miércoles, 27 de octubre de 2010

Venga a nosotros Tu Reino... Hágase Tu voluntad como en el cielo así también en la Tierra...


El hombre como manifestación o expresión de Dios tiene un destino ilimitado. Su obra consiste en expresar en forma concreta y definida las ideas abstractas que Dios le proporciona, y para hacer esto necesita estar dotado de poder creador. Si el hombre careciese de este poder creativo, sería solamente una máquina, un autómata manejado por Dios. Pero el hombre no es un autómata; es una conciencia individualizada. Dios se individualiza en un número infinito de puntos focales de conciencia, cada uno diferente del otro; en consecuencia, cada uno de esos puntos está dotado de una capacidad distinta de percepción, de una manera individual de apreciar el universo. Notemos cuidadosamente que la palabra "individuo" significa "indiviso". La conciencia de cada ser es distinta de la de Dios y de la de los otros, y no obstante no pueden ser separadas. ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo pueden dos cosas ser una sin ser idénticas? La respuesta es que ello no es posible en el plano material, que es limitado; pero sí en el reino del Espíritu, que es infinito. Con nuestra conciencia presente, limitada y tridimensional, no podemos ver esto; pero podemos comprenderlo intuitivamente a través de la oración. Si Dios no se individualizara, no habría más que una experiencia; pero es lo cierto que existen tantos universos como individuos, quienes los conciben por el acto de pensarlos.

"Venga tu Reino" significa que es nuestro deber estar siempre ocupados en ayudar a establecer el Reino de Dios en la tierra, a manifestar en el plano terrestre cada vez más y más las ideas de Dios (Arquetipos celestiales). Tal es nuestra misión aquí. El decir antiguo de que "Dios tiene un plan para cada hombre, y tiene uno para tí", es perfectamente correcto. Para cada uno de nosotros Dios tiene proyectos maravillosos; Él ha planeado una profesión espléndida, llena de interés, vida y alegría, para cada uno, y si nuestras vidas son insípidas, o limitadas, o mezquinas, no tiene Él la culpa, sino nosotros.

Si solamente descubrimos este plan que Él nos ha trazado individualmente, y lo llevamos a cabo, todas las puertas se abrirán ante nosotros; todos los obstáculos en nuestro camino se desvanecerán; disfrutaremos del éxito; no nos faltará el dinero que necesitemos, y seremos gloriosamente felices.

Hay un verdadero lugar en la vida para cada uno de nosotros, que nos dará la seguridad y la felicidad completas, si sabemos hallarlo. Si no encontramos ese lugar, no conoceremos nunca la felicidad ni la seguridad, no importan todos los demás bienes que poseamos. Nuestro verdadero lugar es el único donde podemos poner de manifiesto el Reino de Dios, y decir con verdad, "Venga tu Reino".

Nosotros hemos visto cuán a menudo el hombre ejecuta su libre albedrío de una manera negativa. Se permite a sí mismo pensar erróneamente, con egoísmo, y este pensar injusto le acarrea toda suerte de dificultades. 

"Todos los estados encuentran su origen en la mente. La mente es su fundamento y son 
creaciones de la mente. Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro, entonces el 
sufrimiento le sigue de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey."
Siddharta Gautama

En lugar de comprender que su función esencial es expresar a Dios, estar siempre ocupado en los asuntos de Dios, él trata de dedicarse a sus propios asuntos. Todos nuestros males se originan en esta insensatez. Abusamos de nuestro libre albedrío, tratando de obrar sin Dios; y las consecuencias naturales son todos los males, como la enfermedad, la pobreza, el pecado, las penas, y finalmente la muerte física. 


"Sufre ahora y sufre después. Sufre en ambos estados. -He actuado mal-, se dice sufriendo. 
Además, sufre abocándose a un estado más doloroso. Así el que mal obra"
Siddharta Gautama

Ni por un instante debemos tratar de vivir para nosotros mismos, o hacer nuestros planes sin contar con Dios, o suponer que podemos ser felices o alcanzar éxito en cualquier otro camino que no sea el de la Voluntad de Dios. Sea cual fuere nuestro deseo, tanto si concierne a nuestro trabajo diario, a nuestros deberes en el hogar, a nuestras relaciones con el prójimo, o a nuestros proyectos personales, si buscamos nuestro bienestar personal en vez de servir a Dios, estamos guardando para nosotros toda clase de obstáculos, desilusiones e infelicidades, no obstante lo que las apariencias muestren en ese momento. Mientras que si nos disponemos a obrar conforme a lo que, mediante la oración, entendemos es Su Voluntad, entonces nos estamos asegurando el éxito, la libertad, el gozo, por mucho sacrificio y auto-disciplina que ello pueda requerir temporalmente.

