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Aparte de los eones del Cielo, y el plano material, hay otras dimensiones espaciales que existen en el extremo opuesto de la escala de lo sutil a lo grosero. Éstas son los estratos del infierno. Uno puede percibirlos en ciertos sitios de poder negativos.
El rasgo específico de los sitios de poder es la presencia de algún tipo de energía de los mundos no materiales que domina allí y afecta el estado de los seres encarnados, incluso el de las personas.
Los sitios de poder pueden ser clasificados, según su efecto, como positivos y negativos. Hay sitios de poder positivos que son sumamente favorables para el trabajo espiritual o para la sanación. Los sitios de poder negativos le permiten a uno llegar a saber a que se asemeja la vida en varios estratos del infierno. Los tamaños de los sitios de poder varían de un metro a kilómetros.
Ahora para nosotros es importante entender lo que determina el estado y la dimensión espacial —paradisíaca o infernal— adonde las personas llegan al ocurrir la muerte de sus cuerpos físicos. La respuesta es bastante simple: en el otro mundo el hombre permanece en el mismo estado de conciencia al que él se acostumbró mientras vivía en el cuerpo físico. Y él continuará existiendo en este estado hasta su próxima encarnación, normalmente por centenares de años. ¡Por esto, es sumamente importante dominar el control de las emociones de uno mismo y no vivir como un animal, reaccionando de manera refleja a lo factores exteriores agradables y desagradables y a los impulsos de las profundidades del cuerpo de uno!.
Los varios estados emocionales pueden ser clasificados según la escala de lo grosero a lo sutil:
- Entre los estados más groseros están: el odio, la furia, la molestia, el horror, el miedo, los celos, la depresión, el resentimiento, los sentimientos de ser reprimido por alguien, el pesar de la separación, etc.
- Al rango medio uno puede asignar estados como: la prisa, la impaciencia, la desesperación, la ansiedad, la excitación por el trabajo o el deporte, la pasión sexual (deseo apasionado), etc.
- Los estados altos de conciencia son: la ternura (incluyendo la sexualmente coloreada), los estados que surgen cuando uno se sintoniza con los fenómenos armoniosos de la naturaleza (la madrugada, la primavera, la comodidad, la calma, las canciones de los pájaros cantores, los animales jugando, etc.) o con obras correspondientes de varios tipos de arte.
- Hay aún más altos estados de conciencia. Éstos no están presentes entre las emociones «terrenales», y no hay ninguna cosa terrenal que podría causarlos. Sólo pueden ser conocidos en las meditaciones más altas de unión con el Espíritu.
De los tres grupos de estados listados anteriormente, el primero se llama tamas, el segundo, rajas y el tercero, sattva. Tamas, rajas y sattva, como cualidades «terrenales», se denominan gunas. Las categorías más altas son «superiores a las gunas».
Haciendo esfuerzos espirituales, el hombre tiene una posibilidad de ascender de una guna a otra y a los niveles más altos. Pero también puede descender. Y hay que caer en cuenta que lo que estamos discutiendo aquí no es sólo una habilidad de sentir ciertas emociones, sino los estados habituales de la conciencia. Y el estado que es habitual en el momento cuando uno se separa del cuerpo es lo que determina el destino por centenares de años. Pensemos «¿quiero quedarme por tan largo tiempo en los estados de la primera categoría, entre otros seres semejantes?» Esto es lo que es el infierno.
Si nosotros culpamos a «ellos» —a otras personas o a ciertas circunstancias— por nuestras emociones, estamos equivocados. Nosotros mismos nos sintonizamos con malas personas o circunstancias, mientras deberíamos sintonizarnos con Dios, con lo Divino, y eso puede salvarnos del infierno.
«(…) Aléjense de lo malo, péguense a lo bueno»
Romanos 12:9.
Quizás, algunos puedan objetar, diciendo: «¡Pero apartarse del mal y preocuparse de la propia salvación es egoísmo! Y ellos, la gente malvada ¿qué sigan haciendo todo tipo de cosas malas?».
Usted está equivocado: estamos hablando sobre los estados de conciencia, primero que nada. Incluso luchando contra los delincuentes, contra la conducta humana más abominable, si éste es nuestro deber, puede hacerse sin odio, furia, aversión, en el estado de tranquilidad emocional y armonía con la Divinidad. Mientras que a través de emociones infernales, sólo podemos hacernos daño, tanto a nosotros mismos como a los amigos.
También es importante entender que las emociones fuertes no sólo se alborotan dentro de un cuerpo: éstas crean alrededor campos de energía que afectan a otras personas y pueden incluso enfermarlas.
Permítanme repetirlo una vez más: no estoy aconsejando que debemos apartarnos de la vida social, de las necesidades de otras personas, y no sólo de las personas.
«Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos»
Juan 15:13
Pero no hay que hacerlo en odio, furia o desprecio, sino en calma, amor, en dirección de su atención al Propósito Más Alto, al Padre Celestial. Exactamente así Jesús iba a Su muerte.
Mientras estamos en cuerpos físicos, podemos cambiar según nuestra voluntad los hábitos de vivir en estados emocionales, en particular, con la ayuda de métodos de autorregulación psíquica y las varias técnicas meditativas. También podemos recibir ayuda de otras personas para esforzarse a ser mejor. Pero una vez cuando el cuerpo se ha muerto es imposible cambiar el estado de uno mismo. Y entonces ya nadie podrá ayudar. Sólo uno mismo puede cambiar su destino por sí mismo durante su vida en un cuerpo físico.
Nuestros destinos en las encarnaciones actuales o futuras son afectados por nuestros vicios. Por ejemplo, si nosotros ignoramos el dolor de otros seres vivientes (no sólo de las personas) y los hacemos sufrir o permitimos que sufran, entonces Dios va a desacostumbrarnos de este hábito. ¿Cómo? Poniéndonos en situaciones donde padeceremos dolor para que podamos —experimentando el dolor— aprender a ser compasivos al dolor de los demás. De esta manera programamos nuestros destinos (el infierno en la Tierra), con los cuales será mucho más difícil refinar emociones. Ahí donde el robo, la mentira y el asesinato pasan por hechos generosos.
¿Qué debemos hacer ahora para librarnos de los vicios que nos destruyen?
Editado de : "La enseñanza original de Jesús el Cristo" - Vladimir Antonov
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