martes, 30 de noviembre de 2010

HOMBRE Y MUJER EN EL CAMINO ESPIRITUAL

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Es apropiado discutir aquí la psicología del sexo. Para empezar...

¿Cuál es el sexo de Dios? 
Si Lo  imaginamos como un anciano en una nube y decimos:  «¡Éste  es  su Dios  el Padre,  adórenlo!»,  entonces, por supuesto, Él es de sexo masculino, e incluso tiene barba. Y cierta categoría de personas de cierta edad evolutiva rendirán culto a semejante ícono y creerán que Dios es un hombre. Esto pasó en Rusia y de seguro también en muchas partes del mundo.

Jesús  también  Lo  llamó  el  Padre,  es  decir, en  el género masculino. Pero es en la tradición judaica en la que Dios fuese designado como el Padre. Pero en realidad Él es igualmente Madre y Padre. Es decir, Él no tiene ningún  sexo. Porque Él no es un humano, sino que es la Conciencia Primordial Universal. 

¿Y los espíritus son de un cierto sexo? 
Los espíritus no tienen ningún cuerpo por lo cual tampoco  tienen  sexo, aunque  mantienen  la autosensación  que  tuvieron  en  el  último  cuerpo hasta la nueva encarnación. También pueden mantener su apariencia habitual. 

«Entre  los espíritus  (…) hay  los masculinos y los femeninos (…)»
El Evangelio de Felipe, 61

Sin  embargo,  en  la próxima  encarnación,  el  sexo del cuerpo puede ser diferente. 

¿De qué depende el sexo? 
Depende de las cualidades que uno tiene que desarrollar o  reprimir  en  sí mismo. Algunas  cualidades  son más fáciles de desarrollar, poseyendo un cuerpo masculino, otras, poseyendo un cuerpo femenino. Es lo mismo con la supresión de las cualidades negativas. 

El sexo de un cuerpo está también relacionado con  las  hormonas sexuales: los andrógenos, los  estrógenos y  la  progesterona. Esto no sólo determina la sensación de pertenencia a un cierto sexo (es definido por el nivel de andrógenos en  la  fase embrionaria del desarrollo). Lo más importante para nuestro  tema es que el vigor y algunas otras características de una persona adulta dependen del nivel de hormonas sexuales.

Por  eso,  los  hombres  —con  su  nivel  alto  de andrógenos— normalmente  viven  más  intensamente que las mujeres, aspiran a las lejanías ignotas, estudian lo desconocido, luchan  por sus ideales, dominan  por sobre  la  parte menos dinámica de la sociedad: las mujeres. El hecho que los hombres estén en su mayoría en puestos ejecutivos, no es una  tradición mala, no es una infracción de los derechos de las mujeres, no es un índice de la «inferioridad» de las últimas,  sino  un proceso natural de distribución de papeles sociales que dependen de las capacidades particulares para los tipos diferentes de actividad. Agrego también que la mayoría de los asesinos, ladrones, estafadores, egoístas, narcotraficantes, "organizadores de genocidios", corruptos, etcétera ... son hombres.


Pero ni  el nivel de  andrógenos ni  el  sexo  tienen influencia directa en el nivel del intelecto

Hombre
Un alto nivel de andrógenos en una encarnación masculina  favorece  a desarrollar  el vigor, la actividad de  investigación en la ciencia, incluso la ciencia sobre Dios. Esto define  la  aspiración natural de un hombre maduro a volverse un  líder, para guiar a  las personas, ayudarlas, sacrificarse a sí mismo por su causa. 

Mujer
Una mujer típica es lo opuesto a tal hombre. Ella —que ha crecido en esta vida bajo la influencia de las hormonas femeninas— busca paz, armonía, comodidad y belleza. Ella quiere  tranquilizar al hombre  también. No  le gusta un hombre agitado,  indomable, que siempre está aspirando a alguna parte, a éste le puede admirar, pero es difícil permanecer con él en armonía y en calma. Y para el hombre, la mujer no es suficientemente vigorosa; y él quiere «sacudirla». 