Lo que nos trae cuenta es poner en armonía lo antes posible toda nuestra naturaleza con la Voluntad de Dios, manteniendo una constante comunión espiritual con El y observando una serena y continua vigilancia. "Nuestra voluntad es nuestra para hacerla Tuya."

"En Su Voluntad está nuestra paz", dijo Dante, y La Divina Comedia es en verdad un estudio de estados fundamentales de la conciencia: el Infierno es la condición del alma que trata de vivir sin Dios; el Paraíso, el alma que ha llegado a la unidad conciente con la Voluntad Divina; y el Purgatorio, el alma que lucha para pasar de un estado al otro. Fue este sublime conflicto del alma lo que arrancó del corazón del gran Agustín este grito: "Tú nos has hecho para Ti y nuestros corazones están inquietos hasta que no reposan en Ti."

domingo, 24 de octubre de 2010

Padre Nuestro... Que estás en el Cielo...



Padre Nuestro...

Estas dos palabras por sí solas constituyen un sistema de teología completo y preciso. En ellas se fija clara y distintamente la naturaleza y carácter de Dios. Resumen la verdad del Ser. Nos dicen todo lo que el hombre necesita saber acerca de Dios, acerca de sí mismo y acerca de su prójimo. Todo lo que a ellas se añada puede ser sólo a guisa de comentario, pues muy bien podría oscurecerse y complicarse el sentido verdadero del texto. 

"Toda mi religión está contenida en las dos primeras palabras del Padre Nuestro."
Oliver Wendell Holmes 

Notemos lo conciso y directo de la afirmación, Padre Nuestro. En esta cláusula Jesús establece de una vez para siempre que la relación entre Dios y el hombre es la de Padre e hijo. Esto quita toda posibilidad de que Dios pueda ser ese tirano cruel e implacable que nos presenta a menudo la teología, cual déspota oriental gobernando a esclavos serviles. Sabemos bien que los padres, sean cuales fueren sus defectos en otro sentido, tratan de hacer siempre todo lo mejor que pueden por sus hijos. Desgraciadamente, existen padres crueles que proceden contra esta regla natural, pero son tan excepcionales que los periódicos los estigmatizan.

Hablando de la misma verdad. Jesús dijo también:
 "Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más vuestro Padre, que está en los cielos, dará cosas buenas a quien se las pide!"

Y por eso empieza su Oración estableciendo el carácter del pacto de Dios como Padre perfecto con sus hijos. Notemos que esta cláusula, que fija la naturaleza de Dios, establece al mismo tiempo la naturaleza del hombre; porque si el hombre es hijo de Dios, necesariamente tiene que participar de Su naturaleza, ya que la naturaleza de los hijos es invariablemente similar a la de los padres. Es una ley cósmica que "de tal padre tal hijo". No es posible para un rosal producir lirios o para una vaca dar a luz a un potrito. La prole, pues, es y tiene que ser de la misma naturaleza que los padres; y, así como Dios es Espíritu Divino, el hombre tiene que ser esencialmente Espíritu Divino también, no importa si las apariencias dicen lo contrario.

Pero detengámonos aquí un instante y tratemos de damos cuenta del progreso inmenso que hemos realizado al comprender la enseñanza de Jesús a este respecto. ¿No es evidente que así Él eliminó de un golpe el noventa por ciento de la vieja teología, con su Dios vengativo, sus almas predestinadas, su fuego eterno del infierno y todas las otras horribles creaciones concebidas por imaginaciones enfermas y atormentadas? Dios existe. Y el Eterno, el Todopoderoso, el Omnipresente, es el Padre misericordioso de la humanidad.

Si meditásemos en este hecho lo bastante para comprender, aun parcialmente, lo que en verdad significa, la mayoría de nuestras dificultades se encontrarían resueltas y nuestras enfermedades desaparecerían, porque sus raíces hallan sustento en el temor. Y la causa fundamental de toda dificultad es el temor. Si pudiésemos entender, tan sólo en parte, que esta Sabiduría Divina es nuestro vivo y amante Padre, casi todos nuestros temores desaparecerían. Y si pudiésemos comprenderlo completamente, toda cosa negativa en nuestra vida se disiparía, y la perfección de nuestra existencia sería una demostración de nuestra perfecta condición espiritual. Así podemos ver cuál era el propósito de Jesús al expresar esta cláusula en primer lugar.

