancia de nuestra vida.

Todos esperamos que aquello que decidimos tenga los resultados que queríamos conseguir. Pero debemos comprender que para lograr las metas, debemos tener muy claro qué es lo que queremos conseguir con ellas (¿Para qué?) y qué debemos hacer para conseguirla (¿Hacia dónde voy?).

Para qué: nos indicara la finalidad de aquello que nos estamos planteando. Ejemplo: Voy a estudiar ... por que busco: aprender mas sobre esto; deseo aplicarlo en lo ya estoy trabajando; ayudar a los demas; o, por último; conseguir dinero, necesito aquel objeto, viaje, etc. Lo importante es saber ¿Para qué? nosotros hacemos o no algo, pues si buscamos simplemente llenar un vacio o esperar que lo que estamos haciendo magicamente nos de una respuesta pues simplemente estamos prolongando una duda que más adelante, ya terminada la tarea, volverá a aparecer y, finalmente, no lograremos encontrar respuesta.

Hacia dónde: nos ayudará a trazar el camino que debemos seguir para llegar a nuestro objetivo, tener claro que debemos hacer para conseguirlo, pero tambien que no debemos hacer para desviarnos de él, pues se deben tener bien claro esos dos aspectos, lo que se debe  y lo que no, hacer para lograr la meta.

Sería muy frustrante plantearnos algo y ver que las cosas no estan saliendo como lo esperabamos, pero si entendemos estos dos pasos facilmente nos daremos cuenta que algo anda mal, y es muy probable que entenderemos que no nos estamos dirigiendo de la manera correcta.

Muchas de nuestras insatisfacciones, podrian haberse evitado si nos hubiesemos hecho estas dos preguntas tan importantes en nuestra vida, que sin duda alguna nos demuestra el aspecto filosofico que todos los seres humanos tenemos.


lunes, 15 de julio de 2013

Realizar las Ideas

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Nos hemos preguntado cuántas veces en la vida nos hemos planteado objetivos, caminos que queríamos seguir, una rutina que debíamos cumplir o hasta promesas a seres importantes para nosotros; y, ahora dando respuesta a estas preguntas, cuántas de ellas hemos cumplido, hemos realizado y llevado a cabo. Muchos nos responderemos, con sinceridad: “La verdad es que muchas de ellas solo quedaron en ideas…”.

Para empezar tendríamos que entender que nuestras ideas serán válidas mientras que estas sean justas y buenas para nosotros y para todos; lo que quiere decir que deberán estar sujetas a los más nobles sentimientos para cuando las llevemos a cabo, lo hagamos de la forma más adecuada. Pero si por esta idea, aún cumpliendo todo lo mencionado, no hiciéramos nada por materializarla, simplemente estaría condenada a desvanecerse.

Nosotros, como seres que somos, lo más seguro que tenemos de nuestro destino es que hagamos lo que hagamos, tarde o temprano abandonaremos este lugar y con nosotros se irán todos nuestros ideales, aspiraciones, sueños, metas. Solo quedara aquello que pudimos realizar, aquello que si logramos cumplir, aquellas metas alcanzadas y las huellas de ello en cada ser que estuvo cerca nuestro.

Se puede decir que ha habido hombres que no han muerto; no porque aún sus cuerpos estén aquí con nosotros, sino porque si vivieron aquellos ideales; es decir, si hicieron realidad aquello que empezó estando en su mente.

La vida se encarga de demostrarnos lo difícil que es plasmar nuestras ideas en hechos concretos. Muchas veces por comodidad preferimos quedarnos con los sueños, pues tal vez por temor a no cumplir con lo deseado, preferimos evitarnos aquella insatisfacción. Pero no podemos ir huyendo de algo que enriquece nuestro ser el cual es entender que podemos ser capaces de lograr materializar un ideal, volver una idea en algo real, en algo concreto.

Nuestros sueños y la realidad son los dos platillos de una balanza que debe mantenerse en equilibrio para así poder avanzar en nuestra vida con menos dolor, menos fracasos, y al contrario, más alegrías y victorias.

domingo, 7 de julio de 2013

Seguridad en uno mismo

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Esta condición es una de las más anheladas por el ser humano y, al mismo tiempo, una de las más esquivas.

¿Por qué en determinadas situaciones continuamos defendiendo actitudes negativas y autodestructivas a pesar de la evidencia en contra? ¿Por qué permanecemos atados a la irracionalidad pudiendo salirnos de ella? ¿Por qué a veces preferimos las mentiras?

"La gente no desea la verdad. Desea promesas tranquilizadoras."
Anthony de Mello

La mayoría de personas mostramos una alta resistencia al cambio. Muchos pensamos que "Más vale malo conocido que bueno por conocer", simplemente preferimos quedarnos con lo poco que conocemos en vez de explorar si hay algo mejor ya que cambiar implica el esfuerzo de reorganizar muchos pensamientos y abandonar ciertos apegos. En peores casos, nos conformamos con lo que somos, con lo que conocemos y creemos saberlo todo perdiendo de esta manera muchas oportunidades.



La seguridad en sí mismo viene, para comenzar, del propio conocimiento. La antigua enseñanza que nunca dejó de ser válida, "Conócete a ti mismo", sigue siendo la clave fundamental para iniciar este camino. No podemos afirmarnos en algo que no conocemos.

No se trata de un conocimiento superficial, puesto que todas las personas, de una manera u otra, están convencidas de que se conocen. Pero solamente saben de sus actitudes diarias, de sus reacciones habituales, de su apariencia física, y de aquello que los demás dicen de uno. Falta el otro conocimiento profundo, el que va más allá de las apariencias y de las circunstancias; el que nos permite reconocernos por encima de todos los cambios, el que ahonda en los defectos y el que encuentra la luz de las virtudes escondidas.

Para conocerse en profundidad hace falta mucho valor. ¿Cómo mantener esa seguridad, sin que decaiga en los momentos difíciles? La mayor parte de los momentos difíciles –por no decir la totalidad- provienen de nuestra esfera emotiva.

"Son las emociones, las pasiones incontroladas, las que pueden derribar el edificio pacientemente construido de la seguridad personal. Por lo tanto, no debemos confiar esta autoafirmación a elementos emocionales de manera exclusiva."

No basta con sentir; hay que pensar, y pensar con amor, pues no vale la falsa imagen de que las ideas son "frías". Son las ideas claras, precisas, estables, las que van a contribuir en mayor medida al mantenimiento de la seguridad en uno mismo.

La plena seguridad es también un estado del alma. No tiene ninguna relación con la vanidad, la soberbia o el orgullo de quienes se sienten grandes, sin haber acumulado otro mérito que mirarse siempre con buenos ojos. Ésa no es seguridad, sino una burda autosuficiencia.

La plena seguridad es el resultado de muchas pruebas, errores y correcciones, de mucha paciencia, de sufrimientos, y de recuperar el ánimo tras cada caída. Es la expresión de un largo trabajo a través del tiempo.

La plena seguridad es, en síntesis, el resultado de un esfuerzo inteligente. Es tener delante una meta clara y seguir por el camino recto, sin desviarse ni detenerse. No es un regalo; es una adquisición, es una muestra de madurez espiritual.

¿Nunca has experimentado una muestra de esta particular cara de la victoria? Seguramente, sí.

Cuando has estudiado bien para un examen has percibido que las preguntas no te turbaban; al contrario, estabas feliz de dar las respuestas acertadas y hablabas con plena seguridad.
Cuando has hecho un trabajo a conciencia, prestando atención a cada detalle, te has sentido plenamente seguro de tu obra y feliz de haberla conseguido.