domingo, 13 de mayo de 2012

Mitos, un reencuentro con tu ser interior

Los griegos, como muchos pueblos antiguos, buscaron siempre descubrir el misterio del origen y la creación del mundo, así como el sentido de la vida y de la muerte. Todos estos enigmas eran develados por medio de los mitos.

El mito es un lenguaje que, a través de símbolos e historias, narra verdades atemporales de ancestral sabiduría. Es un lenguaje que exige de nosotros una mirada atenta y principalmente, profunda.

Inspirados en su valioso contenido, los mitos invitan a realizar un recorrido por nuestro propio mundo interior, por los rincones más hondos de nuestra alma... para que podamos conocer nuestro verdadero Yo, lo mejor y más profundo de nosotros mismos. Veamos algunos ejemplos:

Teseo y el laberinto

"En el reino del rey Minos, en Creta, existía un horrible monstruo, mitad humano, mitad toro, salvaje y destructor. Fue encerrado en un laberinto magnífico, que hacía perder el rumbo a cualquiera. Debía ser alimentado con víctimas humanas para saciar su sed de destrucción. Teseo, hijo del de rey de Atenas, se ofreció para destruir a tan horrible amenaza. Ayudado por la princesa Ariadna, la que tenía en sus manos un hilo, Teseo tomó el otro extremo para ingresar así al laberinto y poder retornar, siguiendo la guía del hilo. Teseo destruyó al Minotauro y salió victorioso del laberinto".

El hilo de la vida… Cuántas veces quisiéramos hallar ese hilo de Ariadna para encontrar el verdadero camino que nos retorne fuera de este laberinto de complicaciones y de tristezas que nos trae la vida, de aquello que los mortales llamamos problemas...

Sísifo

"Sísifo fue fundador y rey de Efira. Cuentan que en una oportunidad, logró encadenar a Tánatos (la Muerte). Entonces la muerte desapareció de la faz de la tierra. Nadie podía morir. Había enfermos, heridos de guerra y otros que sufrían y esperaban la salvadora aparición de la Muerte... pero ésta no llegaba. Hasta que el dios Ares, la rescata, para que pueda cumplir con su liberadora misión. Sísifo fue condenado a un castigo terrible: debería empujar una pesada roca hasta la cumbre de una montaña, pero cuando estaba a punto de llegar, la piedra rodaba hacia abajo, obligando a Sísifo a realizar el trabajo una y otra vez... por siempre".

Lo inevitable… Más de una vez nos hemos visto en una situación en la que debemos insistir y perseverar. Nuestras fuerzas quieren ceder y nuestra voluntad amenaza con desaparecer... Es entonces cuando recordamos a Sísifo que se hace más fuerte ante cada caída, seguro de que algún día logrará su cometido.

Estos y otros mitos te servirán de guía y te conducirán por misteriosos senderos donde encontrarás las respuestas que necesitas para vencer en la vida.



Conocerse y conquistarse es uno de los propósitos más importantes de la vida. Por eso la Escuela de Filosofía de Nueva Acrópolis te invita a participar del "Curso Filosofía para la Vida".

domingo, 6 de mayo de 2012

¿Quién soy realmente?

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Si te preguntaran quién eres, es muy probable que respondas tu nombre. Pero ¿eres tu nombre? Sin duda, reconocerás que no. Si respondieras que eres un hombre o mujer de "x" edad, estarías diciendo tu género y edad, pero no quién eres. Y si se respondiera que tienes tal o cual ocupación, vocación, habilidad o aspiración, estarías describiendo las características de tu personalidad o tus deseos, pero no respondiendo a esta pregunta. Entonces, si uno no es su nombre, ni sus características y ni siquiera lo que ve frente al espejo, ¿quiénes somos? Esta es una de las preguntas filosóficas que ha inquietado a los hombres de todas las épocas.

¿Por qué es tan importante saber quiénes somos? Porque, conociéndonos podríamos identificar cuál es nuestra función en este mundo, dónde está nuestro verdadero valor, qué tipo de vida nos corresponde y qué realmente necesitamos para realizarnos plenamente.

Si buscamos respuestas entre la filosofía de milenarias culturas, encontraremos que Egipto, India, Grecia, entre otras, coincidían en enseñar que el ser humano es un ser que tiene una doble naturaleza: una mortal, finita y cambiante, a la cual los antiguos griegos llamaron "personae", que significa "máscara": la cubierta del Actor. De esta raíz en griego deriva la palabra "personalidad". La otra naturaleza, más sutil, inmortal y divina: es el Ser Interior, aquello que constituye nuestra esencia, lo que no cambia, nuestra verdadera Identidad.

La personalidad está compuesta por 4 dimensiones o cuerpos: el físico, la energía vital, el cuerpo emocional y la mente intelectual o de deseos. El ser interior o espíritu, tiene 3 dimensiones: la Mente Pura o inegoísta, la Inteligencia o intuición y la Voluntad. Tres potencias que debemos reconquistar para poder usarlas.

Si la personalidad es el "vehículo" en el que viajamos por la vida, el ser interior es el "conductor", aquél que sabe de dónde viene y hacia dónde va.

Es importante conocer y educar la personalidad porque así podremos manejarla. Pero es un reto aún mayor conocer nuestro Ser Interior, aquél que nos habla de vez en cuando, que nos reclama reflexión, coherencia entre pensamientos, sentimientos y actos, nobleza, espiritualidad.

Cuenta Platón en uno de sus mitos, que antes de que fuésemos humanidad, éramos como ángeles, seres alados. Cuando el creador del universo terminó de crear el mundo, invitó a estos seres a ver su obra. Maravillados, recorrían los campos, observaban los mares, los cielos, los ríos…hasta que uno de estos seres alados se posó en la ribera de un lago y se inclinó sobre sus aguas. Al ver su imagen reflejada en él, lleno de sorpresa exclamó "¡Este soy yo!" Desde entonces, cuenta Platón, a estos seres se le cayeron las alas y ya no pueden retornar a su lugar de origen. En lugar de alas, les quedaron una especie de muñones, que les hacen recordar que en otros tiempos eran alados y podían elevarse por encima de lo mundano. Para regresar a la región celeste de la cual provienen, tienen que hacer "crecer sus alas".

Así, a través de esta narración simbólica, Platón explica la actual condición del hombre que, al identificarse estrictamente con lo físico, dejó atrapada su conciencia en la materia, a tal punto que ya no recuerda quién Es: ha olvidado su naturaleza divina.

El gran filósofo Plotino decía que para que al hombre "le vuelvan a crecer las alas" debe atender sus inquietudes filosóficas, aquellas que le hacen preguntarse sobre el sentido profundo de la vida, sobre sí mismo, sobre el destino… porque le inclinan a buscar la sabiduría que le falta, a encontrar respuestas y vivir de acuerdo a ellas. Solo así se emerge de una vida horizontal y limitada a otra vertical y sin confines.

En India, con la narración simbólica del "Mahabharata", enseñaban que el hombre es como un "chatrya" o guerrero, que debe luchar por recuperar aquél territorio que le pertenecía: "La ciudad de la sabiduría". Solo así cumpliría con su destino y sería realmente dichoso. Es una alegoría a la lucha interior del hombre por hacer prevalecer en cada acto lo más elevado de su naturaleza y así recobrar la conciencia permanente de su espiritualidad, para realizarse plenamente.


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