Seguidamente vemos que la Oración no dice "Padre Mío", sino "Padre Nuestro", lo cual significa, sin ningún lugar a duda, el hecho verdadero de la fraternidad de los hombres. Ello fuerza nuestra atención desde el principio a fijarse en el hecho de que todos los hombres son ciertamente hermanos, hijos de un mismo Padre; y que "No hay ya judío o griego, no hay siervo o libre, no hay hombre o mujer", (GAL. 3, 28); porque todos los hombres son hermanos. Aquí Jesús, al establecer su segundo punto, pone fin a todos los disparates absurdos tocantes a una raza elegida, o a la superioridad de un grupo sobre otro. El disipa la ilusión de que los hombres de cierta nación, raza, color o clase social sean superiores a otros. La creencia en la superioridad del grupo al que uno pertenece, el "rebaño", como lo llaman los psicólogos, es una ilusión a la que es muy dado el género humano, pero que no tiene lugar en la doctrina de Jesús. Él establece que lo que señala la posición de un hombre es la condición espiritual de su propia alma, y mientras esté siguiendo el camino espiritual no existe diferencia alguna con respecto al grupo al que pertenezca.

Como consecuencia final de estas palabras se desprende el mandamiento de que debemos orar no solamente por nosotros mismos, sino por toda la humanidad. Todo investigador de la Verdad debería observar el pensamiento de la Verdad del Ser para toda la raza humana por lo menos un momento cada día, porque ninguno de nosotros vive para sí mismo ni para sí muere. Somos, en verdad —y en un sentido más literal de lo que generalmente se cree— miembros de un solo cuerpo.

Así empezamos a ver que es mucho más de lo que superficialmente aparece, el sentido que encierran las simples palabras "Padre Nuestro". Simples —y aún podríamos decir inocentes— Jesús ha escondido en ellas un explosivo espiritual capaz de destruir todo sistema hecho por el hombre que mantenga esclavizada a la humanidad.



Que estás en el Cielo...

Después de probar claramente que Dios es el Padre de los hombres, y que todos los hombres son hermanos, Jesús sigue explicando la naturaleza de Dios y describiendo los hechos fundamentales de la existencia. Habiendo demostrado que Dios y el hombre son Padre e hijo. Él expone sus funciones respectivas en el sistema del universo. Explica que es propio de la naturaleza de Dios estar en los cielos, y del hombre estar en la Tierra, porque Dios es Causa y el hombre es manifestación. La expresión de una causa no puede ser la causa misma, y contra tal confusión debemos mantenemos en guardia. Aquí la palabra "cielos" —de acuerdo con la fraseología religiosa— significa Presencia de Dios. 

En términos metafísicos Dios es lo Absoluto, porque su reino es el reino del Ser Puro e Incondicionado, de las ideas arquetipos. La palabra "Tierra" quiere decir manifestación, y es la función del hombre manifestar o expresar a Dios. En otras palabras. Dios es lo Infinito y la Causa Perfecta de todas las cosas; pero la Causa ha de ser expresada, y Dios se expresa a si mismo por medio del hombre. El destino del hombre es expresar a Dios por toda suerte de medios gloriosos y maravillosos (“Sean perfectos como es perfecto el Padre que está en el cielo” Mt 5, 43-48). Vemos parte de esta expresión en lo que le rodea; primero su cuerpo, que es sólo la parte más íntima de su encarnación; luego su casa, su trabajo, su recreación, en suma, su expresión completa. Expresar quiere decir hacer salir, sacar a la luz lo que ya existe implícitamente. Cada detalle o incidente de nuestra vida es la manifestación o expresión de algo que ya existe en el alma.


Algunos de estos puntos pueden parecer un poco abstractos al principio; pero como los conceptos falsos acerca de la relación entre Dios y el hombre son precisamente la causa de todas nuestras dificultades, vale la pena que nos tomemos la molestia de aprender bien la índole de tal relación. Vivir en la manifestación sin preocupamos por la Causa, es ateísmo o materialismo, que sabemos adónde conducen. Y tratar de tener la Causa sin la manifestación hace al hombre suponerse un dios personal, y esto frecuentemente termina en megalomanía o en la parálisis de la expresión. Lo que importa saber es que Dios está en los cielos y el hombre en la Tierra, y que cada uno tiene su propio papel en el orden universal. Aunque son Uno, no son idénticos. Jesús establece cuidadosamente esta distinción cuando dice: "Padre Nuestro que estás en los cielos".


