domingo, 27 de enero de 2013

Ignorancia y autoconocimiento

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La ignorancia en si no es mala, es algo de lo cual participamos desde que nacemos, pero el ignorar que ignoramos puede traer consecuencias desagradables. El desconocer el secreto de nuestras tragedias y el propósito de nuestra vida no es nada bueno para nosotros.

Para empezar tengamos muy en cuenta que el tiempo no significa necesariamente progreso. El tiempo solamente nos permite participar de situaciones, de instantes de los cuales se puede como no (dependiendo de nosotros) aprender o practicar virtudes.

“La edad y la eminencia no son indicios de sabiduría”

Lamentablemente distraerse hasta parece natural, ya que seamos de Venus o Marte casi siempre hay “algo” que nos distrae, mas esto no es delito. Lo importante reside en reconocer el estado de conciencia en que nos hallamos cuando hacemos una u otra determinada cosa.

El nivel de conciencia del que gusta del alcohol es diferente al del abstemio y el de la prostituta o el lujurioso es muy distinto al de la doncella o el noble. La distracción entonces es cuestión de defectos, vicios, instintos y emociones no controladas.

Por afinidades psicológicas nos relacionamos con personalidades similares y somos más para bien o para mal. Por lo general, solos no hacemos mucho, pero con la compañía equivocada podemos terminar perdiéndonos y hacer cosas de las cuales nos podríamos arrepentir más adelante, tal vez toda la vida. Aun así todo tiene solución mientras se esté vivo y se haya aprendido de lo sucedido.

La sociedad es solo la extensión de la personalidad, el paso que damos nosotros la damos todos queramos o no. La sociedad es el reflejo de la personalidad dominante en tal o cual lugar, entonces tener en cuenta que si queremos cambiar algo tenemos que empezar por nosotros.

Ciertamente no es nada fácil eliminar las emociones negativas, sobre todo para aquellos que día a día practican el egoísmo o para aquellos que han sufrido mucho, sea por problemas familiares, económicos, sentimentales o todos a la vez, quién sabe. El trabajo sobre sí mismo es fundamental para poder sobrellevar todo aquello que obstaculiza nuestro auto-conocimiento, la elevación de nuestra conciencia. El trabajo es mental y se da de instante en instante. La atención y la voluntad es crucial para identificar y aprender del mundo circundante.

El auto-conocimiento, el contacto con nuestra esencia, es sin duda lo más importante en nuestra vida y este es imposible sin antes desintegrar el vano Orgullo por el simple hecho de que no aceptar nuestros errores o creer que ya sabemos nos impide aprender.

La crítica no es buena ni mala, depende de uno mismo, si tu aceptas la crítica como una ofensa entonces si te hará daño, sin embargo si dejas de lado tu EGO y permites ver realmente porque la hicieron entonces tal vez hasta pueda ayudar a mejorar. La crítica es peligrosa si eres una persona que se deja llevar siempre por sus emociones, eso quiere decir ser impulsivo y la verdad es que serlo no es lo más apropiado muchas veces dejarnos llevar por ellas nos pueden traer problemas y apodemos herir y/o herirnos. Hay una gran diferencia entre orgullo y dignidad, la dignidad es aquella que no debes permitir que sea dañada.

"Muchas son las voces, unas indignas, otras nobles,
que vienen a herir el oído: Que no te turben ni tampoco
te vuelvas para no oírlas. Cuando oigas una mentira,
sopórtalo con calma.

Pero lo que ahora voy a decirte es preciso que lo cumplas siempre:
Que nadie, por sus dichos o por sus actos, te conmueva para que hagas o digas
nada que no sea lo mejor para ti.

Reflexiona antes de obrar para no cometer tonterías:
Obrar y hablar sin discernimiento es de pobres gentes.
Tú en cambio siempre harás lo que no pueda dañarte."
Pitágoras


jueves, 17 de enero de 2013

¿Puede morir el Amor?

Hubo una vez en la historia del mundo un día terrible en que el Odio, que es el Rey de los malos sentimientos y los más grandes defectos, convoco a una reunión urgente.

Todos los sentimientos negros del mundo y los deseos más perversos del corazón humano llegaron a esta reunión con curiosidad por saber cuál era el propósito.

Cuando estuvieron todos habló el odio y dijo: “Los he reunido aquí por que deseo matar a alguien”.

Los asistentes no se extrañaron mucho pues era el odio quién hablaba y el siempre quería matar a alguien.

“Quiero que maten al Amor” dijo:

Muchos sonrieron malévolamente pues mas de uno le tenía ganas. El primer voluntario fue el Mal carácter, quién dijo: “Yo iré, y les aseguro que en un año el Amor habrá muerto, provocaré tal discordia que no lo soportará”.

Al cabo de un año se reunieron otra vez y al escuchar el reporte del mal carácter quedaron muy decepcionados.

“Lo siento, lo intente todo, pero cada vez que yo siembro una discordia el Amor lo supera”.

Fue entonces cuando muy diligente se ofreció la ambición, quién dijo: “En vista de que el mal carácter fracasó, iré yo. Desviaré la atención del Amor hacia el deseo por la riqueza y el Poder, y con esto lo destruiré”. Y empezó la ambición el ataque hacia su victima quién, renunciando a todo deseo desbordado de poder y riquezas, triunfo de nuevo.

