Es apropiado discutir aquí la psicología del sexo. Para empezar...
¿Cuál es el sexo de Dios?
Si Lo imaginamos como un anciano en una nube y decimos: «¡Éste es su Dios el Padre, adórenlo!», entonces, por supuesto, Él es de sexo masculino, e incluso tiene barba. Y cierta categoría de personas de cierta edad evolutiva rendirán culto a semejante ícono y creerán que Dios es un hombre. Esto pasó en Rusia y de seguro también en muchas partes del mundo.
Jesús también Lo llamó el Padre, es decir, en el género masculino. Pero es en la tradición judaica en la que Dios fuese designado como el Padre. Pero en realidad Él es igualmente Madre y Padre. Es decir, Él no tiene ningún sexo. Porque Él no es un humano, sino que es la Conciencia Primordial Universal.
¿Y los espíritus son de un cierto sexo?
Los espíritus no tienen ningún cuerpo por lo cual tampoco tienen sexo, aunque mantienen la autosensación que tuvieron en el último cuerpo hasta la nueva encarnación. También pueden mantener su apariencia habitual.
«Entre los espíritus (…) hay los masculinos y los femeninos (…)»
El Evangelio de Felipe, 61
Sin embargo, en la próxima encarnación, el sexo del cuerpo puede ser diferente.
¿De qué depende el sexo?
Depende de las cualidades que uno tiene que desarrollar o reprimir en sí mismo. Algunas cualidades son más fáciles de desarrollar, poseyendo un cuerpo masculino, otras, poseyendo un cuerpo femenino. Es lo mismo con la supresión de las cualidades negativas.
El sexo de un cuerpo está también relacionado con las hormonas sexuales: los andrógenos, los estrógenos y la progesterona. Esto no sólo determina la sensación de pertenencia a un cierto sexo (es definido por el nivel de andrógenos en la fase embrionaria del desarrollo). Lo más importante para nuestro tema es que el vigor y algunas otras características de una persona adulta dependen del nivel de hormonas sexuales.
Por eso, los hombres —con su nivel alto de andrógenos— normalmente viven más intensamente que las mujeres, aspiran a las lejanías ignotas, estudian lo desconocido, luchan por sus ideales, dominan por sobre la parte menos dinámica de la sociedad: las mujeres. El hecho que los hombres estén en su mayoría en puestos ejecutivos, no es una tradición mala, no es una infracción de los derechos de las mujeres, no es un índice de la «inferioridad» de las últimas, sino un proceso natural de distribución de papeles sociales que dependen de las capacidades particulares para los tipos diferentes de actividad. Agrego también que la mayoría de los asesinos, ladrones, estafadores, egoístas, narcotraficantes, "organizadores de genocidios", corruptos, etcétera ... son hombres.
Pero ni el nivel de andrógenos ni el sexo tienen influencia directa en el nivel del intelecto
Hombre
Un alto nivel de andrógenos en una encarnación masculina favorece a desarrollar el vigor, la actividad de investigación en la ciencia, incluso la ciencia sobre Dios. Esto define la aspiración natural de un hombre maduro a volverse un líder, para guiar a las personas, ayudarlas, sacrificarse a sí mismo por su causa.
Mujer
Una mujer típica es lo opuesto a tal hombre. Ella —que ha crecido en esta vida bajo la influencia de las hormonas femeninas— busca paz, armonía, comodidad y belleza. Ella quiere tranquilizar al hombre también. No le gusta un hombre agitado, indomable, que siempre está aspirando a alguna parte, a éste le puede admirar, pero es difícil permanecer con él en armonía y en calma. Y para el hombre, la mujer no es suficientemente vigorosa; y él quiere «sacudirla».
«La mujer virtuosa es corona de su marido; mas la mala, como carcoma en sus huesos.»