En la Biblia, como en otras partes, el "nombre" de una cosa significa al mismo tiempo su naturaleza esencial y su carácter; por eso, cuando se nos dice lo que es el nombre de Dios, se nos dice lo que es Su naturaleza, y Su nombre o naturaleza, dice Jesús, es "Santificado". Pero, ¿qué significa la palabra "santificado"? Si seguimos su origen etimológico vemos que pertenece al mismo grupo que "santo", "sano", "salud", "saludable". De manera que la naturaleza de Dios se nos revela, no solamente digna de nuestra veneración, sino completa y perfecta —enteramente buena—. De aquí se derivan notables consecuencias. Estamos de acuerdo en que un efecto es siempre de la misma naturaleza que la causa que lo produce, por lo tanto, como quiera que Dios es santificado, todo lo que de Él proceda no podrá ser menos que santificado también.


Así como el rosal no puede producir lirios, no puede venir de Dios más que el bien perfecto. O como nos dice la Biblia, "Una misma fuente no puede hacer brotar aguas dulces y saladas".


De todo esto se desprende que Dios no puede, como la gente piensa a veces, enviar la enfermedad, o la adversidad, o los accidentes, ni mucho menos la muerte, porque esas cosas se contradicen con Su naturaleza. "Santificado sea tu nombre" significa, "Tu naturaleza es esencialmente buena y sólo Tú eres autor del bien perfecto". "Muy limpio eres tú de ojos para contemplar el mal y no puedes soportar [la vista] de la miseria." (HAB. 1, 13).

Si pensamos que nuestras dificultades son un castigo de Dios, estamos dando poder a tales dificultades, y esto hará muy difícil que nos libremos de ellas. Dios no da difcultades, nos da oportunidades para ser cada día mejor.

viernes, 22 de octubre de 2010

Auto-Perfección Intelectual

El Nuevo Testamento nos proporciona la posibilidad de ver la religiosidad de las personas de niveles intelectuales diferentes.

El nivel más alto está representado por Jesús el Cristo. Ninguno, inclusive de Sus discípulos personales, podía de una sola vez comprender con su mente toda la profundidad de Su Enseñanza.

El segundo nivel es el de los discípulos más íntimos de Jesús que intentaron entender al Maestro y en parte tuvieron éxito en esto.

El tercer nivel es el de las personas de una línea social alta que supieron y siguieron tradiciones religiosas terrenales, rituales y reglas de conducta. Pero no eran capaces de percibir las palabras vivas de Dios.

Y el nivel más bajo es el de las personas que son sólo capaces de pensar según el esquema siguiente: «¡Ellos me dan, es bueno! ¡Ellos dejan de darme, es malo!».

Un intelecto desarrollado de una persona no implica que su desarrollo ético también sea de nivel alto. Pero la auto-perfección ética no es posible sin un intelecto desarrollado. Por consiguiente, si uno busca la auto-realización espiritual, tiene también que trabajar en el auto desarrollo intelectual.

¿Qué favorece este desarrollo? 
En primer lugar, la educación, varios tipos de actividades (especialmente las de tipo creativo), el trabajo con libros, la investigación teórica. La sociedad moderna, que se ha desarrollado en los aspectos científicos y técnicos, es una posibilidad muy buena para utilizar y desarrollar la mente.
La traducción del Nuevo Testamento al ruso está lejos de ser perfecta. El significado profundo de algunas declaraciones de Jesús fue «cortado» por traductores que eran incapaces de entender Sus ideas.

Un error en la traducción tiene un efecto desastroso. Es la frase: «Bienaventurados los pobres en espíritu, pues de ellos es el Reino de los Cielos» (Mateo 5:3). Muchos de los lectores rusos concluyeron de ésta que Jesús predicaba el primitivismo intelectual y el parasitismo.

¡Pero Jesús quiso decir una cosa completamente diferente! Él hablaba sobre la bienaventuranza futura no de los mendigos parásitos, sino de las personas que renunciaban a poseer riqueza material, no debido a la pereza, embriaguez u otras razones por el estilo, sino debido al credo espiritual.


 «Bienaventurados los pobres debido al espíritu» y no «en espíritu».
Serán bienaventurados en el Reino de los Cielos quienes renunciaron a la posesión de cosas terrenales, renunciaron a buscar riqueza terrenal, porque el Padre Celestial será su Riqueza, si ellos se dedican a aspirar a Él. «No acumules tesoros en la Tierra (…), sino acumula tesoros en el Cielo (…). Porque donde esté tu tesoro, allí estará tu corazón también» (Mateo 6:19-21). Éste es uno de los postulados más importantes de Su Enseñanza.