«La mujer virtuosa es corona de su marido; mas la mala, como carcoma en sus huesos.»
Proverbios 12:4

Una mujer cabal está alegre de dar a los hombres su armonía, ternura, belleza, queriendo ayudarlos a «ennoblecerse», acercándolos a su ideal, a veces sacrificándose a sí misma. Y  los hombres maduros y cabales también están  listos a conducir a  las mujeres para enseñarles  lo que ellos han aprendido. De  esta manera, ayudándose mutuamente, enseñándose lo que él/ella necesita aprender, pueden ir juntos a la Meta común: a la Perfección. 



«Respétenla, protéjanla. Actuando así, ganarán su amor  (…) y encontrarán el  favor ante  la vista de Dios(…). Amen a sus esposas y respétenlas; porque  ellas serán madres mañana,  y más  tarde  las  antecesoras  de toda generación.

Sean  indulgentes hacia  la mujer. Su  amor  ennoblece al hombre, ablanda su corazón endurecido, doma al bruto y hace de él un cordero.

La esposa y la madre son los tesoros inapreciables dados  a  ustedes  por  Dios.  Ellas  son  los  ornamentos más hermosos de  la existencia, y de ellas nacen  todos los habitantes del mundo. 

Así como Dios (…) separó la luz de la oscuridad y la tierra de las aguas, la mujer posee la facultad divina de separar en un hombre las intenciones buenas de los pensamientos malos.

Por lo tanto, Yo les digo, después de Dios sus mejores pensamientos deben pertenecer a  las mujeres y  a  las esposas; la mujer para  ustedes  es  el  templo divino donde obtendrán fácilmente la felicidad y vino donde obtendrán fácilmente la felicidad perfecta.

Saquen de este templo la fuerza moral. Aquí ustedes se olvidarán de sus dolores y de sus fracasos,  y recuperarán la energía perdida, necesaria para permitirles ayudar a su próximo.

No la expongan a la humillación. Actuando así, se humillarán  y  perderán  el  sentimiento  de  amor  sin  el cual nada existe aquí abajo en la Tierra. 

Protejan a su esposa, para que  ella pueda protegerlos a ustedes y a toda su familia. Todo lo que ustedes  hagan por su esposa, su madre, por una viuda  u otra mujer en aflicción, ustedes  lo habrán hecho a su Dios.»

La Vida de San Issa, 12:13-21.


Todo lo dicho en este capítulo esta relacionado con  los  hombres y mujeres suficientemente evolucionados. Aquellos que no han intentado llegar a ser mejores  conscientemente, muy  a menudo  deciden  «afirmarse ellos mismos» a través de la arrogancia y el desdén hacia los representantes del otro sexo. 

En el Nuevo Testamento es el apóstol Pablo quien aportó  a  la  arrogancia masculina. En particular, él escribió: 

«Que  la  mujer  aprenda  calladamente,  con  toda obediencia.  Yo  no  permito  que  una mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. Porque Adán fue creado primero, y después Eva (…)»
1 Timoteo 2:11-13

«Que sus mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, sino estar en sometimiento (…), porque es una vergüenza para una mujer hablar en una iglesia» 
1 Corintios 14:34-35.

«Las  esposas,  sométanse  ustedes  mismas  a  sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es la cabeza de la esposa (…)» 
Efesios 5:22. 

«Juzguen  ustedes  mismos:  ¿es  propio  que  una mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?» 
1 Corintios 11:13.

Pero la actitud de Jesús era diferente: 

«Simón Pedro  les dijo: “Haz que María nos deje, porque la mujer no merece la (Verdadera) Vida”. Jesús 
contestó:  “Mira,  Yo  la  guiaré  para  hacerla  varón  (…). Porque cada mujer que se hace varón, entrará en el Reino de los Cielos”» 
El Evangelio de Tomás, 114.  




Un hombre que va a la Perfección tiene que completarse  con lo femenino, con lo mejor  de  lo que las mejores mujeres poseen. Una mujer que va a la Perfección tiene que completarse con lo masculino, con lo mejor de  lo que los mejores hombres  poseen. Como resultado,  tanto  el hombre como la mujer se olvidan del sexo de sus cuerpos actuales y llegan a ser pura conciencia que aspira a unirse con  la Conciencia del Creador.

 «(…) Cuando ustedes conviertan lo masculino y  lo  femenino  en uno  solo, de modo que  el varón no sea el varón ni la mujer sea la mujer, entrarán en el Reino (del Padre)»
(El Evangelio de Tomás, 22).  



Editado de : "La enseñanza original de Jesús el Cristo" - Vladimir Antonov

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