Proverbios 12:4
Una mujer cabal está alegre de dar a los hombres su armonía, ternura, belleza, queriendo ayudarlos a «ennoblecerse», acercándolos a su ideal, a veces sacrificándose a sí misma. Y los hombres maduros y cabales también están listos a conducir a las mujeres para enseñarles lo que ellos han aprendido. De esta manera, ayudándose mutuamente, enseñándose lo que él/ella necesita aprender, pueden ir juntos a la Meta común: a la Perfección.
«Respétenla, protéjanla. Actuando así, ganarán su amor (…) y encontrarán el favor ante la vista de Dios(…). Amen a sus esposas y respétenlas; porque ellas serán madres mañana, y más tarde las antecesoras de toda generación.
Sean indulgentes hacia la mujer. Su amor ennoblece al hombre, ablanda su corazón endurecido, doma al bruto y hace de él un cordero.
La esposa y la madre son los tesoros inapreciables dados a ustedes por Dios. Ellas son los ornamentos más hermosos de la existencia, y de ellas nacen todos los habitantes del mundo.
Así como Dios (…) separó la luz de la oscuridad y la tierra de las aguas, la mujer posee la facultad divina de separar en un hombre las intenciones buenas de los pensamientos malos.
Por lo tanto, Yo les digo, después de Dios sus mejores pensamientos deben pertenecer a las mujeres y a las esposas; la mujer para ustedes es el templo divino donde obtendrán fácilmente la felicidad y vino donde obtendrán fácilmente la felicidad perfecta.
Saquen de este templo la fuerza moral. Aquí ustedes se olvidarán de sus dolores y de sus fracasos, y recuperarán la energía perdida, necesaria para permitirles ayudar a su próximo.
No la expongan a la humillación. Actuando así, se humillarán y perderán el sentimiento de amor sin el cual nada existe aquí abajo en la Tierra.
Protejan a su esposa, para que ella pueda protegerlos a ustedes y a toda su familia. Todo lo que ustedes hagan por su esposa, su madre, por una viuda u otra mujer en aflicción, ustedes lo habrán hecho a su Dios.»
La Vida de San Issa, 12:13-21.
Todo lo dicho en este capítulo esta relacionado con los hombres y mujeres suficientemente evolucionados. Aquellos que no han intentado llegar a ser mejores conscientemente, muy a menudo deciden «afirmarse ellos mismos» a través de la arrogancia y el desdén hacia los representantes del otro sexo.
En el Nuevo Testamento es el apóstol Pablo quien aportó a la arrogancia masculina. En particular, él escribió:
«Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que una mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. Porque Adán fue creado primero, y después Eva (…)»
1 Timoteo 2:11-13.
«Que sus mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, sino estar en sometimiento (…), porque es una vergüenza para una mujer hablar en una iglesia»
1 Corintios 14:34-35.
«Las esposas, sométanse ustedes mismas a sus propios maridos, como al Señor, porque el marido es la cabeza de la esposa (…)»
Efesios 5:22.
«Juzguen ustedes mismos: ¿es propio que una mujer ore a Dios con la cabeza descubierta?»
1 Corintios 11:13.
Pero la actitud de Jesús era diferente:
«Simón Pedro les dijo: “Haz que María nos deje, porque la mujer no merece la (Verdadera) Vida”. Jesús
contestó: “Mira, Yo la guiaré para hacerla varón (…). Porque cada mujer que se hace varón, entrará en el Reino de los Cielos”»
El Evangelio de Tomás, 114.
Un hombre que va a la Perfección tiene que completarse con lo femenino, con lo mejor de lo que las mejores mujeres poseen. Una mujer que va a la Perfección tiene que completarse con lo masculino, con lo mejor de lo que los mejores hombres poseen. Como resultado, tanto el hombre como la mujer se olvidan del sexo de sus cuerpos actuales y llegan a ser pura conciencia que aspira a unirse con la Conciencia del Creador.
«(…) Cuando ustedes conviertan lo masculino y lo femenino en uno solo, de modo que el varón no sea el varón ni la mujer sea la mujer, entrarán en el Reino (del Padre)»
(El Evangelio de Tomás, 22).
Editado de : "La enseñanza original de Jesús el Cristo" - Vladimir Antonov
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