«(…) Sé sabio (…) y simple (…)» (El Evangelio de Tomás, 39).

lunes, 18 de octubre de 2010

Amor

Temas recomendados:

"El verdadero amor no es ciego, el verdadero amor es consciente e inteligente, porque nos permite dar en su justa medida lo que más requieren los demás."

«Si yo hablo con las lenguas de hombres y de ángeles, pero no tengo amor, soy un latón sonoro (…). Y si tengo el don de profecía y entiendo todos los misterios y tengo todo el conocimiento, y toda la fe, para mover montañas, y no tengo amor, nada soy. Y si doy todos mis bienes para alimentar a los pobres y entrego mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me aprovecha.


El amor es paciente, es amable; el amor no es envidioso, no es vano, no es jactancioso; no se comporta indecentemente, no busca lo propio, no se irrita, no piensa mal. El amor no se regocija en la injusticia, sino que se regocija en la verdad. El amor cubre calladamente todas las cosas, siempre mantiene confianza, confía en todas las cosas, soporta todas las cosas. El amor nunca deja de ser, aunque las profecías se acabarán y las lenguas cesarán (…)»



Dos de los principales postulados de la Enseñanza de Jesús son:

Primero: Dios-centrismo, es decir, el no percibirse a uno mismo, sino a Él como la Fundación principal del mundo, como la Meta y el Significado de la existencia de todo, dedicando a Él la propia vida, preparándose uno mismo para unirse con Él, aspirar a esta Unión y ayudar a los demás en este Camino.

Segundo: La preparación de uno mismo para la realización del primer punto, a través del desarrollo de amor emocional en las relaciones con otras personas. Cuando este amor sea desarrollado, podrá dirigirse a Dios el Padre. Esto asegurará el rápido acercamiento y Unión con Él.

Es muy importante entender que la Unión con el Padre es la Unión con Él en el amor, porque Él Mismo es Amor, el estado de Amor. Y para lograr esto, tenemos que transformarnos en Amor.

El grado de transformación de sí mismo (como una conciencia) en energía de amor emocional es la medida del propio progreso espiritual (dando por hecho que uno también posee sabiduría, y la conciencia desarrollada cualitativamente). (En cambio, la austeridad y la severidad emocional de muchos «pastores» es una indicación de lo contrario).

El amor no es pensamientos sobre las buenas acciones e incluso no es hacer lo que creemos que son buenas acciones.

El amor es una emoción, un estado emocional de la energía de la conciencia. Si uno tiene como objetivo realizar actos de amor, pero no es capaz de amar cordialmente, esto, a menudo, resulta absurdo: lleva a la imposición egocéntrica y testaruda de sí mismo, a la violencia hacia los otros e incluso al resentimiento sobre las reacciones de los demás: ellos «no entienden el amor», «no quieren aceptar mis cuidados»…

El verdadero amor es incompatible con la violencia (con excepción de algunos casos: cuando uno debe proteger a alguien de la violencia, a veces sacrificándose a sí mismo, y en algunas situaciones de educación de los niños y de corrección de la conducta de los locos); si no, no será amor, sino la violación a éste. Y ninguna persona normal quiere esto.

"El verdadero amor tampoco son las emociones desenfrenadas de la pasión sexual. Ésta es una pasión, no amor. Y por supuesto, el amor no es la técnica de alcanzar la satisfacción sexual. "

El verdadero amor son emociones que se originan en el corazón espiritual, y los actos del verdadero amor son hechos bajo el control del intelecto en base a estas emociones.

Las emociones no son un producto del cerebro como «los materialistas» enseñaban. Las emociones son estados de la conciencia. Éstas se originan en órganos especiales de energía de la conciencia, y no del cuerpo.

De hecho el cerebro reacciona a los estados emocionales cambiando su actividad bioeléctrica, porque, a través del cerebro la conciencia actúa recíprocamente con el cuerpo. Por ejemplo, bajo ciertas emociones, la presión de la sangre cambia, aparece la sudoración y el semblante varía. Pero éstas no son emociones, pese a que aparezcan tales aserciones en los libros de fisiología escritos por «los materialistas». Éstas son simplemente reacciones del cuerpo a los estados emocionales de la conciencia comunicados a través del cerebro.