Furioso el odio, por el fracaso de la ambición envió a los celos, quiénes burlones y perversos inventaron toda clase de artimañas para despistar al amor y lastimarlo con dudas y sospechas infundadas. Pero el amor con valentía se impuso nuevamente.

Año tras año el odio siguió en su lucha enviando a sus mas hirientes compañeros, envió a la frialdad, al egoísmo, a la indiferencia, a  la pobreza, a la enfermedad, y a muchos otros que fracasaron siempre, por que cuando el amor se sentía desfallecer tomaba de nuevo fuerzas y todo lo superaba.

El odio convencido de que el Amor era invencible les dijo a los demás: “No hay nada que hacer el Amor ha soportado todo, llevamos muchos años insistiendo y no logramos vencerlo”.

De pronto, de un rincón el salón, se levanto un sentimiento poco conocido que vestía todo de negro. Con un sombrero gigante que cubría su rostro. Su aspecto era fúnebre como el de la Muerte: “Yo mataré al Amor”, dijo con seguridad. Todo se preguntaron quién era ese que pretendía hacer solo, lo que ninguno había podido.

El odio dijo: “Ve y hazlo”.

Tan solo había pasado algún tiempo cuando el odio volvió ha llamar a todos los malos sentimientos para comunicarles que después de mucho esperar por fin el Amor había muerto.

Todos estaban felices, pero sorprendidos. Entonces el sentimiento del sombrero negro hablo: “Ahí les entrego el Amor totalmente muerto y destrozado” y sin decir mas intento marcharse.

“Espera, dijo el odio, en tan poco tiempo lo eliminaste por completo. ¿Quién eres?”. El sentimiento levanto por primera vez su horrible rostro y dijo: “Soy la Rutina”.


"En tanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive."
José Ortega y Gasset

martes, 1 de enero de 2013

De la Brevedad de la Vida

Este es el título con que el gran filósofo romano Séneca (4 a.C. – 65 d.C.), tituló a una de sus obras más conocidas.

Séneca es uno de los representantes de la Escuela Estoica, escuela de filosofía que se caracterizaba por una férrea moral, totalmente práctica, en la cual se creyó entender que la virtud y la práctica de una vida simple con arreglo a la naturaleza ayudarían al hombre a reencontrarse consigo mismo, y que de allí devendría el reencuentro con Dios, con la Patria, con el Bien.

Una de las grandes ideas que ha desarrollado el Estoicismo y que puede tener una gran utilidad en nuestras vidas, es la relación entre el hombre y el tiempo que le concede la vida. El tiempo desde siempre ha sido un enigma para el ser humano. Pretendemos atraparlo, pero se escapa de nuestras manos como fina arena. Los romanos acuñaron la frase "tempus fugit", el tiempo huye, para dar a entender su carácter escurridizo y efímero.

Séneca, en su ensayo "De brevitate vitae" o "De la brevedad de la vida", nos muestra el aspecto relativo del tiempo, ya que no es que nuestra vida sea corta, sino que nosotros la desperdiciamos en cosas banales. Él decía que el tiempo es como el dinero: "Poco para el que lo malgasta y mucho para quien sabe administrarlo", pero como es algo incorpóreo no le damos el valor que le damos a las cosas materiales. Éste es un problema muy de nuestros días; quizá por esa tendencia de alejarnos de nuestro "yo interior", nos pasamos la vida rellenándola con placeres y deseos que satisfacen nuestra parte más instintiva o pasional, pero que nos quita tiempo para las cosas verdaderamente humanas. El tiempo dedicado a nuestra vida profesional, a nuestros hábitos televisivos o a las más variadas posibilidades de ocio que nos brinda nuestra sociedad son buenos ejemplos de ello. Nos mantienen entretenidos, pero también nos impiden tener una vida más intensa y profunda, y quizá plasmar los sueños e ideales de juventud. Si fuéramos capaces de apoyar nuestra disciplina en nuestra razón, o simplemente en el sentido común, veríamos cómo el tiempo se alarga, y nos sorprenderíamos de las cosas que se pueden hacer en un día y en una vida.

Por otra parte, el emperador filósofo Marco Aurelio, también perteneciente a la Escuela Estoica, nos recuerda en sus "Meditaciones" el valor del momento: "Por más larga que sea la vida de uno, al morir, todos perdemos lo mismo: el presente, pues el pasado ya lo hemos perdido antes, el futuro no lo poseemos aún, y no podemos perder lo que no tenemos", por eso nos recomienda: "Realizar cada acto como si estuviéramos a punto de salir de esta vida, como si fuera nuestro último día". Esta frase invita a reflexionar sobre la utilización de nuestro tiempo, de la importancia del presente. En general, se tiene la tendencia a dejar las cosas importantes de la vida para el futuro: nuestros grandes planes, sueños, etc., y vivimos el presente "de pasada"; pero, ¿y si no hay futuro? Nadie nos lo garantiza, podemos salir de esta vida en cualquier momento y sin previo aviso. Según Marco Aurelio podemos dar a la vida otra dimensión. No nos podemos librar de las ataduras del tiempo, pero lo podemos convertir en nuestro aliado y vivir cada momento con más calidad y conciencia; esto haría que nuestro futuro fuese mejor.


Cortesía de la Escuela de Filosofía
NUEVA ACROPOLIS PERÚ.