En el organismo humano multidimensional hay centros especiales de energía (se llaman chakras o dantyans) que son los responsables de regular los estados de conciencia.

Por ejemplo, la actividad de pensar es responsabilidad de los chakras de la cabeza. Las emociones de ansiedad y enojo se originan en la estructura energética (chakra) de la parte superior del abdomen, y las emociones de amor, en el corazón espiritual que se localiza en el tórax y ocupa (si está desarrollado) casi todo su volumen.

La «apertura» del corazón espiritual es el punto principal en la fase inicial de la auto-perfección. Porque para la mayoría de las personas será la primera posibilidad de experimentar qué es el amor, y no sólo hablar de éste.

Sólo cuando lleguemos a conocer esto, podremos entender «en qué idioma» debemos hablar con Dios y con aquellos que están cerca de Dios.

Sólo después de ese momento seremos capaces de encontrar armonía en las relaciones con el mundo de la naturaleza viviente y con las personas. Y sólo después, lo que se llama «espiritualidad» podrá surgir en nosotros; sin eso no hay ningún Camino espiritual.

Sobre amor cordial Jesús y los apóstoles dijeron lo siguiente:

«Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios» 
Mateo 5:8.

«Entren en su templo, en su corazón, Ilumínenlo con pensamientos buenos, la paciencia y confianza inmóvil que ustedes deben tener en su Padre.

Y sus vasos sagrados, ellos son sus manos y sus ojos. ¡Piensen! Y hagan lo que es agradable a Dios, porque haciendo el bien a su vecino, ustedes cumplen un rito que embellece el templo que pertenece a Aquel Quien les dio vida.

Si desean realizar obras marcadas con amor o piedad, háganlas con un corazón abierto y no permitan que sus acciones sean gobernadas por cálculos o la esperanza de sacar provecho»
 La Vida de San Issa, 9:12,13,16

«Que nadie mire por sus propias cosas, sino que cada hombre también por las cosas de los demás»
Filipenses 2:4

«Un mandamiento nuevo les doy: ¡que se amen los unos a los otros! ¡Así como Yo los he amado, también deben amarse los unos a los otros!» 
Juan 13:34

«Y sobre todo, tengan el amor ferviente los unos a los otros, porque el amor cubre multitud de pecados»
1 Pedro 4:8.

«Si alguno dice: “Yo amo a Dios”, y odia a su hermano, es un mentiroso. Porque si no ama a su hermano a quien ve, ¿cómo puede amar a Dios a Quien no ve?» 
1 Juan 4:20.

«Amados, amémonos unos a otros, porque el amor es de Dios, y todo el que ama es nacido de Dios y conoce a Dios. El que no ama no ha conocido a Dios. Porque Dios es Amor» 
1 Juan 4:7-8.

«Amados, si Dios nos amó así, nosotros también debemos amarnos unos a otros (…). Si nos amamos unos a otros, Dios mora en nosotros, y Su Amor perfecto está en nosotros» 
1 Juan 4:11-12

«Dios es Amor, y el que permanece en el amor, permanece en Dios, y Dios en él»
1 Juan 4:16.

«No deban nada a nadie, salvo el amor (…)» 
Romanos 13:8.

«Amen a sus enemigos, bendigan a quines los maldicen, hagan bien a quines los odian y oren por quines los ultrajan y los persiguen (…)»
Mateo 5:44

«(…) Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué recompensa recibirán? (…)»
 Mateo 5:46

«(…) Si tienen celos amargos y maldad (en lugar de amor) (…), no se jacten ni mientan contra la verdad. Esta sabiduría no es la que viene de lo alto, sino es (…) diabólica» 
Santiago 3:14-15.

«El que dice que está en la luz y odia a su hermano está todavía en la oscuridad»
 1 Juan 2:9.

«¡Que su amor sea sin hipocresía! ¡Aléjense de lo malo, péguense a lo bueno! 
¡Ámense fraternalmente unos a otros!» 
Romanos 12:9-10

«¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo!»
 Mateo 22:39

«¡Ama a tu hermano! (…) ¡Ñuídalo como la pupila de tu ojo!»
 El Evangelio de Tomás, 25

«Nadie tiene un amor mayor que éste: que uno dé su vida por sus amigos» 
Juan 15:13.

«¡Que Mi gozo esté en ustedes, y que su gozo sea perfecto! 
¡Éste es Mi mandamiento: que se amen los unos a los otros, como Yo los he amado!» 
Juan 15:11-12.

«¡Estas cosas Yo los mando: que se amen los unos a los otros!» 
Juan 15:17